La cuarta ola de la pandemia de coronavirus está golpeando a todo el mundo, pero el impacto que tiene varía de un país a otro. Un nuevo estudio realizado por la Universidad Hebrea ha descubierto que Israel tiene ciertas características que le dan más posibilidades de afrontar la cuarta ola mejor que otros países.
El estudio, realizado por el profesor Uzi Rebhun, del Instituto A. Harman de Judeidad Contemporánea de la Universidad Hebrea, se publicó en Migration Letters, una revista académica internacional de primera línea, con el título “Variaciones entre países en la incidencia de la COVID-19 desde la perspectiva de las ciencias sociales”.
Rebhun se centró en los treinta y seis Estados miembros de la OCDE y examinó “las características a nivel de país del momento en que se produjo el brote de coronavirus y sus tasas de morbilidad y mortalidad”.
“Recogió los datos” de los informes diarios de la Organización Mundial de la Salud y de las publicaciones oficiales de las principales organizaciones mundiales y luego “agrupó esta última información bajo tres rúbricas: sociodemográfica, comportamientos de riesgo y económica y salud pública”.
Rebhun descubrió que “la situación económica del país y los servicios sanitarios” eran “significativos para moderar los resultados sanitarios de la infección por coronavirus”.
Sin embargo, descubrió que el determinante más importante para frenar el contagio y la mortalidad son las medidas de seguridad gubernamentales -cuarentenas, cierres, rastreo, pruebas, transparencia de la información, restricciones al turismo, calidad de los servicios sanitarios y experiencia previa en emergencias nacionales-, que pueden reducir el número de infectados y de muertes en un 50% aproximadamente.
Sobre la base de este determinante, que consta de 130 parámetros abordados en el estudio, tras los 100 días iniciales de la pandemia, Israel ocupó el primer lugar entre los países de la OCDE y su conducta en ese momento lo convirtió en un modelo para muchos otros países.
El estudio también reveló que los brotes iniciales se produjeron antes en los países con mayor población inmigrante. La explicación de esto es que a menudo los inmigrantes viven en enclaves étnicos cercanos y abarrotados, no entienden el idioma nativo lo suficientemente bien como para seguir las directrices de seguridad, mientras que los inmigrantes ilegales tienden a evitar hacerse las pruebas y, en consecuencia, son más propensos a contagiar el virus a sus familiares y amigos.
Sin embargo, el estudio también descubrió que cuanto más religiosa es una población, más tarde llegan las oleadas de la pandemia. También se descubrió que la religiosidad reduce las tasas de mortalidad, ya que los pacientes de estos lugares tienen más probabilidades de recibir ayuda adicional de sus comunidades, apoyo emocional y esperanza de recuperación más allá de las probabilidades médicas objetivas.
“Hasta que la investigación médica comprenda completamente la estructura del coronavirus y desarrolle una vacuna y un medicamento para todas las mutaciones, es imperativo aplicar y mejorar los enfoques epidemiológicos”, escribió Rebhun.
“Israel tiene numerosas ventajas estructurales sobre otros países”, determinó, incluyendo el gran porcentaje de la población que está vacunada, el restablecimiento del sistema de “pase verde”, la restricción de los viajes hacia y desde el extranjero y la administración de una tercera dosis de vacuna a los ancianos.
“Unas medidas prudentes en el futuro podrían garantizar el éxito en la lucha contra la nueva y cuarta ola de la pandemia”, concluyó Rebhun.