El ejército israelí está ajustando su enfoque en Gaza, pasando de combates de alta intensidad a una estrategia de enfrentamiento prolongado destinado a derrocar al grupo terrorista Hamás, según informa un reportero militar del Canal 12.
Este cambio en la estrategia coincide con las demandas de Estados Unidos para que Israel reduzca los bombardeos intensos y el despliegue de tropas en áreas urbanas, justo antes de la fecha límite no oficial de enero.
De acuerdo con el corresponsal Nir Dvori, el ejército establecerá una zona buffer de un kilómetro de ancho en la frontera entre Gaza e Israel, expandiendo una zona buffer existente.
Mayoritariamente compuesta por reclutas, la infantería ocupará esta área para prevenir que los habitantes de Gaza se acerquen a la valla con Israel y realicen incursiones desde allí. Sin embargo, se espera que la presencia de tropas sea considerablemente menor que en la situación actual.
Aunque la información no se atribuye a una fuente específica, los reporteros militares israelíes suelen recibir informes de los planes del ejército, presentándolos como su propio análisis.
La nueva estrategia se basa en la suposición de que la derrota total de Hamás no se logrará a través de una ofensiva terrestre masiva, sino a través de una prolongada guerra de desgaste. Se estima que este proceso podría llevar meses o incluso años, y se combinará con esfuerzos diplomáticos y económicos, además de acciones militares.
El presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores y Defensa de la Knesset, Yuli Edelstein, señaló en una reunión que Israel está transitando de la segunda a la tercera fase de la operación militar en Gaza, y que el público debe prepararse para una guerra de larga duración.
A finales de octubre, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, declaró que una ofensiva terrestre por sí sola no sería suficiente para derrotar a Hamás, y que se requeriría una tercera fase intermedia de combates que incluiría la búsqueda de un nuevo liderazgo para Gaza, así como la eliminación de “focos de resistencia”.
Este informe surge en un momento en el que Israel tiene un control sustancial en el norte de Gaza, mientras que el sur de la región sigue estando densamente poblado de civiles y relativamente fuera del control operativo del ejército.