En la oscuridad del domingo, las fuerzas armadas ucranianas declararon haber llevado a cabo un asalto contra dos buques de desembarco pertenecientes a la flotilla rusa, anclados en Sebastopol, Crimea, territorio bajo control ruso.
Esta operación, probablemente llevada a cabo mediante misiles Storm Shadow, de fabricación británica, o sus análogos franceses SCALP-EG, proyectados desde bombarderos Sukhoi Su-24, ha tenido como objetivo los buques Yamal y Azov, ambos de 369 pies de eslora y pertenecientes a la clase Ropucha, reduciendo potencialmente en un 15% la capacidad operativa de la Flota del Mar Negro, que, antes de la guerra, contaba con una docena de estas unidades de desembarco.
Sin embargo, esto no parece ser suficiente para alterar significativamente la dinámica de poder en el sur de Ucrania.
Impacto de los ataques a la flota rusa en el equilibrio de poder
Ukraine targeted the Communication Center of the Black Sea Fleet.
— nhật trường ngô (@quocdungofc) March 24, 2024
There are 34 Storm Shadows missiles inbound to Sevastopol, Crimea from Ukraine. some of the missiles were intercepted, while others hit their targets. No official confirmation on the losses. pic.twitter.com/qDcN7C9ZAT
La Flota del Mar Negro, que comenzó la guerra con nueve lanchas de desembarco —seis de ellas de la clase Ropucha y tres de la clase Tapir—, recibió posteriormente refuerzos de las flotas del Báltico y del Norte.
A lo largo de dos años de intensas hostilidades, Ucrania ha conseguido neutralizar, mediante el uso de misiles y naves no tripuladas cargadas de explosivos, cinco Ropucha y un Tapir. Además, de la treintena original de grandes buques que componían la Flota del Mar Negro, han sido destruidos un crucero, un submarino, un buque de aprovisionamiento, varias patrulleras y dos corbetas lanzamisiles.
Estas acciones han debilitado significativamente el poder naval de la Flota del Mar Negro y han convertido vastas zonas del Mar Negro en zonas prohibidas para los grandes buques de guerra. Como resultado, Ucrania ha conseguido reactivar su comercio marítimo a través del Mar Negro, lo que ha supuesto un impulso vital para su economía.
Sin embargo, estos ataques no han sido oportunos para cumplir otro objetivo militar crítico: asfixiar a las fuerzas rusas situadas en el sur ocupado de Ucrania. Hasta hace unas semanas, el Kremlin dependía de los buques de desembarco de la Flota del Mar Negro y de los enlaces ferroviarios y por carretera entre Rusia y Crimea para abastecer a sus unidades militares en el sur.
Durante este periodo, era factible aislar eficazmente a las fuerzas rusas del sur neutralizando sus lanchas de desembarco y asaltando las infraestructuras de conexión, estrategias que las fuerzas ucranianas aplicaban con cierta frecuencia.
El refuerzo logístico ruso mitiga el impacto de las pérdidas navales
La situación estratégica ha evolucionado. Un notable esfuerzo de ingeniería por parte de Rusia ha culminado con la construcción de un nuevo ferrocarril que une Rostov, situada en el sur de Rusia, con las ciudades ucranianas de Donetsk, Berdyansk y Mariupol, controladas por Rusia y situadas en el sur.
Esta adición infraestructural ha conseguido reducir drásticamente el tiempo de tránsito para el transporte de mercancías desde el sur ruso hasta el frente meridional ucraniano, acortando en días los tiempos de tránsito.
En consecuencia, la dependencia rusa de su flota de desembarco para el sostenimiento logístico de sus fuerzas a lo largo del frente sur ha disminuido significativamente.
Aunque resulta alentador para los partidarios de una Ucrania libre y soberana ser testigos de la destrucción de las unidades rusas Ropucha, este hecho está dejando de ser un factor determinante en el contexto del teatro de operaciones más amplio.