La Marina de los Estados Unidos enfrenta continuos desafíos con las implicaciones de ruido de sus operaciones del Boeing EA-18G Growler. Después de varias tentativas infructuosas para hallar una solución adecuada, ha comenzado a testar un diseño de chevron en las toberas de escape, mostrando resultados preliminares alentadores que podrían marcar un avance significativo en la reducción del impacto acústico de estas aeronaves.
Exploración de soluciones técnicas en la base aérea naval de Whidbey Island
Mientras la Armada lidia con litigios relacionados con la expansión de operaciones del EA-18G Growler en la Estación Aérea Naval de Whidbey en Washington, ha optado por probar chevrones, dispositivos diseñados para amortiguar el ruido.
Estos se instalan en la boquilla de escape del motor para disminuir las emisiones sonoras del conocido avión de guerra electrónica. Según reportes del Whidbey News-Times, pruebas recientes validan la efectividad de los chevrones para atenuar el ruido, aunque sugieren que podrían necesitar una reconfiguración considerable del motor, lo que podría complicar su implementación práctica.
Previamente, la Marina evaluó alternativas como sellos corrugados, actuadores de plasma y sistemas de inyección de aire y agua, pero estos fueron descartados por su impacto negativo en el rendimiento y la integridad del motor. Hasta la fecha, se han invertido más de 5,5 millones de dólares en la búsqueda de soluciones viables para el problema de ruido asociado al F-18 y al EA-18G.
Impacto y ajustes necesarios para la integración de los chevrones
La adopción de chevrones en toda la flota necesitará modificaciones sustanciales en el diseño del motor, lo que a su vez requerirá pruebas más exhaustivas. Esta tecnología reduce el ruido dividiendo el flujo de aire caliente del escape en múltiples corrientes más pequeñas, creando así una serie de turbulencias menores que se mezclan más eficazmente con el aire circundante, en lugar de generar una única gran turbulencia.
Un análisis realizado por la Armada revela que el EA-18G Growler emite un nivel de ruido de 115 dB a una distancia de 500 pies tras el despegue, cifra que, aunque menor a la de su predecesor, el Prowler (130 dB a igual distancia), sigue siendo considerable. No obstante, en proximidad, el Growler resulta ser 3 dB más ruidoso. Propulsado por dos motores generales Electric F414-GE-400 que producen 22,000 libras de empuje cada uno, el Growler puede alcanzar velocidades que superan Mach 1.8, destacando su capacidad operativa superior.
Impugnaciones legales y ambientales a la expansión de operaciones del Growler
La Oficina del Fiscal general de Washington y el grupo local Ciudadanos de la Reserva de Ebey (COER) han presentado una demanda contra la Marina, desafiando sus planes de expandir las operaciones del Growler, argumentando un impacto ambiental considerable tanto en la fauna local como en los residentes de la zona. Una declaración de COER expresa:
“Las sesiones de práctica de aterrizaje de portaaviones extremadamente ruidosas encienden el trauma en los veteranos con trastorno de estrés postraumático, comprometen los negocios en el hogar, interfieren con los jóvenes que hacen la tarea y disminuyen su función cognitiva, agravan las reacciones disociativas en los niños autistas, crean riesgos significativos para la salud y disminuyen e intimidan la habitabilidad en el hogar hasta tal punto que muchos se han visto obligados a reubicarse, creando vecindarios disfuncionales”.
Antes del inicio de la pandemia, la Marina había aprobado la adquisición de 33 Growlers adicionales para su base en Whidbey, lo que implicaba también un aumento considerable, de hasta cuatro veces, en las prácticas de despegue y aterrizaje tipo “toque y listo”.
Aunque la Marina llevó a cabo un estudio de impacto ambiental, críticos argumentan que este omitió considerar aspectos cruciales como el impacto en ciertas especies de aves, las emisiones de carbono y las interrupciones en ambientes educativos.
Actualmente, bajo la orden de un juez federal, la Marina está en proceso de realizar un nuevo estudio de impacto ambiental para abordar estas preocupaciones.