Con el objetivo de reducir la huella de carbono de su campus, la Universidad de Tel Aviv (TAU) se convertirá en la primera institución de enseñanza superior de Israel en pasar por completo a la electricidad sostenible en dos años mediante células fotovoltaicas en los tejados. Incluso intentará reducir la cantidad de comida preparada para los eventos y reducir los residuos.
La decisión se tomó tras encargar un estudio exhaustivo que evaluó las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) generadas por todas las actividades del campus, con el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono en la próxima década.
El Comité de Campus Verde de la universidad utilizará el informe para formular planes prácticos de reducción de emisiones. Entre otras cosas, examinará la posibilidad de aumentar el uso de fuentes de energía renovables en lugar de depender de la electricidad producida por la quema de gas natural.
El Comité del Campus Verde presentó un informe externo, exhaustivo y objetivo, elaborado por EcoTraders, una empresa de asesoramiento sobre gestión medioambiental y energética líder en Tel Aviv que proporciona a las instituciones formas de luchar contra el cambio climático y promover la eficiencia energética y la difusión de tecnologías sostenibles, según el Protocolo de GEI. El protocolo es el marco global estandarizado que se utiliza para medir las emisiones de gases de efecto invernadero. La empresa evaluó todas las emisiones de gases de efecto invernadero del campus, tanto directas como indirectas.
La TAU ya ha dado pasos hacia este objetivo en el pasado, con la creación de su Centro de Cambio Climático, un grupo de reflexión multidisciplinar que reúne a docenas de investigadores de unidades de todo el campus y socios privados, industriales y gubernamentales para buscar soluciones novedosas para adaptarse al cambio climático y mitigar sus efectos nocivos. Se construirá un laboratorio de biorrefinería en alta mar para desarrollar, probar y perfeccionar tecnologías de cultivo y procesamiento de algas marinas, una fuente renovable de alimentos y combustible aún sin explotar.
El exhaustivo informe incluye detalles sobre todas las instalaciones del campus que son propiedad de la universidad y están gestionadas por ella, incluidas las residencias de estudiantes Broshim y Einstein. También se evaluó la huella de carbono de los proveedores de la universidad, desde el consumo de electricidad en el campus, pasando por el transporte y los insumos de construcción, hasta la comida que se sirve en las conferencias y cafeterías. El informe se realizó tomando como referencia los datos de emisiones de la universidad en 2019, el año anterior al estallido de la pandemia de COVID-19, que interrumpió muchas actividades, lo que provocó una reducción temporal de las emisiones.
El presidente de la TAU, el profesor Ariel Porat, que también preside el Comité del Campus Verde, explicó que la universidad “ha decidido poner su modesta parte en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo cual es crucial para abordar la crisis climática. Tenemos la intención de formular un plan metódico y detallado de 10 años, con el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono más adelante. Nuestra esperanza es inspirar a otras instituciones de Israel y de todo el mundo para que adopten medidas similares que, además, contribuyan a educar a las próximas generaciones sobre este importante tema”.
El director general de la TAU, Gady Frank, añadió: “Estamos trabajando para que en dos años toda la electricidad producida en el campus sea verde. Actualmente, tenemos más de 5.000 metros de células fotovoltaicas, y nuestro objetivo es triplicar su cantidad en los tejados del campus. Además, instalaremos instalaciones de almacenamiento, lo que aumentará drásticamente el rendimiento de estas células solares. El resto de la energía se comprará a proveedores privados especializados en la producción de energía exclusivamente de fuentes verdes”.
La TAU afirma que da gran importancia a la adopción de medidas para utilizar energía sostenible, reciclar agua y materiales, limitar el uso de papel, reducir las emisiones causadas por el transporte y los vuelos, e introducir procedimientos de compra ecológicos, con el objetivo de alcanzar eventualmente la neutralidad de carbono. Espera que otras universidades israelíes sigan sus pasos.
El informe
El informe mostró que en 2019, la TAU fue responsable de emisiones de gases de efecto invernadero que ascendieron a aproximadamente 70.000 toneladas de dióxido de carbono. La gran mayoría de las emisiones (93%) fueron indirectas, y solo el 7% implicó emisiones directas relacionadas con la energía del campus, principalmente de sus sistemas de aire acondicionado.
El consumo de electricidad en el campus ascendió a un 42%; la producción y gestión de residuos, a un 11%; el transporte diario de 40.000 estudiantes y profesores hacia y desde el campus, así como los vuelos de miembros del personal y estudiantes al extranjero, a un 12%; los servicios de comida y bebida, a un 7%; los insumos de construcción y mantenimiento de edificios, a un 4%; el combustible y la energía para las instalaciones de la universidad, a un 4%; las compras, a un 4%; y los equipos informáticos y de laboratorio, a un 3%. El 6% restante de las emisiones fueron producidas por actividades de otras categorías.
Al compararse con 21 universidades punteras de todo el mundo que realizaron procesos similares, la TAU ocupa el noveno lugar en cuanto a emisiones por metro cuadrado construido y el duodécimo en cuanto a emisiones per cápita. La TAU es responsable de la emisión de 1,56 toneladas de gases de efecto invernadero per cápita al año, frente a las 8,2 toneladas de la Universidad de Yale, las 2,7 toneladas de la Universidad de Melbourne y las 0,73 toneladas de la Universidad Leuphana de Lüneburg, en Alemania.
“El informe muestra claramente que el consumo de electricidad es el factor más contaminante en el campus”, afirma el equipo de expertos. “En el pasado, no teníamos la opción de reducir las emisiones generadas por el consumo de electricidad, ya que el método de producción estaba determinado por la Corporación Eléctrica de Israel. Pero ahora, con la apertura del mercado de la energía, planeamos considerar una transición de los proveedores de electricidad que queman gas natural a los proveedores que se basan en energías renovables y ampliar la producción independiente de energía solar dentro del campus. En cuanto a la adquisición de alimentos, nos proponemos evaluar diversas posibilidades: desde reducir la cantidad de alimentos consumidos limitando la cantidad de dinero que cada persona puede gastar, hasta impedir el pedido de productos cárnicos para eventos y quioscos”.
El equipo concluyó que el nuevo informe establece la infraestructura que permite a la UAT tener una visión holística de sus emisiones totales de gases de efecto invernadero e identificar las actividades que más contaminan.
“Nos permitirá controlar e inspeccionar la reducción de las emisiones a lo largo del tiempo y comparar las cifras con los valores originales”, dijo el equipo. “No es trivial que la universidad invierta recursos en la recopilación y el análisis de los datos, y es aún menos trivial que la universidad publique estos datos. Pero estamos comprometidos con nuestra visión estratégica de esforzarnos por alcanzar la neutralidad del carbono en el futuro”.