Faiez Mustafa Serraj, primer ministro del internacionalmente reconocido Gobierno de Libia, con sede en Trípoli, anunció el jueves a la Asamblea General de las Naciones Unidas de 2020 que la unificación y la reconciliación siguen siendo objetivos lejanos para su país devastado por la guerra, a pesar de los “grandes sacrificios” realizados por el pueblo libio.
Serraj culpó del perdurable estado de conflicto en Libia a los adversarios que desean “tomar el poder y gobernar por la fuerza”.
“Los héroes de nuestro ejército y fuerzas armadas han demostrado que son los cimientos que derrotarán a todos los que buscan devolver nuestro país a la dictadura y al gobierno unipersonal”, añadió, trazando implícitamente una línea desde el difunto dictador Muammar Gadafi hasta la actual némesis del GNA, el General Khalifa Haftar.
Serraj felicitó a sus fuerzas armadas por evitar que “el invasor” Haftar entrara en Trípoli el año pasado, diciendo que la ciudad “se mantuvo resistente ante un ataque tiránico dirigido por el agresor y las milicias que lo apoyan”.
“Las pérdidas humanas y materiales resultantes son demasiadas para enumerarlas aquí”, mencionó. “Con el sacrificio de nuestros héroes durante la operación ‘Volcán de la Furia’, fuimos capaces de disuadir y derrotar la agresión”.
“Esto es inaceptable. Viola la soberanía y la independencia de Libia, y las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, y el derecho internacional y la costumbre”, agregó, pidiendo a esos Estados “que revisen sus posiciones” y retiren su apoyo a Haftar antes de su inevitable derrota. Invitó a las potencias extranjeras a “discutir sus preocupaciones” con el GNA, en lugar de apoyar a una fuerza militar decidida a derrocarlo.
Serraj afirmó que el “agresor” fue apoyado por “mercenarios y material” de países “conocidos por todos y mencionados en los informes de la ONU”. El principal apoyo extranjero de Haftar ha sido Rusia. Disfrutó también del apoyo de los Emiratos Árabes Unidos, Egipto y, según se informa, Arabia Saudita, además de algunos partidos de Occidente que tenían graves recelos sobre las milicias aliadas con el GNA o que pensaban que Haftar estaba en mejores condiciones de unir el país bajo un gobierno estable.
Serraj citó la participación del GNA en diversas iniciativas de paz como prueba de que desea “la paz, no la guerra”, y desea evitar más “derramamiento de sangre y pérdida de vidas”. Señaló que su gobierno llamó a un cese del fuego el 21 de agosto a la luz de la amenaza del coronavirus, y ha llamado a elecciones para marzo de 2021.
Serraj reafirmó que una resolución duradera del conflicto libio requerirá que las potencias extranjeras retiren las tropas y las armas del territorio libio, especialmente las ciudades de Sirte y Jufra. Sirte y Jufra son las ciudades que Egipto ha nombrado puntos finales de una “línea roja” que desencadenará la intervención militar en Libia si las milicias extremistas o las fuerzas turcas aliadas con el GNA la cruzan. Serraj insistió en que el GNA tiene un control soberano absoluto sobre todo el territorio libio y pidió que se reabrieran todos los puertos y yacimientos petrolíferos del país, libres de toda influencia exterior.
Según Serraj, el gobierno rival con sede en Tobruk que apoya a Haftar ha sido receptivo a las ofertas de un alto al fuego, pero “aún no hemos visto la cooperación de los grupos armados y las milicias del agresor”.
“Los consideramos responsables de cualquier enfrentamiento militar y de las bajas y la destrucción resultantes”, manifestó.
Sostuvo que solo un gobierno de plena unidad nacional con el apoyo de la comunidad internacional puede comenzar a restaurar la economía de Libia y proteger los intereses de su pueblo, y pidió la participación universal en la próxima ronda de elecciones y el reconocimiento universal de sus resultados, alegando que todas las partes son bienvenidas a participar, excepto “cualquiera cuyos delitos hayan sido legalmente probados y que haya derramado sangre libia”.
Serraj prometió el apoyo del GNA a los derechos humanos y su oposición al “terrorismo en todas sus formas”, señalando que algunas de las organizaciones terroristas activas en Libia trajeron “combatientes extranjeros”, en particular el Estado islámico, y utilizaron este músculo importado para apoderarse de los bienes nacionales de Libia para “planes malignos”.
Serraj resaltó la importancia que Libia otorga a la cuestión de la “migración irregular”, señalando que un gran número de migrantes se han “expuesto a grandes peligros y a la maldad de las redes de tráfico” que tratan de llegar a Europa desde Libia.
Expresó que la GNA está deseosa de trabajar con las organizaciones internacionales para elaborar más información sobre los migrantes en Libia, pero rechazó “los informes unilaterales que contienen información inexacta y exagerada”, refiriéndose presumiblemente a los informes de las organizaciones de derechos humanos que acusan al gobierno libio de tratar mal a los migrantes y permitir que sean reclutados por la fuerza por las milicias. Añadió que esos informes subestiman los esfuerzos de la GNA por “servir a los intereses de los migrantes” y pasan por alto al medio millón de migrantes irregulares que viven pacíficamente en Libia.
“Libia es una víctima de la migración, no su razón”, indicó. “En consecuencia, reafirmamos que la solución ideal es abordar las causas fundamentales de la migración. La comunidad internacional debe ayudar a los países de origen, alentarlos a poner en práctica verdaderos programas de desarrollo y mejorar su desempeño. Se debe hacer todo lo posible para hacer frente a la pobreza, el desempleo y todas las penurias que llevan a las personas a emprender viajes que amenazan su vida”.
Serraj continuó pidiendo que los activos de Libia congelados desde el 2011 se liberen al GNA, que se levanten las sanciones y que la comunidad internacional le ayude a recuperar los fondos que fueron trasladados fuera del país.