La vida había vuelto casi a la normalidad en Israel tras su campaña de vacunación, líder en el mundo. Los restaurantes volvieron a la actividad normal, y los israelíes acudieron en masa al aeropuerto Ben-Gurion para pasar sus vacaciones de verano en el extranjero. Sin embargo, una cuarta oleada de la pandemia, iniciada hace tres meses, ha provocado un aumento vertiginoso del número de casos.
De unos pocos contagios diarios a principios de junio, el pasado jueves se diagnosticaron 11.316 nuevos casos de COVID-19, una cifra récord para el país de 9,4 millones de habitantes.
El brote ha obligado al gobierno a promulgar y volver a promulgar una serie de medidas para intentar recuperar el control de la propagación del virus. El pase verde -un certificado que se entrega a las personas vacunadas, recuperadas y que se han sometido a pruebas recientemente- se reinstauró como condición para entrar en espacios públicos cerrados, como restaurantes y gimnasios.
Y lo que es más importante, se redefinieron los requisitos para obtener el pase. Mientras que antes todos los israelíes vacunados y recuperados podían recibir un pase válido hasta el 31 de diciembre, a partir del 1 de octubre, si han pasado más de seis meses desde la recuperación o la segunda vacunación, se requiere una tercera dosis. Paralelamente, el gobierno declaró que todos los israelíes mayores de 12 años pueden programar su vacuna de refuerzo.
En la actualidad, más de 2,6 millones de israelíes se han vacunado por tercera vez, más de 2 millones solo en el último mes.