El Departamento de Defensa de Estados Unidos (DoD) ha anunciado un ajuste en su estrategia de adquisición de aviones F-35 para el año fiscal 2025, una decisión motivada por la necesidad de optimizar los recursos financieros disponibles.
En este contexto, el Pentágono ha fijado como objetivo la incorporación de hasta 2.500 unidades del F-35, un caza de quinta generación recientemente autorizado para su producción en serie, lo que refleja su importancia estratégica y operativa dentro del arsenal aéreo estadounidense.
Ajustes en adquisiciones del F-35 en respuesta a presiones presupuestarias
La revisión presupuestaria afectará a las adquisiciones del F-35 Lightning II previstas por Lockheed Martin para las distintas ramas de las Fuerzas Armadas estadounidenses, incluidas la Fuerza Aérea (USAF), la Armada (USN) y el Cuerpo de Marines (USMC).
A pesar de haber obtenido recientemente luz verde para la producción a gran escala, el número de aviones solicitados ha disminuido de 83 unidades en el presupuesto anterior a 68 en el presupuesto actual, detallando un ajuste específico en la adquisición por parte de la USAF de 48 a 42 reactores, y una reducción combinada para la Marina y el Cuerpo de Marines de 35 a 26 aviones.
Con una asignación presupuestaria solicitada de más de 12.400 millones de dólares para el F-35, por debajo de los 13.500 millones del ejercicio fiscal anterior, el DoD centra su inversión en unos 9.300 millones de dólares para la compra de estos aviones, complementados con unos 2.100 millones destinados a investigación, desarrollo, pruebas y evaluación (RDT&E).
De un presupuesto global de defensa propuesto de 849.800 millones de dólares para 2025, una parte significativa, 61.000 millones, se destinará a reforzar el poder aéreo mediante el desarrollo, modernización y adquisición de capacidades aéreas letales.
Más de 1.000 F-35 ya en servicio: Un éxito
Lockheed Martin, la empresa encargada del desarrollo del F-35, ha informado de retrasos en la aplicación de las actualizaciones tecnológicas previstas para el caza, concretamente el paquete de mejoras Technology Refresh 3 (TR-3).
Este contratiempo afectará a la entrega de aviones para este año, posponiendo la finalización de las actualizaciones hasta el tercer trimestre de 2024 y provocando que el Pentágono retenga pagos finales de hasta 147 millones de dólares, así como el almacenamiento temporal de más de 20 unidades del F-35 hasta la resolución de estos problemas.
Las Fuerzas Armadas de EE. UU. operan actualmente con tres versiones del F-35, adaptadas a las necesidades específicas de cada servicio: el F-35A para la USAF, con capacidad de despegue y aterrizaje convencional; el F-35B para operaciones de despegue corto y aterrizaje vertical (STOVL); y el F-35C, diseñado para operar desde portaaviones.
A lo largo de su desarrollo, el programa F-35 se ha enfrentado a una serie de retos, incluidos problemas técnicos y de software, que han prolongado su ciclo de producción más allá de dos décadas.
Restricción del presupuesto de Defensa afecta a adquisiciones aéreas estratégicas
La reestructuración financiera del Departamento de Defensa de EE. UU. ha provocado modificaciones sustanciales en sus planes de adquisición de activos aéreos, centrándose en la optimización de recursos ante las importantes restricciones presupuestarias.
Esta situación se ha traducido en una notable reducción de los fondos destinados a la adquisición de aeronaves, que han disminuido en casi 10.000 millones de dólares en comparación con el año anterior, lo que afecta no solo a la compra de nuevas unidades del F-35, sino también a la inversión en otras plataformas aéreas fundamentales para la defensa nacional.
En palabras del Subsecretario Adjunto de Defensa, Interventor de Defensa y Director Financiero, Michael McCord, “si examinan detenidamente este presupuesto, verán una disminución de la inversión no solo en programas de quinta generación, como el F-35, sino también en sistemas de cuarta y sexta generación. La reducción no se limita a un solo programa”. Esta declaración subraya la amplitud de las reducciones presupuestarias y su impacto transversal en varias iniciativas clave dentro del espectro de la defensa aérea.
Desde su introducción operativa, el F-35 ha marcado hitos significativos en la aviación militar estadounidense, con la primera integración del F-35B en el Cuerpo de Marines en 2015, seguida de la entrada del F-35A en las Fuerzas Aéreas en 2016 y, finalmente, la variante F-35C comenzó a operar en la Armada en 2019, demostrando la flexibilidad y adaptabilidad de este avanzado sistema de armas a las necesidades específicas de cada rama de las Fuerzas Armadas.