La Tierra es el único hogar conocido de la vida en el universo, pero su vecino cercano Marte es un planeta bastante inhóspito en comparación. Es posible que la Tierra haya estado a punto de evitar este destino, y las rocas antiguas podrían explicar cómo, según un estudio reciente.
Los resultados de este estudio se han publicado en la revista académica Nature Communications.
Esta información arroja luz sobre la importancia del núcleo sólido de la Tierra y su papel en el campo magnético del planeta.
La magnetosfera: La seguridad de la Tierra
La magnetosfera, es decir, el campo magnético de la Tierra, es esencial para que la Tierra siga siendo habitable. Esto se debe a que actúa como un escudo, protegiendo al planeta de la radiación cósmica.
Este no es el único propósito que cumple, pero es el más importante y notable.
Sin embargo, Marte carece de campo magnético. Esto significa que los niveles de radiación en el Planeta Rojo pueden ser 40-50 veces más fuertes que en la Tierra, algo que puede inhibir la existencia de vida.
La Tierra estuvo a punto de compartir este destino.
Gran parte de la naturaleza de los orígenes del campo magnético en la Tierra sigue siendo un misterio, pero los científicos saben que en un momento dado, hace 565 millones de años, estuvo a punto de colapsar. Si eso hubiera ocurrido, la Tierra podría haber acabado en una situación similar a la de Marte.
¿Qué ocurrió? La respuesta parece ser que el sólido núcleo interno de la Tierra se formó y lo hizo rebotar.
Este estudio explica cómo.
El estudio
Para entender cómo sucedió esto, es importante comprender cómo funciona el núcleo interno.
La Tierra está formada por capas. La capa superior, donde existe toda la vida y puede prosperar, es la corteza. Debajo está el grueso manto, seguido por el núcleo externo fundido y el núcleo interno sólido.
El núcleo interno se compone de otras dos capas, una externa y otra interna.
Se cree que en el núcleo externo es donde se forma el campo magnético, creado por las corrientes eléctricas producidas por el hierro líquido.
¿Pero cómo se mide el campo magnético? Al fin y al cabo, el hierro líquido en cuestión se encuentra cerca del centro de la Tierra, a mucha más profundidad de la que los científicos pueden perforar, por no hablar de las temperaturas extremas.
Pero hay una manera.
Los minerales del núcleo acaban subiendo a la corteza. Estos minerales todavía tienen restos de las partículas magnéticas, y puede ser posible leer la dirección e intensidad de la forma del campo cuando estos minerales, antes líquidos, se solidifican.
Para ello, los investigadores estudiaron los cristales de feldespato de las rocas anortositas utilizando un láser de dióxido de carbono y un SQUID (dispositivo de interferencia cuántica superconductor).
Los resultados de este estudio arrojaron dos fechas. La primera fue hace 550 millones de años, cuando la magnetosfera comenzó a recuperarse. La segunda fue hace 450 millones de años, cuando la estructura del núcleo interno cambió para tener límites entre el núcleo más interno y el más externo.
En lo que respecta a la primera fecha, la pregunta de cómo volvió a saltar el campo magnético se responde con el hecho de que es cuando el núcleo interno comenzó a formarse, y esto, según los investigadores, dio al núcleo externo fundido el impulso que necesitaba para restaurar la magnetosfera.
La importancia de esta investigación es que arroja una luz considerable no sólo sobre los orígenes del campo magnético, sino sobre la importancia de un núcleo interno sólido, ya que éste es esencialmente el combustible que mantiene el campo magnético durante miles de millones de años y permite que el planeta sea habitable.