Los pacientes con síntomas de COVID-19 a largo plazo que se exponen a la terapia hiperbárica (oxígeno a alta presión) intensiva muestran una mejora significativa de las funciones cognitivas, neurológicas y psiquiátricas.
Tras un nuevo e innovador estudio realizado en la Universidad de Tel Aviv (TAU), los tratamientos se acompañaron de imágenes avanzadas de resonancia magnética (IRM) del cerebro de los pacientes, lo que permitió identificar los daños causados por el virus del COVID-19 y relacionar las imágenes con los resultados clínicos antes y después del tratamiento con TOHB.
El estudio, el primero de este tipo en el mundo, introdujo un tratamiento prometedor para los síntomas de la COVID-19 de larga duración basado en el HBOT avanzado. El COVID de larga duración, que afecta hasta a un tercio de los pacientes infectados por el virus de la COVID-19 pero semanas o meses después de su recuperación, se caracteriza por una serie de síntomas cognitivos debilitantes como la incapacidad de concentración, la niebla cerebral, el olvido y la dificultad para recordar palabras o pensamientos. Estos síntomas continúan durante más de tres meses y a veces hasta dos años.
Hasta ahora, no se ha propuesto ninguna terapia eficaz, lo que deja sin alivio a muchos millones de enfermos en todo el mundo. Los investigadores afirman que el estudio “es el primer ensayo aleatorio y controlado que demuestra una solución real para el COVID prolongado”. Los pacientes expuestos a un protocolo intensivo de tratamientos con HBOT mostraron una mejora significativa en comparación con el grupo de control. Para los millones de personas que sufren los síntomas de la COVID-19 de larga duración, el estudio proporciona una nueva esperanza de recuperación”.
El estudio, que acaba de publicarse en la prestigiosa revista Scientific Reports con el título “La oxigenoterapia hiperbárica mejora las funciones neurocognitivas y los síntomas de la afección post-COVID: Ensayo controlado aleatorio”, fue realizado por la Universidad de Tel Aviv y el Centro Médico Shamir (Assaf Harofeh). Fue dirigido por el Prof. Shai Efrati, jefe del Centro Sagol y miembro del cuerpo docente de la Facultad de Medicina Sackler y la Facultad de Neurociencia Sagol de la TAU, y por el Dr. Shani Itskovich Zilberman, del Centro Sagol de Medicina Hiperbárica y la Facultad de Medicina Sackler de la TAU.
Otros colaboradores principales fueron el Dr. Merav Catalogna, científico principal de datos del Centro Médico Shamir, y el Dr. Amir Hadanny del Centro Sagol y de la Facultad de Medicina Sackler de la TAU.
“Hoy sabemos que, en algunos pacientes, el virus COVID-19 penetra en el cerebro a través de la placa cribiforme, la parte del cráneo situada justo encima de la nariz, y desencadena una lesión cerebral crónica, principalmente en regiones cerebrales del lóbulo frontal y responsables de la función cognitiva, el estado mental y la interpretación del dolor”, explicó Efrati. “En consecuencia, los pacientes afectados experimentan un deterioro cognitivo a largo plazo, con síntomas como niebla cerebral, pérdida de concentración y fatiga mental. Además, como el lóbulo frontal está dañado, los pacientes pueden sufrir alteraciones del estado de ánimo, depresión y ansiedad”.
Estos síntomas clínicos, identificados en pacientes de todo el mundo, fueron corroborados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en una definición oficial de la llamada “COVID larga” emitida en octubre de 2021, incluyendo la disfunción cognitiva como uno de los síntomas comunes. Un estudio reciente de las Universidades de Cambridge y Exeter informó de que el 78% de los pacientes con COVID de larga duración tenían dificultades de concentración; el 69% informó de niebla cerebral; y el 68% se quejaba de olvido. Así pues, los efectos de la COVID-19 a largo plazo pueden ser muy perjudiciales para la calidad de vida de quien la padece, y todavía no se ha encontrado ningún tratamiento eficaz.
En el nuevo estudio dirigido por la UAT, utilizaron el HBOT, que ya ha demostrado su eficacia en el tratamiento de otras formas de lesiones cerebrales, como los accidentes cerebrovasculares, los traumatismos, el deterioro cognitivo relacionado con la edad y el TEPT resistente al tratamiento, en el esfuerzo global por encontrar una solución para la COVID-19 de larga duración.
El estudio, diseñado como un ensayo clínico prospectivo, aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo, incluyó a 73 pacientes con síntomas cognitivos posteriores a la COVID-19, como incapacidad para concentrarse, niebla cerebral, olvido y dificultad para recordar palabras o pensamientos, que persistían durante más de tres meses tras una prueba RT-PCR que confirmaba la infección por COVID-19.
Los participantes se dividieron en dos grupos: 37 pacientes recibieron tratamiento con TOHB, mientras que 36 pacientes formaron un grupo controlado con placebo. Tanto los pacientes como los investigadores desconocían el protocolo de tratamiento designado. El protocolo único consistía en 40 sesiones diarias de TOHB, cinco sesiones por semana en un periodo de dos meses, en las que los pacientes entraban en una cámara de TOHB de varias plazas y respiraban oxígeno al 100% por máscara a dos atmósferas absolutas (ATA) durante 90 minutos con fluctuaciones de oxígeno. El grupo de control recibió un tratamiento placebo, respirando aire normal.
Además, todos los participantes se sometieron a una prueba cognitiva informatizada, así como a imágenes cerebrales avanzadas de alta resolución en dos momentos: al entrar en el ensayo y al finalizarlo.
Resultados alentadores
Los resultados fueron muy alentadores. Los pacientes tratados con TOHB mostraron una mejora significativa, mientras que en el grupo de control los síntomas de COVID de larga duración permanecieron prácticamente inalterados. En los pacientes tratados con TOHB, las mayores mejoras se produjeron en la función cognitiva global, la atención y las funciones ejecutivas (la capacidad de planificar, organizar, iniciar, autocontrolar y controlar las propias respuestas para lograr un objetivo). Otros beneficios fueron una mayor velocidad de procesamiento de la información, una mejora de los síntomas psiquiátricos, más energía mental, una mejor calidad del sueño y menos dolor corporal. Todos los resultados clínicos se correlacionaron con las imágenes cerebrales de los participantes, indicando un cambio significativo en las partes del cerebro relacionadas con cada función, que habían sido visiblemente dañadas por el virus del COVID-19.
Itskovich Zilberman afirmó que “sabemos que la OHB repara los daños cerebrales mediante un proceso de regeneración, generando nuevas neuronas y vasos sanguíneos. Creemos que los efectos beneficiosos del protocolo de tratamiento único en este estudio pueden atribuirse a la neuroplasticidad renovada y al aumento de la perfusión cerebral en las regiones asociadas a las funciones cognitivas y emocionales”.
“Por primera vez, nuestro estudio propone un tratamiento eficaz para el debilitante síndrome COVID largo, reparando la lesión cerebral con un protocolo intensivo de HBOT”, concluyó Efrati. “Además, el estudio revela el daño biológico muy real en los tejidos cerebrales inducido por el virus COVID-19 y cómo la reparación de este daño reduce los síntomas y puede conducir finalmente a la recuperación. Desde una perspectiva más amplia, estos hallazgos también pueden sugerir que otros síndromes neurológicos y psiquiátricos podrían ser desencadenados por agentes biológicos como los virus, abriendo nuevas posibilidades para futuros tratamientos”.