Con solo 20 unidades y crecientes amenazas de China y Rusia, el B-2 Spirit es insuficiente para una disuasión efectiva. El B-21 Raider busca corregir estos problemas, pero enfrenta restricciones presupuestarias.
El B-2 Spirit: capacidades, costos y vulnerabilidades
El B-2 Spirit, el bombardero furtivo desarrollado por Northrop Grumman, entró en servicio en 1997 como el único avión capaz de penetrar defensas avanzadas y lanzar armas nucleares como la B61-12. Su flota se limita a 20 unidades, con solo 15 operativas en un momento dado, lo que restringe su uso en combate y expone una vulnerabilidad estratégica clave.
Con un costo unitario de 2.000 millones de dólares y un diseño de ala volante que reduce su sección transversal de radar a 0,1 m², el B-2 combina sigilo con una capacidad de carga de 40.000 libras (18.144 kg) de armamento. Su alcance sin repostar supera las 6.000 millas náuticas (11.112 km). Ha participado en misiones estratégicas desde la Guerra de Kosovo en 1999 hasta operaciones en Irak y Libia.
El número reducido de bombarderos se debe a recortes presupuestarios posteriores a la Guerra Fría, que limitaron su producción de un plan inicial de 132 unidades a solo 20. Este factor impide su despliegue frecuente y lo reserva para ataques nucleares o de alta prioridad.
La evolución de sistemas antiaéreos como el S-400 ruso y el HQ-9 chino, con radares de baja frecuencia y misiles de largo alcance, pone en riesgo su efectividad. Si bien sigue siendo un bombardero estratégico clave, la falta de una flota más numerosa reduce su capacidad de disuasión frente a rivales con arsenales en expansión.
El B-21 Raider: un sucesor más furtivo y asequible

Para abordar estas deficiencias, el B-21 Raider se presenta como un bombardero más avanzado y sigiloso. Su radio de acción supera las 6.000 millas, y su arquitectura de sistema abierto permite actualizaciones constantes. Con un RCS estimado en 0,01 m², su sigilo es superior al del B-2.
El costo por unidad es de 700 millones de dólares, lo que facilita su producción a mayor escala. El Pentágono planea adquirir 100 unidades por un costo total de 203.000 millones de dólares hasta 2050. Sin embargo, analistas como el Center for Strategic and International Studies (CSIS) advierten que restricciones presupuestarias podrían reducir esta cifra a solo 20-30 aviones, repitiendo el error del B-2.
El B-21 es crucial para operaciones en China, Rusia o Irán, donde defensas avanzadas como el S-500 o el HQ-29 limitan las opciones de bombarderos convencionales como el B-52. Su capacidad para operar junto a drones como el Collaborative Combat Aircraft (CCA) lo hace más flexible y adaptable al combate moderno.
Datos clave sobre el B-21 Raider y su importancia estratégica
- El RCS del B-21 es de aproximadamente 0,01 m², mejor que el del B-2.
- Su carga útil proyectada es de 30.000 libras (13.608 kg), menor que la del B-2.
- El primer vuelo ocurrió en 2023, y se espera que sea operativo en 2027.
- El costo unitario de 700 millones de dólares es más asequible que el B-2.
- El Pentágono planea adquirir 100 unidades, pero restricciones pueden reducirlo a 20-30.
- Está diseñado para operar con drones autónomos en combate colaborativo.

Las restricciones presupuestarias amenazan la producción del B-21
A pesar de su menor costo, la financiación del B-21 enfrenta obstáculos. En 2024, el presupuesto de defensa de EE. UU. es de 886.000 millones de dólares, con prioridad en programas como el NGAD para cazas de nueva generación.
Si el Congreso no aprueba suficientes fondos, la producción del B-21 podría reducirse drásticamente, debilitando la disuasión estadounidense. Expertos como el general retirado John Michael Loh insisten en la necesidad de al menos 300 unidades para garantizar una presencia continua en conflictos de gran escala.
El riesgo de contar con solo 20 o 30 B-21 es similar al del B-2: una flota demasiado pequeña para mantener operaciones sostenidas contra adversarios con arsenales más numerosos. Con China expandiendo su producción de J-20 y Rusia avanzando con el Su-57, una fuerza de bombarderos limitada podría afectar la capacidad de EE. UU. para proyectar poder.
Conclusión: la urgencia de escalar la producción del B-21

El B-2 Spirit, aunque tecnológicamente avanzado, es un recurso escaso que no puede sostener la disuasión en un conflicto prolongado. Su sucesor, el B-21 Raider, ofrece mejoras en sigilo, eficiencia y adaptabilidad, pero enfrenta los mismos desafíos presupuestarios que limitaron la producción del B-2.
La necesidad de al menos 300 B-21 es evidente, pero su producción depende de decisiones políticas y financieras. Sin una inversión adecuada, EE. UU. corre el riesgo de depender de un número insuficiente de bombarderos furtivos, debilitando su capacidad de respuesta ante rivales como China y Rusia, que continúan fortaleciendo sus fuerzas aéreas.