El martes por la mañana se produjo una gran explosión en una fábrica de cohetes de propiedad estatal en el centro de Israel, que no causó heridos ni daños, en lo que la empresa de defensa calificó de “prueba controlada”.
La explosión levantó una enorme columna de fuego y humo en las afueras de la ciudad de Ramle, en el centro de Israel, que podía verse desde kilómetros de distancia.
La explosión tuvo lugar en la empresa de defensa Tomer, propiedad del gobierno, que fabrica sistemas de propulsión para una variedad de cohetes y misiles.
Los vídeos de la explosión se compartieron ampliamente en las redes sociales, lo que hizo especular con la posibilidad de que fuera el resultado de una avería o un sabotaje, especialmente a la luz de las actuales tensiones entre Israel e Irán. De hecho, la explosión en el delicado emplazamiento militar ocupó un lugar destacado en los medios de comunicación iraníes, que insinuaron que podría haber sido una forma de represalia por parte de Teherán por la reciente explosión en su instalación nuclear de Natanz, que se ha atribuido ampliamente a Israel.
El contratista de defensa israelí sostuvo que las imágenes eran engañosas y que se trataba de una explosión deliberada como parte de un ensayo.
“Fue una prueba controlada, sin incidentes irregulares”, dijo una portavoz de la empresa.
La explosión no fue anunciada con antelación ni comunicada a posteriori por el Ministerio de Defensa o la empresa.
Tomer, creada en 2015, es el principal productor de sistemas de propulsión para algunos de los misiles y cohetes más importantes de Israel, como el sistema de defensa aérea Arrow, el lanzador de satélites Shavit y el cohete de artillería EXTRA.