En un hito para la defensa japonesa, los portahelicópteros clase Izumo se convierten en portaaviones, operando cazas F-35B Lightning II.
La clase Izumo lidera la modernización militar nipona
En un movimiento sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, Japón ha iniciado la transformación de sus destructores portahelicópteros clase Izumo, específicamente el JS Izumo y el JS Kaga, en plataformas capaces de operar cazas de quinta generación F-35B Lightning II. Este cambio estratégico, marcado por el exitoso despegue y aterrizaje de un F-35B en el JS Izumo, realza las capacidades defensivas de Japón y simboliza su regreso a las operaciones de portaaviones de ala fija, financiado por un presupuesto récord en defensa.
El proceso de conversión de estos buques, inicialmente diseñados para labores antisubmarinas y de apoyo humanitario, refleja un giro decisivo hacia la proyección de fuerza aeronaval. El JS Kaga ya ha sido avistado realizando pruebas de mar tras su fase de modificación en el astillero de Kure, Hiroshima, anticipando la finalización de este proyecto de envergadura. Con una inversión de 52.900 millones de dólares, el Ministerio de Defensa japonés busca la adaptación de estos destructores para fortalecer el arsenal aéreo con 42 unidades del F-35B, adquiridas a Lockheed Martin.
La reconfiguración del JS Izumo y del JS Kaga supone un avance significativo en el tablero geoestratégico de Asia, especialmente en un contexto marcado por las tensiones en el Mar de China Meridional y las aguas coreanas. Japón se posiciona así como una potencia con capacidad defensiva mejorada y un actor clave en el equilibrio de poder regional, reforzando su flota con tecnología de punta y una clara orientación hacia la disuasión.
Los portahelicópteros clase Izumo
Los destructores clase Izumo, las mayores unidades de superficie de la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón, fueron concebidos inicialmente para operaciones antisubmarinas y de apoyo en catástrofes. Construidos por la Japan Marine United Corporation (JMU) en los astilleros de Yokohama, estos buques destacan por su envergadura, capacidad de albergar múltiples helicópteros y, tras su conversión, cazas F-35B. Armados con sistemas de armas avanzados como los cañones Phalanx CIWS y SeaRAM, junto con equipamiento de guerra electrónica y sensores de última generación, representan un salto cualitativo en las capacidades ofensivas y defensivas de Japón.
La adaptación de estos buques incluye la fortificación de las cubiertas para soportar el impacto y el peso de los F-35B, además de modificaciones específicas como la incorporación de luces de orientación y puntos de cubierta resistentes al calor. Estas mejoras, fundamentales para la operación de aeronaves de despegue corto y aterrizaje vertical, subrayan el compromiso de Japón con una defensa aérea móvil y adaptable, capaz de proyectar poder más allá de sus fronteras inmediatas.
La designación de estos buques como “portaaviones disfrazados” por parte de China refleja la percepción de un cambio en el equilibrio de fuerzas en la región. Con la implementación de estas plataformas aeronavales, Japón mejora su capacidad de respuesta ante amenazas y se alinea con las potencias occidentales en términos de proyección de fuerza y tecnología militar avanzada.
El F-35B Lightning II: vanguardia de la aviación de combate moderna
El F-35B Lightning II, desarrollado por Lockheed Martin, representa la vanguardia de la tecnología de combate aéreo, ofreciendo capacidades sin precedentes en términos de sigilo, agilidad y potencia de fuego. La incorporación de estos cazas a la flota japonesa refuerza su defensa y posiciona a Japón a la vanguardia de la aviación militar moderna, en un momento en que la superioridad aérea se convierte en un factor crítico en el teatro de operaciones globales.
Frente a los desarrollos de quinta generación por parte de China y Rusia, con el Chengdu J-20 y el Sukhoi Su-57 respectivamente, la capacidad de Japón para desplegar el F-35B desde sus portaaviones adaptados promete ser un componente esencial en la disuasión y mantenimiento de la seguridad regional. Este escenario subraya la importancia de mantener una ventaja tecnológica y operativa en un contexto de creciente rivalidad militar.
La transformación de los destructores clase Izumo en portaaviones para el F-35B simboliza un hito en la defensa japonesa y refleja una evolución estratégica hacia una mayor flexibilidad y capacidad de proyección de fuerza. En un entorno geopolítico cada vez más complejo y competitivo, la modernización de la flota japonesa representa un paso adelante en su postura defensiva y en su compromiso con la paz y la estabilidad regional.