La pandemia no dañó los vínculos afectivos entre la madre y el bebé, según sugieren psicólogos israelíes en una nueva investigación.
Los psicólogos estudiaron las interacciones entre 110 madres y sus bebés justo antes de que empezara la pandemia, y de nuevo varios meses después. En ambas ocasiones utilizaron métodos de observación reconocidos internacionalmente para evaluar la disponibilidad emocional en las relaciones.
“Nuestros hallazgos aportan definitivamente un mensaje tranquilizador”, declaró a The Times of Israel la Dra. Noa Gueron-Sela, que dirigió la investigación en la Universidad Ben Gurion. “Analizamos la disponibilidad emocional madre-hijo, y no encontramos un impacto negativo de la pandemia”.
Cuando el coronavirus llegó a Israel a principios de 2020, Gueron-Sela y su estudiante de doctorado Gal Doron dieron un giro al estudio madre-bebé que acababan de iniciar, para abordar el impacto de la pandemia. Temían que la agitación social, el estrés y la preocupación de muchas madres distrajeran la atención del proceso de vinculación y lo perjudicaran.
Todas las madres de su estudio habían sido observadas con sus bebés unas semanas antes, y se les encomendaron tareas que permitieron a los psicólogos explorar su conexión, como una en la que las madres veían cómo los bebés se frustraban.
Se planificó una segunda sesión, en la que se les dio instrucciones y se les observó a través de Zoom y utilizando una caja de juguetes que se dejó en la puerta de la casa de cada madre. En la evaluación inicial, la edad media de los bebés era de 3,5 meses, y en la segunda, de 12,4 meses.

“Esperábamos ver una disminución de la disponibilidad emocional de las madres y una menor capacidad para responder a las señales de los niños”, afirma Gueron-Sela. “Y por parte de los niños esperábamos ver una menor capacidad para iniciar interacciones sociales con las madres”.
Sin embargo, no encontraron tal resultado. El estudio, revisado por expertos y que acaba de publicarse en la revista Infancy, concluye que “la pandemia de COVID no ha afectado negativamente a la continuidad de la disponibilidad emocional materno-infantil como cabía esperar”.
“A pesar de los mandatos de distanciamiento físico y social, el cierre de guarderías y las restricciones a las actividades sociales y las rutinas diarias de las familias, los bebés israelíes mostraron aumentos apropiados para su desarrollo en su capacidad de respuesta social y su implicación con sus cuidadores a lo largo del tiempo”.
Gueron-Sela dio más detalles: “Las madres estaban tan disponibles emocionalmente como en épocas normales, y eran igual de capaces de ser sensibles, de estructurar las interacciones sociales, de no ser intrusivas y de seguir el ejemplo del niño. Y, lo que es más tranquilizador, vimos que la capacidad de los bebés para interactuar con sus madres aumentaba con el tiempo, como habríamos previsto normalmente”.
Reconoció que el estudio no ofrecía una imagen completa del desarrollo emocional de los bebés, sobre todo porque sólo analizaba el vínculo con la madre y no con el padre. También subrayó que los resultados se calculan como promedios y no descartan que se produzcan alteraciones del vínculo afectivo en casos concretos, que los padres deberían abordar a través de canales profesionales.
No obstante, afirmó que el estudio parece poner de relieve lo “resistentes” que suelen mostrarse los bebés durante la pandemia. Según Gueron-Sela, “la pandemia afectó mucho emocionalmente a todo el mundo, pero la mayoría de las madres de nuestra muestra no transmitieron estas emociones a sus bebés”.