El proyecto franco-alemán del Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS), considerado el mayor programa de armamento de Europa, ha estado estancado, pero parece que los dos países están dispuestos a pasar a la siguiente fase. También podría eliminar un “irritante clave” en su relación bilateral, ya que las dos principales empresas implicadas están cerca de avanzar formalmente a una fase crucial del programa insignia para desarrollar un caza de sexta generación.
Airbus y Dassault Aviation están cerca de avanzar formalmente hacia una fase crucial del FCAS, que incluiría la construcción de un avión de demostración, según informó esta semana el Financial Times. Hasta la fecha, se habían destinado unos 3.800 millones de euros a esta siguiente fase -denominada “Fase 1b”- y, aunque se había fijado un plazo para finales del año pasado, las conversaciones se estancaron tras los desacuerdos sobre el reparto de la propiedad intelectual entre las empresas, la forma de dividir el trabajo y las especificaciones del avión.
Los dos países también han estado en desacuerdo sobre una serie de cuestiones, como la propuesta de un tope para el precio del gas en toda la UE, los gasoductos e incluso los programas de ayuda de emergencia para personas y empresas afectadas por la actual crisis energética en Europa. Sin embargo, este lunes parece que el programa, que se lanzó a bombo y platillo en 2017, podría ser fundamental para reparar cualquier desavenencia entre Berlín y París.
“Francia y Alemania están convencidas cada una de la importancia del FCAS”, dijo Mike Schoellhorn, jefe de defensa y espacio de Airbus, durante una conferencia en Berlín.
El programa franco-alemán -en el que ahora también participa España- se ha considerado además como crucial para la autonomía estratégica europea, y como podría reforzar los lazos políticos y militares entre dos de sus mayores economías, al tiempo que potenciaría la industria aeroespacial europea.
No es el único programa de sexta generación denominado FCAS.
El Tempest continúa
También conocido como “Tempest”, el otro sistema aéreo de combate del futuro se está desarrollando como una asociación en la que participan el Reino Unido, Suecia, Italia y Japón, que comparten los costes de investigación y desarrollo (I+D) mientras desarrollan nuevas tecnologías de vanguardia.
Como se informó anteriormente, Rolls-Royce ha desarrollado un novedoso motor de demostración de turbina de gas, Orpheus, mientras que Leonardo UK y la japonesa Mitsubishi Electric han acordado el concepto de un demostrador de tecnología de radar llamado JAGUAR.
El Tempest fue presentado por primera vez por el Ministerio de Defensa británico hace cuatro años, en julio de 2018, y en ese momento el gobierno británico anunció que gastaría 2.000 millones de libras para desarrollar la aeronave entre ese momento y 2025. El objetivo del programa ha sido entregar un sistema capaz, flexible y asequible para mediados de la década de 2030, proporcionando beneficios militares, económicos e industriales al Reino Unido, así como a sus socios internacionales del programa.
Juntos más fuertes – Probablemente no
El objetivo de ambos proyectos era disponer de aviones de combate que pudieran entrar en servicio en 2040, pero el director ejecutivo de Dassault, Eric Trappier, había advertido a principios de este año que 2050 sería más realista.
Se han hecho repetidos llamamientos para que los programas se fusionen, incluso por parte del general Luca Goretti, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea italiana el año pasado. La valoración común es que ambos están influenciados por la filosofía del sistema de sistemas del programa F-35 dirigido por Estados Unidos.
Sin embargo, dado que se considera que Tempest va a la cabeza, sería necesario lanzar un salvavidas al esfuerzo de la competencia. El hecho de que haya habido tantas disputas entre París y Berlín sería motivo suficiente para que el equipo Tempest siguiera adelante.
Además, las características técnicas de los programas que compiten no son exactamente las mismas, ni los programas se encuentran en el mismo punto de su respectivo desarrollo. Como resultado, sería simplemente un caso en el que demasiados cocineros en la cocina podrían causar problemas en lugar de ofrecer soluciones. Por tanto, es probable que Europa siga viendo proyectos FCAS en competencia.