A primera hora del día, en una rueda de prensa, el director general del ministerio, el profesor Nachman Ash, dijo que estudiarán la posibilidad de sugerir solo la reducción de la edad de inoculación o centrarse en grupos específicos.
En declaraciones a The Jerusalem Post, dos expertos explicaron los pormenores de esta decisión y lo que la hace más difícil que la opción de inocular a los mayores de 60 años.
“La cuestión es muy compleja”, dijo el profesor Cyrille Cohen, jefe del laboratorio de inmunoterapia de la Universidad de Bar-Ilan. “En el caso de los mayores de 60 años era mucho más fácil decidir porque sabemos que son los más propensos a desarrollar síntomas más graves y morir. La gente más joven está enfermando, pero la mayoría de los pacientes graves son mayores de 60 años, así que no sé hasta qué punto podría servir dar una tercera dosis a los de 40 años porque normalmente no acaban en los hospitales”.
“Yo daría prioridad a los trabajadores sanitarios, ya que están muy expuestos y ha pasado mucho tiempo desde que se vacunaron”, dijo el profesor Nadav Davidovitch, epidemiólogo y director de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Ben Gurion del Negev. “Creo que es más importante tener en cuenta estos elementos que la edad biológica”.
Tanto Cohen como Davidovitch sugirieron que se dé un refuerzo a los menores de 60 años en caso de condiciones preexistentes.
“Después de estos grupos, quizá el siguiente paso podría ser vacunar a los mayores de 50 años, como hicimos con las primeras vacunas, y también hacer un seguimiento exhaustivo de los resultados con pruebas serológicas y análisis epidemiológicos”, señaló Davidovitch.
Según Cohen, un problema a la hora de considerar un refuerzo para personas que no corren tanto riesgo de contraer la enfermedad en sí es también la falta de datos sobre la seguridad y la eficacia de la vacuna.
“No tenemos resultados sobre la eficacia y la seguridad de la tercera dosis”, dijo. “Sí sabemos que en el caso de las personas de 60 años o más, que suelen tener menos efectos secundarios, el 88% de ellas no mostraron efectos más graves que tras la primera y la segunda vacuna, según un estudio del fondo sanitario Clalit. Sin embargo, creo que es un poco prematuro decir lo mismo de los menores de 60 años”.
Cohen dijo que no está claro cuál sería el propósito de tal decisión.
“Si la idea es proteger a la gente, tienen que demostrar que el refuerzo es seguro, si es para prevenir la propagación de la enfermedad, de nuevo no estamos seguros de si funcionaría teniendo en cuenta que la variante Delta es muy contagiosa”, remarcó.
Israel comenzó a vacunar a los pacientes inmunodeprimidos el 12 de julio y a los mayores de 60 años hace dos semanas. El jueves por la noche el comité iba a debatir algunos resultados preliminares.
Más de 750.000 personas habían sido inoculadas hasta el jueves por la noche.
Davidovitch dijo que parece que el refuerzo no provoca más efectos secundarios que la primera o la segunda dosis y señaló que varios otros países han empezado a considerarlo.
“Creo que pronto muchos países comenzarán a administrar una tercera inyección”, concluyó. “Por supuesto, debemos recordar que la primera dosis sigue siendo la más importante. La tercera ofrece cierta cobertura adicional, pero aún no está claro en qué medida”.