Ophir Harpaz, investigadora de la empresa cibernética israelí Guardicore, descubrió una infraestructura de ciberataques organizados que logró penetrar en más de 500 servidores, incluidos los de grandes universidades, empresas ferroviarias, organizaciones y empresas situadas tanto en Europa como en los Estados Unidos.
El ciberataque, denominado FritzFrog, se basó en el uso de contraseñas débiles, que la infraestructura de ciberataques utilizó luego para infiltrarse en los sistemas.
Harpaz se dio cuenta de que, tras la infiltración de la infraestructura, los atacantes convirtieron los sistemas en una red de pares, lo que permite que los dispositivos trabajen en colaboración, lo que da lugar a que se multipliquen las fuerzas malignas.
Durante el ataque, la infraestructura de ciberataques utilizó servidores infiltrados para buscar criptocorrientes. Sin embargo, esta no fue la intención principal del incidente general de FritzFrog, sino más bien la preparación de una infraestructura informática infectada para programar un ataque mucho mayor.
Harpaz también se dio cuenta de que los ciberatacantes también trataron de entrar en las instituciones gubernamentales de Europa y los Estados Unidos, pero finalmente fracasaron en sus intentos.
Tras el incidente, Guardicore, que tiene sedes en los Estados Unidos, Canadá, Brasil, India, México, Europa occidental y Ucrania, publicó directrices para el personal de seguridad de todo el mundo, que les permitieron comprobar si habían sido infectados por el nuevo malware.