El Teniente General Aviv Kohavi, Jefe del Estado Mayor de las FDI, debatió hasta el último momento si viajar o no a Washington el sábado. La volatilidad del sector de Gaza amenazaba de nuevo con hacer fracasar el viaje, de forma similar a lo ocurrido el mes pasado, cuando las tensiones de seguridad provocaron la operación “Guardián de los Muros”.
Al final, Kohavi decidió ir, lo cual fue la decisión correcta. Hay asuntos más urgentes que Gaza, el principal de los cuales es Irán. Estados Unidos, al parecer, está decidido a finalizar un acuerdo nuclear con Irán lo antes posible y sacarlo de la agenda nacional. La información obtenida por Israel en los últimos días apunta a la voluntad de Washington de eliminar casi por completo las sanciones económicas impuestas actualmente a Irán y de hacer concesiones de gran alcance en relación con el mecanismo de supervisión internacional de sus actividades nucleares.
La elección de Ebrahim Raisi como próximo presidente de Irán significa que Teherán probablemente mantendrá su enfoque de halcón en las conversaciones nucleares de Viena, de modo que no se espera que se cierre un acuerdo en los próximos días. Esto da a Israel una estrecha ventana de oportunidad para tratar de influir en la administración de Biden y, posteriormente, en el incipiente acuerdo nuclear.
Kohavi será el primer funcionario israelí de alto nivel que aborde el desafío como parte del cambio de política del gobierno israelí. Mientras que Benjamín Netanyahu determinó que el acuerdo nuclear era defectuoso en lo fundamental y prohibió a los altos funcionarios de seguridad y diplomáticos discutir sus detalles con los estadounidenses, el primer ministro Naftali Bennett ha adoptado un enfoque diferente, según el cual un acuerdo problemático es mejor que un acuerdo terrible. En otras palabras: Dado que Estados Unidos ya ha decidido a favor de renovar el acuerdo nuclear, Israel debe hacer toda la limonada posible con el limón que le han dado.
A primera vista, parece que las posibilidades de éxito de Kohavi (junto con los otros altos cargos israelíes que se espera que visiten Washington en las próximas semanas, entre ellos el presidente Reuven Rivlin y el nuevo director del Mossad, David Barnea) no son altas. En cualquier caso, el esfuerzo merece la pena. Irán está hoy mucho más cerca de un arma nuclear de lo que estaba cuando Estados Unidos se retiró del acuerdo nuclear original en 2018; a falta de motivación estadounidense para mantener la máxima presión sobre Teherán -y mucho menos para amenazarlo militarmente- hay que encontrar nuevas formas de retrasar el consistente y desconcertante progreso de Irán en todos los parámetros de su investigación y desarrollo nuclear.
Pero las gestiones con Washington -que seguramente se presentarán al gabinete en su primera reunión del domingo- son solo una parte de las decisiones que el nuevo gobierno debe tomar en relación con el programa nuclear iraní. Además de perfeccionar la opción militar (que requiere una aprobación presupuestaria y operativa especial), Israel debe establecer otras vías de actuación para garantizar que el acuerdo nuclear se amplíe y se cumpla tal y como aseguran los estadounidenses. También debe volver a anclar los entendimientos sobre la llamada “guerra entre guerras” contra Irán, sus esfuerzos por establecer una presencia en Siria y armar a Hezbolá en el Líbano.
Es de suponer que los estadounidenses, por su parte, tratarán de desafiar al nuevo gobierno israelí en la cuestión palestina. Es dudoso que este gobierno de múltiples cabezas sea capaz de avanzar en esta cuestión (y probablemente no quiera hacerlo), pero la paz y la tranquilidad en Judea y Samaria pueden comprarse con dinero, proyectos y otros planes a largo plazo. En lo que respecta a Gaza, Israel necesita legitimidad internacional para mantenerse firme frente a Hamás cuando finalmente se inicien las negociaciones en El Cairo; y alternativamente, poder tomar represalias militares si persisten los ataques incendiarios transfronterizos.
Estas cuestiones requerirán un liderazgo coordinado y práctico. El gabinete de seguridad diplomática rara vez se reunía bajo el mandato de Netanyahu, una tendencia que probablemente cambie. El gobierno haría bien en evitar debates inútiles y centrarse en establecer una estrategia y tomar decisiones. Más allá de Irán y de la arena palestina hay retos en todos los frentes, incluso en el interno, que requieren soluciones: desde el presupuesto nacional, la estructura de las FDI y sus planes a largo plazo, hasta el acortamiento del servicio militar obligatorio, el traslado de la sede de la Dirección de Inteligencia Militar al Negev y la aguda crisis de motivación para servir en primer lugar.