Presentado en 1962, el Tu-22 se distinguió como el pionero entre los bombarderos supersónicos de la Unión Soviética.
Sin embargo, este avión se enfrentaba a graves limitaciones en términos de operatividad: sus velocidades de aterrizaje superaban en 100 km/h a las de sus contemporáneos, al tiempo que mostraba una propensión al ascenso excesivo y al impacto de la cola durante la maniobra de aterrizaje.
Otras complicaciones, como un control difícil y una visibilidad limitada, acentuaban su dificultad de pilotaje. Ante estos retos, se inició un exhaustivo proceso de revisión del Tu-22.
Este proceso culminó con el desarrollo de un avión revolucionario, tan diferente que merecía una designación propia. Sin embargo, para evitar el estigma del fracaso asociado al Tu-22 y sortear las críticas de los defensores de los misiles balísticos intercontinentales, se optó por el Tu-22M, una elección discutible dada su independencia de plataforma respecto al Tu-22 original.
La diferencia más palpable entre el Tu-22 y el Tu-22M radicaba en la adopción de alas de geometría variable. Este mecanismo, famoso por su asociación con el F-14 Tomcat, especialmente tras su destacada aparición en la película “Top Gun” de 1986, está presente en varios diseños de aviones, como el F-111 Aardvark, el Panavia Tornado y el B-1 Lancer.
Transformación aeronáutica: Del Tu-22 al innovador Tu-22M
Las alas de geometría variable ofrecen la posibilidad de modificar la configuración del ala en pleno vuelo, facilitando la transición entre una configuración de ala recta —para una mayor estabilidad y maniobrabilidad a bajas velocidades— y una configuración de ala en flecha —para minimizar la resistencia aerodinámica y alcanzar velocidades supersónicas—.
El Tu-22M se ha desplegado en operaciones de combate desde finales de la década de 1980, especialmente durante la retirada soviética de Afganistán, proporcionando un importante apoyo aéreo en el ocaso del conflicto.
Sin embargo, el rendimiento del Tu-22M ha estado lejos de ser impecable, acosado por problemas de mantenimiento atribuibles a una fabricación deficiente. Tanto los motores como el fuselaje del bombardero mostraron una alarmante reducción de su vida útil.
La situación llegó a tal extremo que las Fuerzas Aéreas soviéticas contemplaron la posibilidad de emprender acciones legales contra Tupolev por introducir diseños tan problemáticos como el Tu-22M (y el Tu-160). La burocracia soviética complicó aún más el mantenimiento del Tu-22M, ya que la dificultad para adquirir piezas de repuesto provocaba periodos de inactividad de hasta seis meses y una tasa de disponibilidad operativa que apenas rondaba el 30-40%.
Recientemente, Rusia ha movilizado sus Tu-22M, concretamente la variante Tu-22M3, sobre el espacio aéreo ucraniano, centrándose en objetivos estratégicos en Mariupol. Actualmente, solo quedan sesenta y tres Tu-22M en servicio activo.