Una misteriosa huella de mano fue descubierta tallada en un foso seco de 1.000 años de antigüedad que rodeaba la Ciudad Vieja de Jerusalén durante unas excavaciones de fortificaciones defensivas, informó el miércoles la Autoridad de Antigüedades de Israel en un comunicado.
Los trabajos arqueológicos, realizados en el marco de un proyecto de infraestructuras a lo largo de la calle Sultán Suleimán, adyacente a las murallas de la ciudad, revelaron un profundo foso excavado en la roca que data probablemente del siglo X, o posiblemente incluso antes, según la IAA.
En un punto de la pared del foso había una huella de mano tallada en la piedra, lo que desconcertó a los arqueólogos.
“¿Simboliza algo? ¿Se refiere a un elemento cercano concreto? ¿O se trata simplemente de una travesura local? El tiempo lo dirá”, afirman los investigadores en el comunicado.
El foso, de al menos 10 metros de ancho (aproximadamente 33 pies) y de dos a siete metros de profundidad (6-23 pies), rodeaba todo Jerusalén en aquella época, explicó Zubair Adawi, director de excavaciones de la Autoridad de Antigüedades de Israel.
“La gente no es consciente de que esta concurrida calle está construida directamente sobre un enorme foso, un enorme canal excavado en la roca”, explicó. “Su función era impedir que el enemigo que asediaba Jerusalén se acercara a las murallas e irrumpiera en la ciudad”.
A diferencia de los fosos que rodeaban muchos castillos europeos, el de Jerusalén se dejó seco, pero su profundidad y anchura habrían frenado a un ejército que se acercara.
Tan fuertes eran las defensas que el ejército cruzado que llegó en junio de 1099 tardó unas cinco semanas en cruzar el foso, mientras los defensores judíos y musulmanes se defendían, explica Amit Re’em, director regional de Jerusalén en el IAA.
Las murallas de piedra de la Ciudad Vieja que pueden verse hoy en día fueron construidas en el siglo XVI por el sultán turco otomano Solimán I el Magnífico.
Sin embargo, las fortificaciones anteriores alrededor de la ciudad antigua eran mucho más fuertes.
“En la época de las batallas entre caballeros, las espadas, las flechas y las cargas de caballería, las fortificaciones de Jerusalén eran formidables y complejas, con murallas y elementos para contener a los grandes ejércitos que asaltaban la ciudad”, explica Re’em. “Los ejércitos que intentaban capturar la ciudad en la Edad Media tenían que cruzar el profundo foso y detrás de él dos gruesos muros de fortificación adicionales, mientras los defensores de la ciudad en las murallas hacían llover fuego y azufre sobre ellos”.
La quema de azufre, que produce humos nocivos, se utilizaba para disuadir a los invasores.
El foso también tenía túneles secretos que permitían a los defensores salir corriendo y atacar al ejército que se acercaba antes de volver a esconderse tras las fortificaciones. Tales túneles han sido descubiertos en excavaciones anteriores.
“Muchos soñaron con Jerusalén y lucharon por ella, y las fortificaciones de la ciudad son un testimonio silencioso”, declaró Eli Escuzido, director del IAA.
“Los hallazgos arqueológicos nos permiten visualizar los dramáticos acontecimientos y las convulsiones que sufrió la ciudad”, añadió.
Escuzido dijo que el IAA intentará que los descubrimientos puedan ser vistos por el público.