Se sabe que las mujeres judías enviadas a los campos de concentración bajo el régimen nazi dejaron de menstruar, pero una nueva investigación es una de las primeras en examinar la razón más allá de atribuir la infertilidad al trauma y la malnutrición.
La investigación, que cuenta con los testimonios de 93 mujeres supervivientes del Holocausto (con una edad media de 92 años) o de sus hijos, que pudieron aportar un historial reproductivo completo de las supervivientes, se ha publicado este mes en Social Science & Medicine.
Sus testimonios revelaron que, aunque muchas de las supervivientes reanudaron la menstruación al cabo de unos años, el 98% de las mujeres entrevistadas declararon que, tras los campos de concentración, no habían podido tener tantos hijos como hubieran deseado.
El 24,4 por ciento de sus embarazos terminaron en abortos y el 6,6 por ciento de sus hijos nacieron muertos. Sólo 15 de las mujeres lograron tener más de dos hijos.
La autora principal, la Dra. Peggy J. Kleinplatz, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Ottawa, sugiere que el cese repentino de la menstruación entre las mujeres judías en los campos de concentración era demasiado uniforme como para ser el único resultado de un traumatismo y de la desnutrición, un conjunto de explicaciones comúnmente aceptadas a finales de la década de 1940 y que rara vez se investigaron más. La salud sexual, la fertilidad y la menstruación han sido temas que se han dejado de lado en las últimas décadas.
Además, señala que impedir deliberadamente que los judíos se reproduzcan estaría en consonancia con el bien documentado programa de eugenesia nazi.
“¿Qué pasaba con estas mujeres en los campos de exterminio?”
“Así que mi pregunta era: ¿Qué les ocurría a estas mujeres en los campos de exterminio que era distintivo, que provocaba que se produjera inmediatamente, y [que] no podía explicarse completamente por las hipótesis del trauma, la malnutrición o ambas?” dijo Kleinplatz. “Fue entonces cuando empecé a investigar si hubo algún intento deliberado de provocar el cese de la menstruación en estas mujeres judías”.
Combinando los testimonios con los datos históricos, Kleinplatz llegó a la conclusión de que se daban esteroides sintéticos en las raciones diarias a las mujeres cautivas en un intento de interrumpir sus ciclos menstruales y, tal vez, obstaculizar su capacidad de tener hijos por completo.
Según los resultados, las únicas mujeres que no dejaron de menstruar lo atribuyeron a que detectaron algo añadido a la sopa en algunas ocasiones y se negaron a comer en esas ocasiones.
“Más preguntas que respuestas”
Kleinplatz señaló que la investigación da a las mujeres la oportunidad de contar sus historias no contadas hasta ahora, lo que es especialmente significativo ya que la memoria viva del Holocausto se desvanece con cada año que pasa.
“En esta coyuntura, nos quedan más preguntas que respuestas”, dijo. “Corresponde a los investigadores médicos, a otros científicos y a los historiadores continuar la búsqueda de las respuestas que merecen cada una de las mujeres entrevistadas en este estudio”.