BEIRUT – Los disparos de artillería desde el territorio controlado por el gobierno y los ataques aéreos mataron el sábado al menos a ocho civiles en el último enclave rebelde de Siria, la mayoría de ellos niños, y destruyeron un centro de defensa civil y una estación de agua, dijeron los trabajadores de rescate y un monitor de guerra.
El bombardeo en Ibleen, un pueblo del sur de la provincia de Idlib, alcanzó la casa de Subhi al-Assi, matándolo a él, a su esposa y a tres de sus hijos mientras dormían, según el servicio de rescate conocido como los Cascos Blancos y la Dirección de Salud de Idlib. Al-Assi era administrador de un centro de salud local.
Los bombardeos también alcanzaron la casa de un voluntario de los Cascos Blancos, también conocidos como Defensa Civil de Siria, matando a sus dos hijos. El voluntario, Omar al-Omar, y su esposa resultaron heridos, según los Cascos Blancos. En un pueblo cercano, otro niño murió y otros cuatro de la misma familia resultaron heridos, según los Cascos Blancos.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña, también informó del bombardeo y de las víctimas. El Observatorio dijo que los bombardeos fueron seguidos por ataques aéreos de presuntos aviones de guerra rusos que golpearon zonas al oeste de la ciudad de Idlib. Los Cascos Blancos dijeron que uno de sus centros fue atacado y destruido en el ataque aéreo, dejándolo fuera de servicio. Cinco voluntarios resultaron ligeramente heridos. Una estación de agua en la zona también fue atacada y puesta fuera de servicio, dijeron los Cascos Blancos.
La zona ha sido testigo de un aumento de la violencia en las últimas semanas entre las fuerzas gubernamentales y los insurgentes al borde del último bastión rebelde en la provincia noroccidental de Idlib, a pesar de una tregua negociada el año pasado.
La tregua fue negociada entre Turquía, que apoya a la oposición siria, y Rusia, el principal apoyo del gobierno sirio. En ese momento, detuvo una aplastante campaña aérea y terrestre del gobierno, respaldada por Rusia, cuyo objetivo era recuperar la región donde viven casi 4 millones de personas, la mayoría de ellas desplazadas.
Los residentes del enclave dependen de la ayuda humanitaria que llega desde el otro lado de la frontera con Turquía. La región está dominada por grupos insurgentes. Entre ellos predomina Hayat Tahrir al-Sham, un grupo antaño vinculado a Al Qaeda.