Rusia busca independizarse de la tecnología occidental, particularmente en la producción de microchips, pero enfrenta desafíos económicos y productivos para lograrlo.
Rusia y su dependencia de microchips occidentales
Desde hace años, Rusia ha confiado en microchips occidentales para potenciar dispositivos como laptops y smartphones, así como para equipos militares, incluyendo tanques, helicópteros de ataque y sistemas avanzados. Sin embargo, las sanciones por la intervención en Ucrania han dificultado la adquisición de estos componentes.
El diario ruso Kommersant citó recientemente un documento gubernamental, en el que se indica la intención de eliminar la dependencia de estos microchips para 2035. No obstante, la transición hacia la producción nacional no parece cercana.
El costo estimado para aumentar la producción de microchips rusos y compensar la actual demanda supera los 4.000 millones de dólares, una cifra significativa para el tesoro nacional.
Productoras rusas de microchips y desafíos enfrentados
Actualmente, las empresas Mikron y Angstrem destacan como las principales productoras nacionales de chips en Rusia. Ambas han tenido dificultades debido a un enfoque militar en su producción.
Según un reporte de 2022, la demanda industrial de microchips supera en más del triple a la producción interna, evidenciando el desafío en satisfacer la demanda nacional.
Las directrices gubernamentales actuales señalan que los desarrolladores rusos deben desvincularse de los chips extranjeros, especialmente en sectores críticos y militares. Esto refleja la postura del Ministerio de Industria y Comercio de Rusia, que aboga por soluciones nacionales en el ámbito radioelectrónico.
Importaciones y perspectivas futuras
A pesar de las sanciones, Rusia importó microchips por más de 502 millones de dólares en la primera mitad del año. Esto según datos reportados por el medio Verstka, que refleja la dependencia existente.
Un análisis de Yakov & Partners sugiere que, incluso si Rusia logra adquirir equipos de naciones del sudeste asiático, solo se cubriría la demanda de productos esenciales para 2030.
De hecho, algunas fuentes indican que el único microchip genuinamente ruso que podríamos ver en un futuro cercano podría ser fabricado en China, lo que pone en duda su autenticidad como producto nacional.