Llegan con la misma regularidad que el horario de verano, pero las medusas “hilo migratorio” (Rhopilema nomadica) que llegan a las costas y playas mediterráneas de Israel no son bienvenidas por los bañistas. ¿De dónde proceden estas criaturas transparentes, gelatinosas y urticantes?
Un nuevo estudio realizado en la Universidad de Haifa y publicado en la revista Frontiers in Marine Science con el título “Tracking Jellyfish Swarm Origins Using a Combined Oceanographic-Genetic-Citizen Science Approach”, ha descubierto por primera vez que el origen de nuestros enjambres de animales marinos migratorios que nadan libremente son las playas situadas frente a la parte oriental del delta del Nilo en Egipto, pero no el propio río.
El Dr. Dor Adelist, coautor del estudio y macroecólogo marino cuya investigación aborda algunos de los campos más difíciles de las interacciones entre el hombre y el océano -la pesca y las especies invasoras- admite que las medusas son su “afición y obsesión” permanentes.
“El complejo ciclo vital de las medusas hace que rastrear sus orígenes sea una tarea difícil. Utilizando modelos oceanográficos, pruebas genéticas y observaciones de “ciencia ciudadana”, hemos descubierto que el fondo del estuario del Nilo -una zona rica en fertilizantes- está habitado por diminutos pólipos a partir de los cuales se forman las medusas”, explica. “Nadando hacia el norte, las medusas llegan a las costas de nuestro país”.
Aunque llevan más de 500 millones de años en la Tierra, los científicos aún no saben lo suficiente sobre las medusas, cómo se reproducen o sus rutas migratorias. Las medusas tienen un complejo ciclo vital que comienza con el sexo en la columna de agua y la formación de una plánula fecundada con forma cilíndrica o de huevo que tiene numerosos cilios (pequeñas proyecciones en forma de pelo) utilizados para la locomoción y que nada y se posa en el fondo marino. Estos huevos sufren un proceso de metamorfosis en el fondo y se convierten en pólipos.
“Las plánulas, que tienen un tamaño inferior a un centímetro, crecen entre cuatro y diez discos que se liberan en las condiciones que les convienen. Tras su liberación, se convierten en medusas maduras. Los diminutos pólipos pueden reproducirse también de forma asexual por germinación y clonación en el fondo marino. Cuando el agua suele calentarse en abril, los pólipos liberan los discos, por lo que vemos los densos enjambres en las costas del país a principios de verano, cuando ya son grandes”, explica Adelist.
“El diminuto tamaño de los pólipos, unido a su complejo ciclo vital, hace que sea muy difícil identificar esas colonias de pólipos, mientras que, al menos en lo que respecta a las medusas que se encuentran en el Mediterráneo, los investigadores no saben exactamente dónde se encuentran sus colonias madre. Éstas son muy pequeñas y se asientan en el fondo del mar, lo que hace muy difícil su identificación”, señalan los investigadores.
En el estudio actual, Adelist y los coautores, el profesor Dror Angel y la estudiante de doctorado Hila Dror, del departamento de civilizaciones marinas de la Universidad de Haifa, junto con un equipo de investigadores de Noruega, trataron de encontrar la fuente de vida de los pólipos de los que se forman las medusas migratorias del Mediterráneo.
Los investigadores trataron de realizar una “ingeniería retrospectiva”, es decir, determinar cuándo llegan las medusas adultas a las costas de Israel y luego retroceder con las corrientes para encontrar el lugar del que proceden. El primer paso fue identificar exactamente cuándo llegaron las primeras medusas a las costas de Israel, y lo hicieron con los datos del sitio web “Meduzot Ba’am” (www.meduzot.co.il) creado por Adelist y Angel hace una década, en el que los ciudadanos informan de la presencia de medusas en tiempo real. Los investigadores utilizaron los datos de los informes de junio y julio de 2017 y 2018.
En uno de ellos, el enjambre era largo y denso; en el otro, era mucho más fino y corto. “Aunque conocemos la dirección general de las corrientes, estas pueden cambiar, detenerse e incluso voltearse de vez en cuando”, dijeron. Lo que utilizaron fue un modelo oceanográfico tridimensional con una resolución de 0,8 km llamado SINMOD, desarrollado por la organización de investigación independiente noruega SINTEF. El modelo simula la liberación de partículas virtuales desde varios puntos del espacio y su deriva pasiva en las corrientes marinas.
La zona del estuario del Nilo no sólo es rica en fertilizantes que sirven de alimento, sino que la temperatura del agua alcanza los 20ºC en torno al mes de abril. El estudio confirma las conclusiones de estudios anteriores, según las cuales todas las medusas de alambre que migran proceden de una única población que no tiene diversidad genética, lo que puede caracterizar a otras poblaciones del Mediterráneo oriental.
“Nuestras medusas, [y las] de Egipto, de Turquía [y] de todo el Mediterráneo oriental, proceden de una gran población de la misma especie y de la misma fuente”, afirman los investigadores.
Las medusas son un gran reto que hay que abordar y no un problema que haya que resolver, concluyeron, “ya que tienen importancia en la cadena alimentaria del Mediterráneo. La historia demuestra que en el mar, una nueva especie que invade un nuevo entorno nunca se erradica. Parte del reto de nuestra web es ofrecer información sobre la prevención de quemaduras por picaduras de medusas y el tratamiento recomendado para ellas”.
“Las medusas forman parte de la naturaleza”, concluyen los investigadores. “No hay que demonizarlas, y también merecen un poco de amor”.