El secretario de Defensa, Dick Cheney fue quien decidió cancelar el avión furtivo de ataque A-12 Avenger II el 5 de enero de 1991.
A medida que los aviones de combate de próxima generación se acercan a su fase final, el mundo recuerda a aquellos modelos que estuvieron al borde de la producción, pero nunca llegaron a despegar. El A-12 Avenger II, diseñado como avión de ataque furtivo con base en portaaviones, iba a reemplazar al Grumman A-6 Intruder en la Armada de EE. UU. Aunque superó varios obstáculos, muchos creyeron que pronto se fabricaría. Sin embargo, fue cancelado.
Existen múltiples razones detrás de la cancelación del A-12. En 1991, el proyecto no solo estaba atrasado por año y medio, sino que los costos excedían considerablemente lo previsto, además de presentar un peso mayor al estimado.
Una investigación de la revista Air Force Magazine en 1991 atribuyó su fracaso a cuatro factores principales. Estos incluyeron una excesiva protección de los funcionarios de la Marina, una burocracia del Pentágono que evitaba complicaciones, el optimismo de los contratistas del A-12, y el secretismo extremo que obstaculizó la identificación de problemas.
Razones políticas y técnicas detrás de la cancelación del A-12 Avenger II
El secretario de Defensa, Dick Cheney fue quien decidió cancelar el A-12 Avenger II el 5 de enero de 1991. Aunque es fácil señalar los retrasos y los sobrecostos como causas principales, tal vez el colapso de la Unión Soviética fue la razón de mayor peso en esta decisión.
Al iniciar la Guerra de Corea, el MiG-15 soviético competía favorablemente con los cazas estadounidenses, aunque esto cambió con la introducción del Sabre. En Vietnam, los aviones soviéticos también dieron batalla, aunque finalmente muchos fueron derribados por cazas de EE. UU.
Durante los años 80, mientras que Estados Unidos desarrollaba tecnología avanzada, la Unión Soviética enfrentaba un estancamiento económico y tecnológico. Estados Unidos probablemente creyó que la amenaza soviética era más grande de lo que en realidad fue.
El colapso soviético aceleró la cancelación de proyectos militares
En 1990, mientras EE. UU. ya operaba el F-117 Nighthawk y el B-2 Spirit, desarrollaba el A-12 Avenger II y lo que luego sería el F-22 Raptor. Estas tecnologías superaban ampliamente las capacidades de la Unión Soviética. Sin embargo, estos programas también resultaban muy costosos.
La cronología del A-12 incluye su inicio en 1983, la elección del ganador en 1988, y su cancelación en enero de 1991, pocos meses antes del colapso oficial de la URSS. A lo largo de este periodo, importantes eventos marcaron el contexto, como el fin de la Guerra Fría en 1989.
A mediados de los años 90, el ejército ruso atravesaba dificultades significativas, perdiendo la primera guerra de Chechenia. Aunque la propaganda revivió su imagen, en la guerra de Ucrania quedó claro que la Fuerza Aérea rusa no pudo asegurar la superioridad aérea.
Impacto del fin de la URSS en los proyectos de defensa estadounidenses
La desaparición de la Unión Soviética influenció la cancelación del A-12 Avenger II. Aunque fue cancelado meses antes del colapso oficial, la decadencia soviética ya estaba en curso. La cumbre de Malta, en diciembre de 1989, marcó el fin de la Guerra Fría, justo después de la caída del Muro de Berlín.
El fin de la Guerra Fría también amenazaba la continuidad del B-2 Spirit y el F-22 Raptor. El A-12, diseñado como un “Dorito volador” para operar desde portaaviones, tenía similitudes con el B-2 Spirit, pero a menor escala y con diferentes fines operacionales.
A medida que la URSS se debilitaba, el panorama militar global cambió. La necesidad de tales programas se reconsideró, influenciada por el costo y la falta de una amenaza directa de la Unión Soviética, cuyo declive definió una nueva era.
El A-12 Avenger II: sigilo y precisión, su principal ventaja táctica
Según Alex Howlings de Sandboxx News, el A-12 Avenger II no fue diseñado para “entrar en combate mostrando los dientes”. Su capacidad de atacar sin previo aviso en espacios aéreos fuertemente disputados lo hacía invaluable para muchos funcionarios de defensa. El sigilo, combinado con armas de precisión, le permitiría atacar quirúrgicamente a los enemigos.
El A-12 Avenger II fue concebido como un bombardero furtivo naval para todo tipo de clima. La Armada tenía la intención de adquirir 620 unidades, mientras que los Marines planeaban comprar 238 y la Fuerza Aérea estaba considerando 400. En total, se habrían construido 1.258 A-12.
De haberse materializado, habría transformado la estrategia aérea de la Armada y los Marines. Sin embargo, Dick Cheney probablemente tenía razón: las guerras de esa época no requerían aviones furtivos tan avanzados y costosos como el A-12. Los Hornets de la Armada eran más que suficientes.
La capacidad furtiva del A-12 Avenger II y su rol en la defensa naval
A pesar de que muchos esperaban ver al A-12 en servicio, su cancelación evitó un gasto innecesario. Hoy en día, EE. UU. sigue liderando en tecnología militar, especialmente en comparación con Rusia. Aunque China está creciendo, el F-35C de la Armada de EE. UU. sigue siendo superior.
El A-12 habría sido un “Flying Dorito”, pero su cancelación permitió a la Armada centrarse en el desarrollo del F/A-XX de sexta generación, manteniendo su superioridad tecnológica sobre sus rivales en el aire.
La historia del A-12 Avenger II sigue siendo un recordatorio de cómo la tecnología avanzada a veces supera las necesidades del campo de batalla, y la planificación estratégica debe equilibrar capacidad y costo.