En cerdos que llevaban más de una hora muertos, científicos estadounidenses utilizaron un novedoso método para restablecer numerosos procesos básicos, lo que plantea serias cuestiones sobre la línea que separa la vida de la muerte.
Hace tres años que investigadores de la Universidad de Yale realizaron un experimento pionero en el que consiguieron restablecer ciertas funciones cerebrales en cerdos decapitados. Recientemente, los investigadores han logrado revivir a animales anestesiados que habían muerto por un ataque cardíaco artificial y han restaurado la circulación y la función celular de sus cuerpos.
Los investigadores emplearon un centenar de cerdos en el ensayo más reciente, y afirmaron que el procedimiento podría ampliar algún día la salud de los órganos humanos durante la cirugía y aumentar la disponibilidad de órganos de donantes.
Se mató a los cerdos, se les extrajo los órganos y se les bombeó el líquido restaurador para mejorar la salud celular y reducir la inflamación. Muchos órganos, como el hígado, los riñones, el cerebro y el corazón, pudieron recuperar su función biológica porque sus células conservaron la capacidad de contraerse.
Nenad Sestan, director del proyecto, afirmó: “También pudimos restablecer la circulación en todo el cuerpo”. El miércoles se publicaron los resultados en la prestigiosa revista Nature.
Parnia, jefe de investigación de cuidados críticos de la Universidad de Nueva York, describió el estudio como “realmente excepcional y tremendamente significativo”, según un comunicado de prensa.
Demuestra que las células de los órganos de los mamíferos, incluido el cerebro humano, como la muerte, no mueren hasta pasadas muchas horas, afirma el investigador independiente Parnia. Además, destacó las amplias consecuencias del estudio.
Nuestra norma social de la muerte como un fin en sí mismo no es científicamente válida, según Parnia. Por el contrario, la muerte es un proceso biológico que puede revertirse y tratarse horas después de producirse, según la ciencia.
El estado de isquemia se produce cuando el corazón deja de latir, lo que provoca el agrandamiento de los órganos y el colapso de las arterias sanguíneas. La terapia con OrganEx pareció mantener en funcionamiento los tejidos de los cerdos fallecidos, a diferencia de los de los animales de control a los que se les aplicó un método más estándar conocido como Ecmo, en el que se hizo circular por todo el cuerpo la propia sangre de los animales y nuevo oxígeno.
Según el investigador de Yale Zvonimir Vrselja, “Al microscopio, era imposible distinguir la diferencia entre un órgano sano y uno que había sido tratado con la tecnología OrganEx después de la muerte”.
Los investigadores observaron que la actividad celular se había restaurado en algunas partes del cerebro en el experimento de 2019 con cabezas de cerdo, pero no se identificó ninguna actividad eléctrica organizada que implicara conciencia.
Los investigadores que trabajaron con Sestan declararon que se sorprendieron cuando vieron movimientos involuntarios y espontáneos en animales que habían sido anestesiados durante todo el ensayo en sus cuellos y cabezas. Continuó diciendo que estos movimientos mostraban que se había conservado parte de las funciones motoras del paciente.
El comité de cuidado de animales de la institución y los asesores éticos externos colaboraron en el diseño del experimento. Después de seis horas, hubo que interrumpir la perfusión de OrganEx. Esto implica que si el tratamiento se hubiera llevado a cabo para siempre, los científicos no tendrían ni idea de cuánto tiempo habrían dado señales de vida los cerdos muertos.
Según los investigadores de Yale, el primer uso de OrganEx en humanos será para conservar los órganos en buen estado para su trasplante y no para mantener vivo todo el cuerpo humano.
Según Stephen Latham, director del Centro Interdisciplinario de Bioética de Yale, esta nueva técnica tiene una amplia gama de usos. Sin embargo, hay que estar atentos a cualquier ensayo futuro, especialmente a los que impliquen la perfusión cerebral.
Al sugerir que podrían ser necesarios más ensayos con cerdos para determinar si los órganos tratados con OrganEx pueden utilizarse en trasplantes, Sestan dijo que el equipo estaba discutiendo con sus expertos los próximos pasos.
Según Latham, aún falta mucho para que se pueda utilizar en humanos este tipo de experimento con todo el cuerpo. Para proceder, “hay mucho más trabajo que hacer y se requiere mucha más precisión”.
Los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. y Schmidt Futures han financiado la investigación.