El ex espía israelí Jonathan Pollard hizo su primer discurso público recientemente, durante una reunión del movimiento Eretz HaKodesh en la ciudad de Psagot, al norte de Jerusalén.
El acto se celebró en honor del fundador de Eretz HaKodesh, el rabino Pesach Lerner, un firme defensor de los esfuerzos para conseguir la liberación de Pollard de la cárcel.
Pollard asistió al acto con su esposa, Esther Pollard, y pidió hacer un discurso a los asistentes, entre los que se encontraban el jefe del Consejo Regional de Binyamin, Yisrael Gantz, el presidente del Ejecutivo de la Organización Sionista Mundial, Yaakov HaGoel, el presidente del Fondo Nacional Judío, Avraham Duvdevani, y el vicepresidente del JNF, Shlomo Deri.
Durante su discurso, Pollard se definió a sí mismo como un “soldado” de Israel, y describió las dificultades a las que se enfrentó durante su largo encarcelamiento.
“Cuando Yaakov HaGoel me dio la bandera, me recordó mi primera visita a Ron Dermer en nuestro apartamento de Nueva York, que era tan grande como esa mesa, y le di una bandera que había guardado durante 30 años, una bandera israelí. Y si sabes algo de las prisiones americanas, tuve que luchar por ella, físicamente, luchar por mantenerla, porque era la única pizca de conexión que tenía con esta tierra”.
“Le dije a Ron en ese momento que me sentía como un soldado que había conservado la bandera del regimiento, a pesar de la derrota, y era capaz de pasarla, en pureza y honor a mi comandante que era Bibi”.
“Así que ahora me encuentro en Psagot. Esta es la tierra por la que luché y sangré. Lo recuerdo muy bien, no sé por qué decidieron no hablar de esto en el artículo de Israel Hayom, puede que fuera por razones políticas”,
“Pero no me trataron con mucha amabilidad, me rompieron la espalda y los tobillos en el interrogatorio, y cuando lo hacían lo único que podía pensar en ese momento era “Gracias”, gracias a Hashem por darme la oportunidad de no rendirme a nuestros enemigos. Porque entendí muy bien lo que estaba en juego en el interrogatorio”.
“No hice nada extraordinario, porque todos y cada uno de ustedes, los individuos que estaban viviendo en esta tierra ahora mismo, exhiben exactamente el mismo tipo de decencia y valentía y actitud heroica hacia la vida que yo traté de emular lo mejor que pude en esas circunstancias. Di las gracias a Hashem porque no sabía francamente si iba a ceder para detener la tortura o continuar con ella. Y decidí continuar, lo que hizo que se enfadaran aún más”.
“Así que aquí estamos 36 años después y estoy mirando… Esta es la tierra, esto es. Para lo que sirvió toda esa tortura. Aunque solo sea por eso, los goyim comprendieron que había al menos un judío fuera de Israel que era comparable a todos y cada uno de vosotros y eso es lo que les asustó. Muchos años después, cuando mi hermano, Pesach Lerner estaba comenzando ‘Eretz HaKodesh’. Recuerdo haber hablado con muchos rabinos de Boro Park sobre la posibilidad de unirse al movimiento, que era muy peligroso”.
“Y me dieron la oportunidad de hablar durante unos minutos por lo que había pasado y había mucha resistencia a lo que Pesach estaba haciendo y traté de recordarles que el primer sionista, el primerísimo sionista fue Avraham Avinu en Lej Lejá. Y eso tampoco le consiguió aliados, por desgracia en aquella época”.
“Así que aquí estamos, y espero que más judíos sigan nuestros pasos. Porque como le dije al primer ministro en el aeropuerto cuando aterrizamos, ‘este es nuestro futuro’. Dejamos una tierra de desolación en Nueva York cuando vinimos aquí, espiritual, cultural e incluso físicamente, y esta es la tierra por la que estamos luchando y muriendo. Esta es nuestra tierra. Esto nos fue dado por Hashem por Hakadosh Baruch Hu. No la obtuvimos de la Liga de las Naciones. No la obtuvimos de la ONU. Y seguramente no la obtuvimos de los Estados Unidos. Lo obtuvimos de Hakadosh Baruj Hu y lo pagamos con nuestra propia sangre”.
“No deberíamos avergonzarnos en absoluto de decir en voz alta y clara: ¡Esta es nuestra Tierra! Y cuando se bebe este vino, estamos bebiendo 2000 años de sangre, sudor y trabajo. Esperando y rezando por nuestro regreso a esta tierra… y aquí estamos. Así que digo, en conclusión, después de 36 años, l’Tiferet Hashem b’Yisrael”.