Los submarinos estadounidenses de la clase Ohio destacan por su inigualable sigilo y ocultación submarina. Estos buques son la baza estadounidense, ya que albergan megatones de capacidad ofensiva nuclear que surcan los mares del mundo en silencio, garantizando una respuesta contundente a cualquier agresión nuclear contra Estados Unidos.
La flota consta de catorce submarinos equipados con misiles balísticos, mientras que cuatro han sido reconfigurados como lanzamisiles, equipados para desplegar más de 150 misiles de crucero con capacidad convencional contra enclaves fuertemente fortificados.
La génesis de los submarinos Ohio se remonta a la necesidad, en los años setenta, de un submarino de mayor tamaño capaz de transportar las futuras generaciones de misiles balísticos lanzados desde submarinos.
La evolución de estos misiles, en términos de longitud y diámetro, se vio impulsada por la necesidad de incorporar múltiples vehículos de reentrada de ojivas sin sacrificar, o incluso ampliando, su alcance.
Los predecesores de la U.S. Navy, las clases George Washington y Ethan Allen, no tenían la capacidad física necesaria para albergar los misiles Poseidon y la entonces proyectada serie Trident.
Avances y dimensiones de la clase Ohio: Innovaciones en submarinos
Concebida inicialmente como una mejora de la clase Lafayette, la Armada optó por un diseño innovador para la clase Ohio, motivado por los avances en la tecnología de silenciamiento de la propulsión nuclear obtenidos del USS Narwhal y su reactor de tecnología de circulación natural S5G.
Los sumergibles se diseñaron con una eslora de 560 pies y una manga de cuarenta y dos pies, lo que les permitía albergar dos filas de doce misiles Trident C-4 (posteriormente D-5) cada una.
Construidos con acero HY-80 para una mayor resistencia, estos submarinos desplazaban 18.750 toneladas sumergidas y alcanzaban velocidades operativas de más de veinte nudos.
Armados originalmente con veinticuatro misiles Trident C-4, con un alcance de 4.600 millas y ojivas de ochocientos kilotones, representaban una mejora significativa respecto al misil Poseidón.
Mientras que el Poseidón podía alcanzar objetivos como Moscú desde el Mar de Noruega, el C-4 ampliaba el radio de acción de la clase Ohio hasta el centro de Rusia y el Asia Central soviética desde posiciones aún más distantes. Esto dotó a cada submarino de un potencial ofensivo de 19,2 megatones.
En 1990 comenzó la transición al nuevo misil Trident D-5, que sigue operativo en la actualidad. Este misil, más grande y pesado, puede transportar ocho ojivas de entre 100 y 475 kilotones cada una, con un alcance efectivo máximo de 7.456 millas, lo que permite atacar cualquier punto de la antigua Unión Soviética desde la base submarina de Kings Bay (Georgia).
Dependiendo de la configuración de la ojiva, cada submarino de la clase Ohio armado con D-5 puede transportar entre 19,2 y 91,2 megatones, marcando un hito en la capacidad de disuasión nuclear submarina de Estados Unidos.
Rutinas estratégicas y operativas en la posguerra fría
Se estima que cada sumergible balístico de la clase Ohio pasa dos tercios de su tiempo operativo sumergido, organizado en dos grupos de tripulación, Azul y Dorado, que se relevan mutuamente en el mando del buque.
La duración estándar de una patrulla es de setenta días, seguida de un intervalo de veinticinco días para el cambio de tripulación en puerto, lo que da lugar a un ciclo en el que cada grupo pasa setenta días en el mar y noventa y cinco días en tierra. Este esquema operativo permite que cada nueve años el submarino sea sometido a una revisión exhaustiva que dura doce meses.
Los cambios geopolíticos posteriores a la Guerra Fría han influido en la estructura de la flota de submarinos balísticos. En virtud del tratado START II, el número de sumergibles con armamento nuclear se redujo de dieciocho a catorce.
Posteriormente, el tratado START de 2010 estableció un límite de 240 misiles Trident D-5 desplegados simultáneamente, lo que implicaba la desactivación de cuatro tubos de lanzamiento por submarino y dejaba a cada uno con una capacidad de veinte misiles. Bajo estas nuevas directrices, se estipula que cada misil lleve entre tres y seis cabezas nucleares.
Hans Christensen y Robert S. Norris, expertos en control de armamentos, estiman que en un momento dado hay entre cuatro y cinco submarinos en “alerta dura”, listos para responder a ataques nucleares inesperados, y otros dos en mantenimiento.
Una de las mejoras recientes menos visibles, pero cruciales de los misiles D-5 es la integración de la “superespoleta”, que mejora significativamente la capacidad de neutralizar objetivos fortificados, como centros de comunicaciones y silos de misiles.
Aunque esta mejora pretende legitimar una fuerza nuclear reducida, el potencial de un arsenal tan letal y sigiloso plantea dilemas de estabilidad a algunos analistas.
Innovación y modernización: Los SSGN de la clase Ohio
A los cuatro submarinos de la clase Ohio retirados de la flota balística aún les quedaban entre diez y quince años de servicio útil.
Ante esta situación, la Armada optó por una reconversión radical, transformándolos en submarinos de misiles guiados (SSGN). Esta modificación permitió a cada unidad transportar hasta siete misiles de crucero Tomahawk por tubo lanzador, para un total de 154 misiles por submarino.
Esta capacidad les permite ejecutar ataques precisos contra hasta 154 objetivos a casi mil millas de distancia, lo que los convierte en un activo inestimable en conflictos convencionales contra adversarios como Irán, Corea del Norte, Rusia o China. Las versiones SSGN destacan por su función de “brecha”, neutralizando las defensas aéreas y los centros de mando enemigos antes de la entrada en combate de las fuerzas aéreas aliadas.
Los catorce submarinos de misiles balísticos de la clase Ohio se erigen en sigilosos guardianes de Estados Unidos contra la agresión nuclear, con una vida útil prevista de cuatro décadas o más, dependiendo de cómo encajen sus sucesores, los submarinos de la clase Columbia, en los calendarios previstos.
Sus homólogos equipados convencionalmente proporcionan una capacidad de respuesta potente y versátil frente a una amplia gama de amenazas, desde entidades terroristas hasta naciones. Además de ser las máquinas de guerra más letales jamás construidas, representan una de las herramientas más adaptables del arsenal militar estadounidense.