Las armas hipersónicas están de moda hoy en día, pero Estados Unidos tuvo una vez un avión espacial hipersónico que estuvo en desarrollo de 1959 a 1962. Se llamaba X-20 Dyna-Soar (Dynamic Soaring) y estaba previsto que fuera reutilizable, con un solo piloto y sin otra tripulación. La Fuerza Aérea y Boeing previeron numerosas misiones para el X-20, si se hubiera llevado a cabo antes de ser cancelado en 1963. El X-20 podría haber sido utilizado para llevar a cabo reconocimientos, investigaciones científicas e incluso misiones de bombardeo hipersónico contra la Unión Soviética.
El X-20 requería importantes recursos
El Pentágono quería que tuviera una finalidad militar concreta y era demasiado caro para usarlo como banco de pruebas tecnológico y vehículo de investigación, por lo que el X-20 no pasó de la fase de prototipo. El ejército y Boeing invirtieron 410 millones de dólares (3.500 millones de dólares actuales) en el programa.
¿Un primer transbordador espacial?
Fue un proyecto interesante y adelantado a su tiempo. El X-20 allanó el camino para un avión espacial reutilizable que pudiera lanzarse en un cohete, llevar a cabo su misión y luego planear para aterrizar en una pista de aterrizaje, al igual que el transbordador espacial.
El primer material resistente al calor para el reingreso y el aterrizaje en tierra
La maqueta del Dyna-Soar medía 9 metros de largo con alas delta barridas de 6 metros. Tenía una forma redondeada sin los ángulos puntiagudos asociados a los aviones de combate. No tenía tren de aterrizaje con ruedas, sino que utilizaba puntales retráctiles. El X-20 contaba con superaleaciones resistentes al calor como el molibdeno, el grafito y el circonio en la parte inferior de la nave.
Los primeros trabajos eran prometedores
Se eligieron varios astronautas para volar el Dyna-Soar, entre ellos un piloto de pruebas de 30 años e ingeniero aeroespacial, Neil Armstrong. Los pilotos iban a empezar a volar el X-20 en modo de evaluación después de haberlo lanzado desde un bombardero B-52. Incluso se permitió al público ver el X-20 en una exhibición en Las Vegas que cautivó a la multitud. Las pruebas del cohete propulsor también fueron un éxito.
Vuelo de rebote y salto
El futuro inmediato parecía brillante para el Dyna-Soar. Los parámetros de vuelo eran únicos, ya que debía rebotar y saltar en el aire durante el vuelo. Como describió Robert F. Dorr en Defense Media Network, “en todas las etapas de su diseño y desarrollo, el Dyna-Soar era capaz de ser una nave espacial totalmente orbital. Pero a medida que el programa avanzaba, se mantuvo el énfasis en sus capacidades como avión espacial/parapente hipersónico suborbital que podía «saltar» a lo largo de la atmósfera terrestre”.
Los futuros Dyna-Soars tendrían usos militares
Los diseñadores no estaban preocupados por los obstáculos técnicos que tendrían que superar para el éxito del vuelo. Incluso previeron una iteración llamada Dyna-Soar III que sería un bombardero hipersónico de reconocimiento. A estas velocidades, el avión espacial solo podría dar un aviso de radar al enemigo de tres minutos, en comparación con los 20 minutos de aviso de un misil balístico intercontinental. A diferencia de un misil intercontinental, el avión podía ser reorientado o retirado de su misión original.
Las capacidades de reconocimiento eran robustas
El Dyna-Soar III estaba previsto para realizar también tareas de reconocimiento en vuelo. Según el sitio web de análisis espacial Astronautix, “podía planear sobre objetivos enemigos entre 45 y 90 km de altitud, proporcionando una mejor resolución que los satélites en órbita a altitudes mucho mayores. Los datos estarían disponibles para su análisis a las pocas horas del sobrevuelo, frente a tener que esperar días para la recuperación de las cápsulas de los satélites espía. El enemigo tampoco tendría ningún aviso para ocultar sus actividades, a diferencia de un satélite en su órbita predecible”.
Un nuevo secretario de Defensa era escéptico
El Dyna-Soar III parecía tener esa “finalidad militar” que buscaba el gobierno. Pero los planes de la nave espacial eran optimistas, y una nave totalmente voladora necesitaría cientos de millones de dólares más. El Dyna-Soar III no estaría listo hasta principios de la década de 1970. Esto iba a requerir demasiado dinero y recursos. Los diseñadores no estaban seguros de qué utilizar para su vehículo de lanzamiento. El programa Dyna-Soar también fue víctima de la política y de los diferentes responsables políticos de las administraciones Eisenhower y Kennedy, que no se ponían de acuerdo sobre lo que constituía el espacio civil o los proyectos espaciales militares. El secretario de Defensa, Robert McNamara, no era un fanático y la financiación se agotó. Finalmente, McNamara se dio por vencido y el programa Dyna-Soar desapareció en 1963.