El avión de combate ruso Su-57 aterrizó en China para el Salón Aeronáutico de Zhuhai, captando la atención por motivos inesperados. Esta última aparición ha perjudicado su reputación, ya que ha quedado claro que el avión es todo menos sigiloso. A pesar de su diseño elegante y sus revestimientos que absorben el radar, las capacidades del Su-57 presentan serias falencias.
Un observador del espectáculo aéreo, al tomar fotos del avión, sin querer, reveló detalles críticos que podrían volverse virales. Estas imágenes brindaron una visión sin precedentes del Su-57, mostrando su construcción de una forma poco común. Destaca la sorprendente cantidad de tornillos que decoran el fuselaje y las alas, en lugar de los remaches típicos en aviones furtivos.
El uso de tornillos en lugar de remaches plantea serias dudas sobre la capacidad de sigilo del avión frente a los radares. A diferencia de los remaches, que crean una unión más firme y suave entre los paneles, los tornillos sobresalen ligeramente, lo que provoca una reflexión de las ondas de radar. Esta distinción es fundamental, ya que las irregularidades de la superficie incrementan la probabilidad de detección por radar.
Implicaciones del diseño del Su-57 en su sigilo aéreo
Cada imperfección en el diseño compromete el perfil de sigilo del avión, haciéndolo más vulnerable a los sistemas de radar enemigos. Además, las uniones remachadas aseguran la integridad estructural ante las intensas fuerzas experimentadas durante maniobras a alta velocidad. En contraste, los tornillos pueden aflojarse debido a las vibraciones, lo que no es deseable en aeronaves de combate.
Las propiedades aerodinámicas de los aviones furtivos también se benefician de los remaches, ya que una superficie lisa minimiza la resistencia y permite un vuelo más eficiente. En particular, a velocidades cercanas o superiores a la del sonido, incluso las mínimas irregularidades de la superficie pueden impactar el rendimiento aerodinámico del avión.
La precisión requerida para aplicar los revestimientos que absorben el radar demanda un sustrato liso. Los remaches permiten una aplicación más uniforme de estos revestimientos en comparación con los tornillos, que podrían requerir ajustes y causar microfisuras. Cualquier defecto en este revestimiento no solo aumenta el riesgo de detección, sino que también compromete la efectividad de la tecnología de sigilo.
El problema de los tornillos en las alas del Su-57 fue detectado hace unos años, cuando las Fuerzas Aéreas rusas publicaron un vídeo del avión. Este mostraba claramente los tornillos en las alas exteriores y otros paneles del fuselaje, generando un torrente de preguntas entre expertos militares y entusiastas de la aviación.
La tecnología furtiva requiere una superficie sin juntas y una atención meticulosa a los detalles en cada componente para minimizar la visibilidad del radar. Por lo tanto, la elección de utilizar tornillos en lugar de remaches ha suscitado numerosas dudas entre los especialistas del sector.
Los expertos han especulado que los tornillos en el Su-57 podrían ser una solución temporal adoptada durante la fase de creación de prototipos o en aeronaves de preproducción. Esta elección permitiría realizar modificaciones o reparaciones más fácilmente. Sin embargo, resulta incongruente para un avión que se presenta como tecnología de vanguardia destinada a misiones operativas y a demostrar capacidades de sigilo.
Otra teoría sugiere que los tornillos se utilizan para asegurar paneles o componentes de fácil reemplazo que requieren un acceso rápido durante el mantenimiento. Generalmente, estos paneles se ubican en áreas consideradas menos críticas para la visibilidad del radar. No obstante, estas explicaciones no lograron calmar a los escépticos, quienes argumentan que los tornillos alteran la forma aerodinámica del avión y ponen en riesgo sus cualidades de absorción de radar, esenciales para mantener el sigilo.
La saga del Su-57, especialmente con respecto a sus hélices visibles, resalta los obstáculos tecnológicos y los desafíos de producción que enfrenta Rusia en el desarrollo de aviones furtivos modernos. Aunque el Su-57 intenta competir con cazas de quinta generación como el F-22 y el F-35, estos detalles plantean dudas sobre la calidad de sus estándares de fabricación y la solidez de su diseño.
Comparación de los cazas furtivos: F-22, F-35 y Su-57
Al comparar las características de sigilo del F-22, el F-35 y el Su-57, se observan no solo innovaciones tecnológicas, sino también diferencias estratégicas en el enfoque hacia la invisibilidad. El F-22 Raptor, con una sección transversal de radar [RCS] de solo 0,0005 metros cuadrados, representa la cúspide de la tecnología de sigilo. Su geometría sofisticada y superficies planas están diseñadas específicamente para minimizar la reflexión de las ondas de radar, volviéndolo prácticamente invisible para los sistemas de detección enemigos.
En contraste, el F-35 Lightning II, un caza multifunción, adopta un enfoque diferente respecto al sigilo, alcanzando un RCS de aproximadamente 0,005 metros cuadrados. Aunque su firma de radar es mayor que la del F-22, el F-35 combina un buen sigilo con sensores y sistemas de comunicación avanzados. Su versatilidad lo convierte en una opción preferida para las operaciones militares contemporáneas, a pesar de no tener la visibilidad ultrabaja de su predecesor.
Sin embargo, el Su-57 enfrenta serias dificultades para igualar los niveles de sigilo de sus homólogos estadounidenses. Con un RCS que oscila entre 0,1 y 0,5 metros cuadrados, el Su-57 sigue siendo detectable por radar, lo que cuestiona la eficacia de las tecnologías furtivas utilizadas en su diseño. A pesar de su maniobrabilidad impresionante y la variedad de armamento, los compromisos en sus capacidades furtivas subrayan los retos que enfrenta Rusia en la producción de cazas modernos.
Desafíos en la aviación militar: lecciones del Su-57
Esta dinámica entre los tres aviones resalta las diferentes prioridades estratégicas y capacidades tecnológicas de Estados Unidos y Rusia. El F-22 continúa siendo el líder indiscutible con su RCS mínimo, seguido de cerca por el F-35, mientras que el Su-57, a pesar de sus ambiciosas aspiraciones, permanece a la sombra de sus competidores estadounidenses.
En definitiva, estas disparidades no solo ponen de relieve las innovaciones en la industria de la aviación, sino que también revelan los desafíos fundamentales que enfrenta el futuro de la aviación militar.