Siendo el dinero el nervio de la guerra, la profunda crisis económica en la que se hunde Irán como resultado de las sanciones norteamericanas no está exenta de impacto en sus dependientes, y en primer lugar en el Hezbolá libanés. Las enormes pérdidas financieras derivadas de las nuevas sanciones, las relativas a las exportaciones de petróleo, obligan a Teherán a reducir su ayuda a las organizaciones terroristas afiliadas a ella en el extranjero, la principal de las cuales es Hezbolá.
Hasta ahora, Hezbolá del Líbano ha recibido una generosa ayuda anual de 700 millones de dólares de su patrocinador, Irán; que procedía precisamente de los ingresos procedentes de las exportaciones iraníes de petróleo crudo. Según fuentes árabes, estas cantidades ya se han reducido a la mitad.
Además, las dificultades financieras a las que se enfrenta la organización terrorista chiíta también se deben a otros factores: el control cada vez más estricto que ejercen los Estados Unidos sobre sus canales de financiación, incluidas sus cuentas bancarias y las organizaciones o personas musulmanas de todo el mundo que contribuyen directa o indirectamente a Hezbolá. La práctica masiva de lavado de dinero de Hezbolá también está bajo el escrutinio de la administración Trump.
Así, por primera vez, el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, utilizó su discurso de mayo para pedir “generosidad de los donantes”. Hezbolá también ha establecido un fondo en el Líbano llamado “Fondo de Apoyo a la Resistencia”.
Esta crisis es ahora claramente visible en la actitud diaria de la organización: por primera vez en sus 36 años de historia, los salarios de los terroristas se han reducido drásticamente en más de un 30%. Además, Hezbolá ha comenzado a vender propiedades ofrecidas por Irán al sur de la capital libanesa y ha clausurado instituciones que le pertenecen en el valle de Baalbek, antiguo bastión de la organización. Los medios de propaganda de Hezbolá también se ven afectados por los recortes salariales para periodistas y empleados de las emisoras de radio Al-Manar y A-Nur. También se han producido algunos despidos.
Hezbolá también ha detenido o reducido muchas de las ayudas o exenciones concedidas a sus “combatientes” hasta ahora.
También está claro que el aventurerismo de Hezbolá en Siria desde 2012 para apoyar al régimen de Bashar El-Assad ha costado enormes sumas, incluido el apoyo financiero a las familias de los más de dos mil terroristas que han muerto en territorio sirio.
Finalmente, además de Estados Unidos, los países del Golfo también han decretado medidas contra Hezbolá, bajo el liderazgo de Arabia Saudita, que ha creado una alianza anti-Hezbolá en su lucha contra Irán.
Según algunos analistas, si esta situación persiste, podría poner en peligro la existencia misma de Hezbolá o al menos reducir significativamente su capacidad para causar molestias en la región.