Sumérgete en el tenso escenario de lo que podría haber sido: el implacable F-22 Raptor desplegándose desde el acorazado vientre de un portaaviones, convirtiéndose en el primer avión furtivo marítimo.
El Anhelo de la Armada por un Predator Marino Furtivo
El Pentágono estuvo a un tris de convertir la ya venerable flota de F/A-18 de la Armada en reliquias. Su deseo, impulsado por la senectud de estos caballos de batalla, era bautizar un F-22 furtivo como el primer halcón marítimo.
Años antes de que el F-35C apareciera en el escenario, el F/A-18 se hallaba sin un sustituto sigiloso de quinta generación. Este vacío en la cubierta de vuelo de los portaaviones gritaba por una solución.
Y la solución parecía obvia: Un F-22 navalizado. Esta variante marina sería la única respuesta a la apremiante necesidad de reemplazo del F/A-18.
Los Esfuerzos por la Reestructuración Aérea de la Armada
La Armada, en un intento de mantener a flote su poderío aéreo, se aferró al F/A-18 Block III Super Hornet. Los presupuestos de 2013, 2014 y 2015 revelan la urgencia de una nueva plataforma que sustente la letalidad marina hasta que el F-35C asuma el mando en 2020.
El F/A-18, a pesar de su confiabilidad probada en batalla y sus modernizaciones constantes, es sordo al lenguaje del sigilo. Una variante marítima del F-22 habría inflado las alas del poder de proyección de la Armada, llevándolo a alturas sin precedentes.
Un F-22 navalizado habría sido un baluarte de alta velocidad y superioridad aérea para complementar a los F/A-18 y F-35C. Pero, ¿habría este desarrollo dilatado aún más el programa F/A-XX?
Compensando la Ausencia Marítima del F-22
Para contrarrestar la imposibilidad de lanzar el F-22 desde el mar, los líderes de la Fuerza Aérea y los conservadores de estos rapaces voladores emprendieron el programa Rapid Raptor. Con este programa, el F-22 podría descender sobre cualquier parte del mundo en 24 horas.
El Rapid Raptor podría ser un subterfugio de la Fuerza Aérea para suplir la ausencia de un F-22 marítimo. En este escenario de amenazas en constante evolución, el programa busca mantener cuatro F-22 en alerta máxima, listos para ser desplegados en cualquier rincón del planeta en 24 horas.
El Rapid Raptor pone en marcha a cuatro F-22 con todo lo necesario: tripulación, apoyo C-17, combustible, mantenimiento y armamento, listos para ejecutar un ataque en regiones lejanas y difíciles del mundo. Estos rapaces estarían al frente de una fuerza de reacción rápida, respondiendo con agilidad a cualquier crisis mundial.
La Influencia del F-22 en las Futuras Generaciones de Ataques Marítimos
El F-22, que hizo su debut en combate en 2014 contra ISIS en misiones de apoyo aéreo cercano, ha dejado una huella indeleble. Su éxito ha sembrado la semilla para la creación y aceleración de los programas de ataque a portaaviones de sexta generación de la Armada.
Los rápidos y letales ataques de los F-22 han inspirado probablemente a los estrategas navales. La lección aprendida es que la superioridad aérea es esencial, incluso en el vasto teatro del océano.
El Pentágono consideró convertir el F-22 Raptor en un avión lanzado desde portaaviones debido a la antigüedad de la flota de F/A-18 de la Armada. Este cambio habría introducido un avión furtivo lanzado desde el mar, años antes de la aparición del F-35C.
Antes y después de la llegada del F-35C, la Armada intentó adquirir más aviones F/A-18 Block III Super Hornet. Los presupuestos anuales de la Armada de 2013 a 2015 asignaron consistentemente una cantidad considerable de F/A-18 en la lista de prioridades sin financiación, lo que demostraba la necesidad de una nueva plataforma para prolongar el ataque aéreo lanzado desde el mar.
Un F-22 marítimo habría ofrecido un complemento de alta velocidad y superioridad aérea a los F/A-18 y F-35C. Al ser un caza sigiloso, hubiera ampliado las capacidades de proyección de poder de las Alas Aéreas de Portaaviones.
El programa Rapid Raptor es una estrategia de la Fuerza Aérea para garantizar que los F-22 puedan atacar en cualquier parte del mundo en 24 horas. Prepara cuatro F-22 con tripulantes, apoyo del C-17, combustible, mantenimiento y armamento necesarios para ejecutar un ataque rápido en zonas remotas o austeras. Esto sirve para compensar la incapacidad de lanzar F-22 desde el mar.
El éxito del F-22 lanzado desde tierra, en particular su debut en combate contra el ISIS en 2014, ha inspirado probablemente el desarrollo y la aceleración de los programas de ataque a portaaviones de sexta generación de la Armada.