Boeing enfrenta un año complicado en 2024, con múltiples contratiempos que incluyen un incidente de seguridad con un 737 Max de Alaska Airlines, y provocó la inmovilización total de esta flota. A esto se suma una significativa caída en el valor de sus acciones, perdiendo un cuarto de su cotización en el mercado.
A pesar de estos desafíos, el conglomerado aeroespacial consiguió un importante contrato por 1.300 millones de dólares para suministrar Super Hornet, aunque se anticipa que la producción de estos aviones concluirá en 2027 debido a la ausencia de nuevos compradores. Paralelamente, se observa una disminución en los pedidos del F-15EX por parte del Departamento de Defensa de EE. UU.
Estos desafíos operacionales se complican aún más debido a un conflicto con los proveedores en St. Louis, afectando las líneas de producción de componentes cruciales para las aeronaves. Estos eventos destacan la vulnerabilidad de Boeing y evidencian problemas más profundos en los sectores aeroespacial y de defensa.
Problemas internos y externos magnifican la crisis en Boeing
2024 no comenzó bien para Boeing. Un incidente alarmante se presentó cuando parte del fuselaje de un 737 Max de Alaska Airlines se desprendió tras el despegue. Este suceso llevó a que toda la flota de 737 Max quedara en tierra, con Boeing bajo el escrutinio de múltiples investigaciones, incluyendo una de índole penal.
La depreciación en las acciones de Boeing se acentúa, sin signos de recuperación a corto plazo.
A inicios de año, la empresa aseguró un nuevo contrato con la Marina de EE. UU. por 1.300 millones de dólares para la fabricación de diecisiete Super Hornet, tras prolongadas negociaciones sobre el costo de estos aviones de combate bimotores. Sin embargo, Boeing no logró captar clientes adicionales, lo que presagia el fin de la producción del F/A-18E/F después de 2027.
En cuanto a los cazas F-15EX Eagle II, aunque Israel confirmó la compra de cincuenta unidades, el Pentágono redujo su solicitud de estos cazas para el año fiscal 2025, pasando de más de 200 aedos solicitados inicialmente a 144, y ahora reducidos a solo 98 en total.
La división de cazas de Boeing se encuentra en una situación apremiante, enfrentando intensa competencia de Lockheed Martin, que ha asegurado contratos para sus cazas avanzados F-22 Raptor y F-35 Lightning II. Desde la década de 2010, Boeing ha lidiado con dificultades para mantener la operatividad de su planta en St. Louis, que sostiene 16.000 empleos.
La situación podría empeorar según reportes de Meta-Defense, ya que GKN Aerospace, un proveedor clave, anunció el cierre de sus instalaciones en Hazelwood, suburbio de St. Louis. Estas instalaciones son fundamentales para la producción de componentes esenciales tanto para el Super Hornet como para el Eagle II. Melrose Industries, grupo propietario de GKN Aerospace, ha declarado que mantener operativa la planta ya no resulta económicamente viable.
En diciembre de 2022, Boeing demandó a GKN y a Melrose Industries, alegando que eran los únicos capaces de producir materiales especializados como “superplásticos” y “superficies de control de vuelo” necesarios para el F-15E Eagle II y el F/A-18E/F Super Hornet, fabricados en la cercana planta de Boeing. La demanda sostiene que Melrose buscaba forzar la venta de GKN a Boeing y había rechazado ofertas de otros interesados.
GKN y Melrose han argumentado que la operación de la planta es “insostenible”. En un punto crítico, Boeing tuvo que solicitar una audiencia de emergencia para evitar que GKN destruyera ciertas partes y materiales esenciales, a lo que GKN accedió, comprometiéndose a no desechar las piezas.
La batalla con los proveedores: Vulnerabilidad estratégica de Boeing
Este escenario podría servir de advertencia para la industria aeroespacial y, posiblemente, para el sector de defensa en general. Según St. Louis Today, la unidad de manufactura ahora operada por GKN anteriormente formaba parte de una estructura empresarial más integrada verticalmente, antes de que Boeing la vendiera a GKN en 2001.
El conflicto entre Boeing y GKN revela la dependencia crítica de Boeing en sus proveedores esenciales. En un comunicado reciente, Boeing indicó que está colaborando con GKN y Melrose para asegurar la continuidad en la producción de los modelos F-15E y F/A-18E/F.
“Estamos buscando una resolución que beneficie tanto a los empleados como a sus familias”, expresó una portavoz de Boeing.
Este dilema no es el desafío que Boeing quería enfrentar, pero podría actuar como una llamada de atención crucial para la totalidad de la industria aeroespacial y de defensa.