¿Cuántas personas hacen falta para meter un camello en un coche? No, esto no es el comienzo de un chiste, sino un hecho real que ocurrió hacia el mediodía del martes en el desierto de Judea.
Chagai Tal, de Hod Hasharon, y su amigo Shachar hicieron una excursión en jeep, que debía ir de Kfar Hanokdim, cerca de Arad, a Metzukei Dragot. En el camino, cerca de Nahal Chaver, encontraron a un grupo de beduinos que extendían una manta para un camello herido, al parecer por un desprendimiento de rocas.
“¡Vimos a ocho beduinos con mantas, intentando mover al camello”, dijo Chagai a Walla! Travel.
Según Tal, no vieron cómo estaba herido el camello, pero “vimos que intentaban ayudarlo”, recordó. “Les ayudamos a cargarlo y luego nos pidieron si les ayudábamos a transportarlo en nuestro coche”.
“Paramos el coche, sacamos unos cinturones y les ayudamos a tirar del camello durante un cuarto de hora hasta que llegamos a un camino. Entonces todos nos miramos y nos preguntamos qué hacer a continuación”.
“Les llevamos a su campamento”.
Tal y su amigo empezaron entonces a hacer sitio para el camello en el maletero del coche. “Tuve que quitar los asientos y otros equipos para hacer sitio, pero no había otra forma, teníamos que evacuarlo”, dijo.
Según Tal, tras cargar el camello en el maletero, ocurrió otra cosa increíble: ocho beduinos subieron también al coche. Para acompañar al camello, se colgaron a ambos lados del coche. “Algunos se agarraban a una barandilla desde fuera del coche y otros estaban dentro con el camello. Lo llevamos hasta su campamento, a unos 4 km”, describió y bromeó: “Después incluso tuvieron la osadía de pedirnos que les lleváramos de vuelta al sitio donde habían dejado sus burros”.
“Me dijeron que cuando un camello se rompe una pata, está acabado”.
Los beduinos pertenecen a la tribu Ka’abane, que vive en el pueblo de Dakayke (ellos lo pronuncian “Dagayge”), cerca de las colinas del sur de Hebrón. Una vez evacuado el camello, los beduinos invitaron a los dos israelíes a ser sus huéspedes y a comer. “Pero solo bebimos té y café y hablamos de fútbol”, dijo Chagai, “no tuvimos tiempo para una comida completa”.
Según él, aunque ninguno de los beduinos hablaba hebreo, su amigo se comunicaba con ellos en su árabe chapurreado. “En general, fue una experiencia agradable”, añadió.
El miércoles por la mañana, Chagai lavó los restos de sangre de camello de su coche. “Hoy he lavado el coche porque ayer volvimos tarde”, explicó.
¿Y qué pasó con el camello?
“Espero que el camello esté en paz. Me dijeron que cuando un camello se rompe una pata, está acabado, pero solo fue un rasguño, así que vivirá”.