El desarrollo y el progreso del programa Next Generation Air Dominance (NGAD) siguen siendo una de las principales prioridades del ejército, según declaró el mes pasado el secretario del Ejército del Aire, Frank Kendall, al Brookings Institute.
Esta “familia de sistemas” pretende construir un caza de superioridad aérea de sexta generación que sustituya al legendario Lockheed Martin F-22 Raptor.
El Ejército del Aire planea utilizar de forma innovadora vehículos aéreos no tripulados (UAV) para volar junto a los reactores pilotados en una estructura conocida como Aviones de Combate Colaborativo. El pasado mes de marzo, Lockheed Martin publicó una serie de ilustraciones que mostraban maquetas del nuevo caza de sexta generación.
El avión, elegante y sin cola, se dibuja repostando desde el concepto de avión cisterna LMXT del fabricante, que la imagen está promocionando claramente. Aparte de su exterior y su capacidad de reabastecimiento, el alcance de su verdadero potencial sigue siendo muy secreto.
Breve descripción del programa NGAD
Originalmente conceptualizado en 2014, el programa NGAD se esfuerza por desarrollar un sistema de superioridad aérea para la Fuerza Aérea de Estados Unidos en la década de 2030. Según el servicio, el programa examina cinco tecnologías diferentes que probablemente se incorporarán en un fuselaje de futura generación, a saber, sigilo, armas avanzadas, propulsión, diseño digital y gestión térmica de la firma de la aeronave.
Aunque los nuevos cazas incorporarán mejoras vanguardistas e innovadoras, es probable que su precio sea elevado. De hecho, Kendall indicó que un solo fuselaje podría costar “varios” cientos de millones de dólares, lo que podría suponer más del doble del precio de un caza F-35 Lightning II.
Kendall ha justificado el coste de la sexta generación reafirmando que Estados Unidos “no puede permitirse no tener superioridad aérea” ante la escalada de tensiones con China.
Si surge un conflicto en el Pacífico Sur, la inclusión de estos cazas en combate podría marcar la diferencia en el resultado.
Sin embargo, se espera que los UAV que acompañarán a los cazas pilotados sean mucho menos costosos. El secretario del Ejército del Aire detalló que “La expectativa es que estas aeronaves (no tripuladas) puedan ser diseñadas para ser menos capaces de sobrevivir y menos capaces, pero que aun así aporten muchísimo a la lucha en una mezcla que al enemigo le cueste mucho clasificar y tratar”, y añadió que “Incluso se puede sacrificar intencionadamente a algunas de ellas para atraer el fuego, si se quiere, para que el enemigo se exponga”.
¿Se acabaron los combates aéreos?
Según lo que sabemos del caza NGAD, su armazón y tamaño pueden ser mucho mayores de lo esperado. Mientras que la maniobrabilidad del F-22, más pequeño, le da una ventaja en los combates aéreos, un nuevo caza de sexta generación podría utilizar su corpulencia para transportar cargas más pesadas.
Un informe publicado en Sandboxx News explica que “un avión del tamaño de un B-21 podría no maniobrar como un caza. Pero un avión así de grande que lleve un arma de energía dirigida, con múltiples motores que produzcan una potencia eléctrica sustancial para esa arma, podría garantizar que ningún enemigo vuele en una gran cantidad de espacio aéreo. Eso es dominio aéreo”.
El programa NGAD va por buen camino
Durante el verano, Kendall anunció que las Fuerzas Aéreas entregarían algunas de las capacidades del programa NAGD antes del final de la década. El secretario del Ejército del Aire reveló que el programa NAGD había iniciado la fase de ingeniería, fabricación y desarrollo (EMD), que está a un paso de la producción. Si el calendario de Kendall es exacto, el proceso de producción del caza de sexta generación sería años luz más rápido que el de sus predecesores.
Como las tensiones entre Estados Unidos y China siguen aumentando, cuanto antes se complete el desarrollo y la producción del programa NGAD, mejor.