Un reciente vídeo difundido a través de los canales rusos en Telegram ha revelado la escalada en la producción de drones Shahed de origen iraní en suelo ruso. A pesar de la autenticidad aparente de estas imágenes, no se puede deducir automáticamente una proximidad de incremento en los ataques aéreos no tripulados.
Producción acelerada de drones Shahed: Implicaciones tácticas
Los embates nocturnos con drones Shahed sobre Ucrania se han convertido en rutinarios; solo la última noche, las fuerzas defensivas neutralizaron 18 de los 22 UAV interceptados.
Estos aparatos, con una envergadura de 2.5 metros, han sido apodados “ciclomotores” debido al característico ruido de sus motores al alcanzar velocidades de aproximación de 160 km/h. Armados con cabezas de guerra de 45 kilogramos, sus blancos habituales incluyen infraestructuras críticas como subestaciones eléctricas y transformadores, aunque su capacidad destructiva puede extenderse a edificaciones residenciales, causando estragos.
La contabilización supera los 4.400 ataques utilizando Shahed en la guerra, traduciéndose en una media superior a 240 ataques mensuales. Esto denota su predominancia sobre otras armas de largo alcance fabricadas en Rusia, debido a su bajo coste y simplicidad de manufactura en comparación con misiles balísticos y de crucero, consolidando a los Shahed como eje de la estrategia bélica rusa.
Inicialmente, los drones eran importados directamente desde Irán. Posteriormente, Rusia inició su ensamble bajo la denominación Geran (“Germanio”), evolucionando hacia una producción completamente autóctona. En los últimos dieciocho meses, se ha observado una transición hacia modelos de Shahed con un mayor contenido de componentes rusos y fuselajes presumiblemente fabricados dentro de Rusia.
Avances en la autonomía productiva de los drones Shahed
Footage of the localized production of kamikaze drones Shahed-136 aka "Geran-2" in Russia.
— Yuri Lyamin (@imp_navigator) March 5, 2024
Video from https://t.co/6Tw95VV92z pic.twitter.com/CMcKN2IIB4
En agosto, se identificó una extensa planta reconvertida para la fabricación de Shahed, ubicada en la Zona Económica Especial de Alabuga, en Tatarstán, Rusia, con el ambicioso objetivo de ensamblar más de 1.600 unidades mensuales.
El vídeo mencionado probablemente exhibe esta instalación, titulado “El invernadero de Shoigu”, en alusión al ministro de Defensa ruso Sergei Shoigu, y muestra hileras de fuselajes Shahed, incluyendo la versión estándar blanca y una nueva iteración negra más furtiva.
Aunque la producción de los fuselajes podría sugerir un avance significativo, la complejidad reside en la fabricación de otros componentes, especialmente los motores y la electrónica. Los Shahed, al igual que otras armas rusas, dependen en gran medida de componentes electrónicos extranjeros, con evidencia de piezas provenientes de Estados Unidos, China y Suiza.
La adquisición de estos componentes podría tornarse cada vez más desafiante. La versión rusa del Shahed incorpora el módulo de navegación por satélite Kometa, resistente a las interferencias, cuya capacidad productiva en Rusia es incierta.
Retos de la producción con drones: Entre las expectativas y la realidad
En julio, un documental televisivo nos ofreció una mirada interna a los esfuerzos de Alexandr Zakharov, director general de ZALA, durante su recorrido por una novedosa instalación dedicada a la manufactura de drones kamikazes tácticos Lancet. Las imágenes mostraban centenares de drones en producción, con Zakharov anunciando un aumento significativo en su producción. Sin embargo, contrariamente a las expectativas generadas por este anuncio, se observó una reducción en la presencia de Lancets en el teatro de operaciones, lo que podría atribuirse a acciones ofensivas por parte de Ucrania.
A pesar de que la planta de Alabuga parece estar generando grandes cantidades de fuselajes de drones de fibra de carbono, esto no equivale necesariamente a la capacidad para producir drones completamente operativos. Contrario a las proyecciones de un aumento constante en los ataques con Shahed, los datos actuales no reflejan esta tendencia.
El conteo de Shaheds interceptados y derribados por las fuerzas ucranianas —un indicador relativamente fiable— evidencia una fluctuación: de 230 en octubre, ascendió a 303 en noviembre, alcanzó un pico de 508 en diciembre, y posteriormente descendió a 294 en enero y 284 en febrero, desafiando la expectativa de un incremento sostenido.
La inteligencia ucraniana estima que Rusia posee la capacidad de producir entre 300 y 350 Shaheds mensualmente, lo cual se alinea con la frecuencia observada de ataques. Según el general de división Vadym Skibitskyi, de la inteligencia de Ucrania, la única pieza completamente manufacturada en Rusia es el fuselaje del dron.
Los drones, aunque visualmente imponentes, pueden compartir similitudes con las aldeas Potemkin, erigidas en el siglo XVIII por un aristócrata ruso para impresionar a la zarina Catalina la Grande: desde la distancia, proyectaban una imagen de prosperidad, mas de cerca, eran meras fachadas.
Rusia, indudablemente, aspira a incrementar la producción de Shaheds, pero persiste la incertidumbre respecto a si sus esfuerzos se traducirán en una realidad tangible o si, por el contrario, se trata de un esquema más para desviar fondos del ya de por sí corrupto Ministerio de Defensa.
Si el vídeo captura genuinamente una producción en masa, deberíamos anticipar un aumento en los ataques con Shahed en las próximas semanas. A menos, por supuesto, que las propias instalaciones de producción se conviertan en blancos prioritarios para el arsenal ucraniano de drones de ataque de largo alcance.