El viernes 26 de agosto, el organismo regulador de la energía, Ofgem, anunció que el nuevo tope de precios para las facturas de energía de los hogares será de 3.549 libras al año. El tope indica la cantidad máxima que los proveedores pueden cobrar a sus clientes por unidad de gas y electricidad utilizada, además de fijar un coste para la tarifa diaria, y entrará en vigor el 1 de octubre. El tope de precios se sitúa actualmente en 1.971 libras al año, sobre la base del uso típico de un hogar medio, lo que supone ya un aumento del 54% respecto a las 1.277 libras anuales que había entre octubre de 2021 y marzo de 2022.
La cifra anunciada el viernes, tal y como preveían muchos, supone una noticia cuanto menos aleccionadora, y más probablemente deprimente, para muchos hogares del país. Debido a la importancia de este cambio, y a lo que representa para la crisis energética en general en Europa, merece la pena echar un vistazo a este mecanismo de fijación de precios, por qué existe, y qué impacto tiene tanto en las empresas energéticas como en los hogares.
Auge o caída
Antes de entrar en la situación actual, merece la pena echar un vistazo al invierno de 2021/22, durante el cual parecía que había un pequeño proveedor de energía que se hundía cada semana. La más notable de estas quiebras fue la de Bulb, una empresa que proveía de gas y electricidad a más de 1,5 millones de clientes antes de dejar de operar a finales de 2021 y entrar en administración especial el 24 de noviembre del mismo año; un estado de incertidumbre en el que permanece hasta hoy.
Una razón clave detrás de la caída de tantas pequeñas empresas energéticas fue el tope de precios de Ofgem. El mecanismo, introducido por el Gobierno de Theresa May en 2019, pretendía evitar que los consumidores que se mantuvieran fieles a sus proveedores de energía tuvieran que pagar tarifas energéticas más altas que los que cambiaban frecuentemente de proveedor para conseguir ofertas más favorables. Aunque parece un intento admirable de eliminar el lucro de las empresas energéticas a costa del consumidor medio, las consecuencias no deseadas de la introducción del tope de precios resuenan ahora en el mercado con más fuerza que nunca.
La brecha de precios cambió el panorama del mercado de la energía en el Reino Unido porque dio una ventaja significativa a las empresas con bolsillos suficientemente profundos para cubrir, o comprar a plazo, la energía al por mayor. Los gigantes del sector, como British Gas o Eon, propiedad de Centrica, se encontraban, por tanto, en una situación de ventaja significativa frente a los actores más pequeños que compraban su energía al por mayor con contratos a más corto plazo. Cuando los precios del gas natural empezaron a subir y a elevar el coste de la energía al por mayor por encima del límite de precios el pasado invierno, las empresas que compraban a esos precios elevados no pudieron repercutir sus costes a sus clientes, lo que provocó la oleada de proveedores que se hundieron el año pasado.
Mientras tanto, muchos de los líderes del sector que sobrevivieron al pasado invierno han registrado beneficios récord en 2022. British Gas se ha comprometido a donar 12 millones de libras, o el 10% de sus beneficios del primer semestre de 2022, para ayudar a los hogares más vulnerables durante la inminente crisis, lo que parece un gesto bienintencionado. Sin embargo, con el telón de fondo de los beneficios de 1.340 millones de libras de la empresa matriz Centrica en el primer semestre de este año, es probable que la oferta de British Gas se considere decepcionante. La realidad es, por supuesto, más matizada que esto; la mayor parte de los beneficios de Centrica han sido resultado de la exploración de petróleo y gas y la posterior venta de las dos materias primas durante un período de precios récord, más que de la explotación de las cuentas bancarias de los hogares ordinarios. Sin embargo, en un momento de crisis nacional, está por ver si los matices guiarán los debates sobre cómo afrontar la crisis.
¿Es hora de reconsiderar el límite?
El anuncio de la limitación de precios del viernes será una noticia sombría para los hogares y, por desgracia, es una situación que sólo puede empeorar. El nuevo tope que entrará en vigor el 1 de octubre sólo está fijado hasta finales de año, y el 24 de noviembre se hará otro anuncio sobre el límite para el periodo comprendido entre el 1 de enero y el 31 de marzo de 2023. Las predicciones realizadas por la empresa de análisis Cornwall Insights sugieren que el nuevo año podría suponer una nueva subida del 31%, con lo que el total anual ascendería a unas 4.500 libras esterlinas al año para un hogar medio. Sin embargo, para coincidir con la subida real del límite en la mañana del viernes 26 de agosto, Cornwall Insights ha actualizado su previsión de límite de precios para el primer trimestre de 2023 a unos exorbitantes 5.386 libras al año.
Está claro que, sea cual sea la realidad del aumento de las facturas de gas y electricidad de los hogares, es necesario algún tipo de cambio en el mercado energético doméstico. Cornwall Insights, al comentar la subida del viernes, declaró que el tope “nunca pretendió ser una solución permanente” y pidió que se revisaran todas las “alternativas viables” que podrían aplicarse en su lugar.
De hecho, algunas empresas energéticas, como Scottish Power, también han pedido una revisión del límite. El director ejecutivo de la compañía, Keith Anderson, fue citado recientemente en un artículo del Financial Times en el que afirmaba que el límite debería ser sustituido por una tarifa social que protegiera a los hogares más vulnerables de los aumentos significativos de la factura, al menos hasta que el mercado se estabilizara. Aunque esto podría ser una solución imperfecta, el concepto de cuándo se “estabilizará” el mercado energético es un problema totalmente distinto.
En última instancia, cualquier sugerencia de soluciones a largo plazo para proteger a los hogares de bajos ingresos de las facturas de energía paralizantes en un mundo cada vez más volátil para los precios del petróleo y el gas no resuelve la cuestión inmediata. Las medidas del Gobierno para hacer frente a la crisis aún no han aparecido de forma realmente significativa, y aunque esto puede cambiar tras la confirmación del nuevo Primer Ministro del Reino Unido el 5 de septiembre, muchos piden, comprensiblemente, una respuesta más rápida. El anuncio de hoy puede obligar a tomar medidas más inmediatas; la pobreza energética para millones de hogares en Gran Bretaña ya no es una predicción, sino una realidad inevitable.