La guerra en Ucrania y la invasión rusa del 24 de febrero cambiaron el pensamiento estratégico de algunos países europeos. Alemania, que antes de la guerra tenía una política armamentística más bien pasiva, tiene ahora otros planes. Estos planes incluyen la compra de los cazas furtivos F-35 Lightning II de la empresa estadounidense Lockheed Martin.
Alemania ya ha anunciado sus intenciones de adquirir el F-35. Esto ocurrió en marzo de este año, cuando Berlín tomó la decisión final, el buque insignia estadounidense para reemplazar el Eurofighter Typhoon alemán. Por la misma época, el conflicto ruso-ucraniano hizo que Berlín anunciara una modernización militar de casi 113.000 millones de dólares, incluyendo aviones de combate estadounidenses.
Hoy, las decisiones tomadas por la ministra de Defensa, Christine Lambrecht, y el canciller alemán, Olaf Scholz, se consideran un error. Y esta sospecha no proviene de la sociedad. Como una bofetada, esta opinión proviene de la industria de defensa alemana y de la asociación de la industria aeroespacial alemana [BDLI].
Berlín ha llegado a un acuerdo con Washington en el que las empresas alemanas no participarán en el mantenimiento, el reacondicionamiento o la revisión de los aviones. Todo el dinero va a parar a Estados Unidos, y algún otro país europeo se hará cargo del servicio y el mantenimiento de los cazas.
El BDLI incluso puso como ejemplo que las recientes compras de F-35 negociadas con varios países europeos recibirán contratos de mantenimiento locales. Incluso Suiza, que generalmente no es un participante tan activo en los mercados internacionales de armas, logró negociar un contrato de 3.000 millones de dólares para el servicio de sus aviones.
La publicación alemana Wirtschaft ha publicado su último informe, en el que afirma que este pedido es un golpe para la industria armamentística alemana. El BDLI incluso comentó la actuación del gobierno alemán y la criticó, señalando que en Berlín ni siquiera pensaron en una opción en la que participara la producción local nativa.
Uno de los principales actores de la aviación, Airbus, también expresó su opinión. Según Wolfgang Schöder, director general de Airbus Helicopters, este tipo de acciones del gobierno amenazan no solo la existencia de la industria de defensa nacional, sino también las tecnologías que se han desarrollado localmente en las últimas décadas.
Schoeder hizo el anuncio en medio del hecho de que Berlín está dispuesto a gastar más de 16.000 millones de dólares en el F-35 y en los nuevos helicópteros de transporte pesado CH-47F Chinook.
Las críticas contra las decisiones de Berlín son duras y, según varios analistas, más que merecidas. La BDLI, junto con la industria armamentística alemana a sus espaldas, dicen que no se trata solo de mantener y actualizar los avances en el extranjero, sino también de la falta de una política de defensa estratégica. Porque, según los cálculos, cerca del 30 % se destinará a la adquisición de aviones americanos, y cerca del 70 % del dinero se distribuirá a lo largo de los años para su mantenimiento.