La versión israelí del Air Force One, que fue almacenado por el gobierno anterior antes de entrar en servicio, completó el lunes otro vuelo de prueba, mientras acelera su puesta en marcha.
El proyecto de aproximadamente 750 millones de NIS (241 millones de dólares), bautizado como “Ala de Sión”, tardó años en equiparse y estaba destinado a ser utilizado por los jefes de Estado israelíes para asuntos oficiales. Pero ni los ex primeros ministros Naftali Bennett y Yair Lapid, ni el presidente Isaac Herzog tocaron el avión, que se encargó bajo el mandato del actual primer ministro Benjamin Netanyahu y estuvo estrechamente relacionado con él durante su anterior mandato.
El año pasado, el Ministerio de Defensa anunció que iba a almacenar el Boeing 767 pocos meses después de que el avión recibiera la aprobación final para despegar. Sin embargo, con el nuevo gobierno, el avión ha sido sometido recientemente a una serie de comprobaciones en tierra y vuelos de prueba.
En su última salida, el Ala de Sión despegó de la base aérea de Nevatim, en el sur del país, realizó una serie de maniobras aéreas y aterrizó en el aeropuerto Ben Gurion, informó el sitio de noticias Walla. Tras pasar un tiempo en tierra para realizar nuevas comprobaciones, el avión regresó a Nevatim.
En un mordaz informe publicado el año pasado, el interventor del Estado, Matanyahu Englman, afirmó que el coste de un vuelo medio a bordo del nuevo avión sería casi el doble que el de fletar un jet privado para asuntos oficiales. Englman también criticó la demanda de un avión con capacidad para 100-120 personas, a pesar de que el vuelo medio de un primer ministro sólo contiene 61 personas.
No obstante, Englman dijo que el nuevo avión supone “una clara mejora respecto a la situación anterior… en el nivel de seguridad, incluida la defensa del avión y la seguridad de la información”. Otros han señalado que los costes previstos de los futuros vuelos declarados por el interventor incluyen los costes ya amortizados de su creación.
El avión Boeing 767 de 20 años de antigüedad, que fue objeto de importantes reformas, incluye un despacho privado para el primer ministro, un dormitorio con baño y ducha, una cocina totalmente equipada, una sala de reuniones e incluso una “sala de guerra”.
Tras el informe del interventor en marzo, el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Yair Lapid, pidió públicamente la venta del “Ala de Sión”, diciendo que “representa todo lo que era corrupto y estaba roto en el gobierno de Netanyahu”.