El MiG-35, un caza multifuncional de origen ruso, ha sido ampliamente promovido por sus características avanzadas y su capacidad para realizar múltiples tareas de combate, como la superioridad aérea, ataques terrestres y reconocimiento. Sin embargo, a pesar de las impresionantes especificaciones, este avión ha dejado mucho que desear en situaciones del mundo real.
Analistas como Maya Carlin, del Centro de Política de Seguridad, no han dudado en calificar al MiG-35 como un “fracaso total”. Carlin afirma que “no importa lo que pueda afirmar el Kremlin, las capacidades reales del Mikoyan MiG-35 han demostrado ser inalcanzables”. Este tipo de comentarios genera serias dudas sobre el desempeño de este caza, que sigue siendo una incógnita en cuanto a su efectividad en combate real.
Equipado con tecnología avanzada, como un radar de matriz en fase activa (AESA) y un sistema de búsqueda y seguimiento por infrarrojos (IRST), el MiG-35 está diseñado para mejorar la capacidad de rastrear y atacar tanto objetivos aéreos como terrestres. Además, su sistema de gestión de armas combinado le permite transportar una variedad de misiles aire-aire y aire-tierra, lo que teóricamente le proporciona una gran flexibilidad operativa.
A pesar de estas características prometedoras, el MiG-35 aún no ha demostrado su verdadero potencial en un escenario de combate real, lo que genera incertidumbre entre los posibles compradores que temen que el rendimiento del avión no se ajuste a las expectativas generadas por sus especificaciones.
El MiG-35 enfrenta dificultades para competir en el mercado internacional
A pesar de contar con tecnología avanzada, el MiG-35 de Rusia se enfrenta a una notable falta de experiencia en combate, lo que ha limitado su rendimiento en el mercado global. Según Maya Carlin, del Centro de Política de Seguridad, “a pesar de poseer motores mejorados y un radar AESA, el MiG-35 no ha logrado atraer compradores, quedando por detrás de competidores globales como el F-16 y el Rafale”.
El F-16, por ejemplo, tiene décadas de experiencia en combate y es utilizado por numerosas fuerzas militares en todo el mundo, lo que ha generado una gran confianza en sus capacidades. Por su parte, el Rafale también es reconocido por su versatilidad y un historial operativo probado. Estos aviones han demostrado su eficacia en diversos conflictos, mientras que el MiG-35 no ha tenido la oportunidad de probarse en un escenario de combate real, lo que limita su atractivo.
Además del bajo desempeño en el terreno operativo, el MiG-35 enfrenta desafíos geopolíticos y económicos. La tensión derivada de la guerra en Ucrania y las dificultades económicas de Rusia han afectado su capacidad para competir en el mercado internacional de armamento. Carlin señala que “mientras Rusia se centra en su prolongado conflicto en Ucrania, los recursos limitados y los activos militares menguantes restringen aún más la producción del MiG-35, lo que hace improbable su despliegue y exportación a gran escala”.
Otro factor que dificulta su comercialización es el alto costo del MiG-35, que lo convierte en una opción menos atractiva para muchos países en comparación con otros cazas de características similares. Aunque naciones como India, Egipto y Argentina han mostrado interés en el avión, los acuerdos de compra se han visto afectados por estos obstáculos, a pesar de las capacidades avanzadas del MiG-35.
El precio elevado, junto con su limitado historial operativo, ha sido clave en su escaso éxito en el mercado de exportación. Carlin destaca que “el alto precio del MiG-35 y su limitado historial operativo han desempeñado un papel crucial en su mercado de exportación subdesarrollado”. En cambio, el F-16, con su historial de éxito comprobado, sigue siendo una opción más rentable para muchos países.
Por último, las sanciones internacionales contra Rusia han tenido un impacto considerable en la producción del MiG-35, restringiendo su acceso a componentes y tecnología avanzada necesarios para fabricar aviones de combate de última generación. Esto ha dejado a Rusia en desventaja frente a sus competidores occidentales, como Estados Unidos y Francia, que tienen acceso a tecnologías modernas y una mayor capacidad de producción.
Las limitaciones económicas de Rusia afectan la exportación del MiG-35
Las ambiciones tecnológicas del MiG-35 se ven comprometidas por las limitaciones económicas de Rusia, las cuales restringen gravemente su capacidad para producir y exportar aviones de combate de última generación. A pesar de ofrecer aviónica moderna y el potencial para integrarse con otras plataformas militares rusas, el MiG-35 no logra igualar a sus competidores en aspectos clave como la experiencia de combate y la reputación mundial.
Aviones como el F-16 y el Rafale, que han sido probados en múltiples conflictos, han ganado la confianza global gracias a su historial operativo. En contraste, el MiG-35 sigue siendo un avión no probado, con un atractivo limitado en el mercado internacional. La sofisticación tecnológica de este caza no logra compensar la falta de experiencia en el campo de batalla y las restricciones impuestas por las dificultades económicas de Rusia.
Como señala Maya Carlin, “a pesar de las afirmaciones de Rusia de que el MiG-35 es ‘excepcionalmente potente y capaz’, la realidad es que Rusia simplemente no tiene los recursos para una exportación a gran escala”. El MiG-35 enfrenta obstáculos en su comercialización, ya que Rusia se ha visto obligada a concentrar sus limitados recursos en equipar a su ejército, en lugar de impulsar la venta de plataformas militares que aún no han sido probadas en condiciones de combate reales.
El desafío para Rusia radica en equilibrar sus necesidades internas con sus ambiciones de expansión en el mercado de armamento, lo que ha dificultado aún más el éxito del MiG-35 en el ámbito internacional.
Rusia prioriza cazas avanzados sobre el MiG-35 ante desafíos económicos
De cara al futuro, Rusia parece estar enfocada en el desarrollo de cazas más avanzados, como el Su-35 y el Su-57, los cuales ofrecen un rendimiento superior y tienen mayores perspectivas de éxito en el mercado global. Mientras tanto, el MiG-35, a pesar de su avanzada tecnología, ha quedado relegado a un segundo plano dentro de las prioridades de la aviación militar rusa.
El Su-35, por ejemplo, es un avión de gama alta con una mejor maniobrabilidad y un rendimiento superior, lo que lo convierte en una opción más viable tanto para el mercado nacional como para el internacional. Este avance ha dejado al MiG-35 atrás, ya que Rusia ha optado por asignar recursos a plataformas más nuevas y con mayor potencial de venta, que puedan satisfacer mejor sus necesidades de defensa.
Como explica Maya Carlin, “Rusia no tiene una necesidad inmediata de un gran número de nuevos cazas multifuncionales debido a la disponibilidad de los MiG-29 y Su-27, que aún pueden realizar muchas de las tareas de combate requeridas”. En lugar de invertir fuertemente en la producción del MiG-35, Rusia ha decidido mantener y modernizar sus plataformas más antiguas, lo que resulta ser una solución más rentable a corto plazo.
En conclusión, aunque el MiG-35 pueda parecer impresionante sobre el papel gracias a su tecnología avanzada y capacidades, en la práctica ha quedado corto. La combinación de altos costos, falta de experiencia en combate y los desafíos económicos y geopolíticos han impedido que este avión gane terreno en el mercado global.
La decisión de Rusia de centrarse en cazas más avanzados y probados como el Su-35 y el Su-57 es una clara señal de que el MiG-35 no es una prioridad dentro de la industria aeronáutica rusa. Es posible que el MiG-35 termine siendo otro proyecto militar fallido de Rusia, pese a su ambiciosa concepción.