Cuando Israel llegó a un acuerdo con los Emiratos Árabes Unidos para establecer lazos diplomáticos en 2020, se produjo una electrizante sensación de logro para un país condenado al ostracismo en Oriente Medio durante mucho tiempo.
Los funcionarios insistieron en que los nuevos lazos de Israel con los EAU, y poco después con Bahréin, irían más allá de los gobiernos y se convertirían en pactos de toda la sociedad, avivando el turismo de masas y los intercambios amistosos entre pueblos enfrentados durante mucho tiempo.
Pero más de dos años después de los acuerdos, la esperada avalancha de turistas árabes del Golfo a Israel ha sido poco más que un goteo. Aunque más de medio millón de israelíes han acudido en masa a Abu Dhabi, rica en petróleo, y a Dubai, repleta de rascacielos, sólo 1.600 ciudadanos emiratíes han visitado Israel desde que se levantaron las restricciones de viaje por el coronavirus el año pasado, según informó el Ministerio de Turismo israelí a The Associated Press.
El ministerio no sabe cuántos bahreiníes han visitado Israel porque, dijo, “las cifras son demasiado pequeñas”.
“Sigue siendo una situación muy extraña y delicada”, dijo Morsi Hija, director del foro de guías turísticos de habla árabe en Israel. “Los emiratíes sienten que han hecho algo malo al venir aquí”.
La falta de turistas emiratíes y bahreiníes refleja el viejo problema de imagen de Israel en el mundo árabe y revela los límites de los Acuerdos de Abraham, dicen los expertos.
Incluso cuando el comercio bilateral entre Israel y los EAU se ha disparado de 11,2 millones de dólares en 2019 a 1.200 millones el año pasado, la popularidad de los acuerdos en los EAU y Bahréin ha caído en picado desde que se firmaron los acuerdos, según una encuesta del Washington Institute for Near East Policy, un think tank estadounidense.
En los EAU, el apoyo cayó del 47% al 25% en los dos últimos años. En Bahréin, sólo el 20% de la población apoya el acuerdo, frente al 45% de 2020. En ese tiempo, Israel y los terroristas de Gaza libraron una guerra devastadora y la violencia en Judea y Samaria alcanzó sus niveles más altos en años.
Los funcionarios israelíes afirman que el turismo árabe del Golfo a Israel es una pieza que falta para que los acuerdos vayan más allá de los lazos diplomáticos y de seguridad. Las visitas turísticas de Egipto y Jordania, los dos primeros países que alcanzaron la paz con Israel, también son prácticamente inexistentes.
“Tenemos que animar [a los emiratíes] a venir por primera vez. Es una misión importante”, declaró a AP Amir Hayek, embajador israelí en EAU. “Tenemos que fomentar el turismo para que la gente se conozca y se entienda”.
Funcionarios de turismo israelíes volaron a EAU el mes pasado en un esfuerzo de marketing para difundir que Israel es un destino seguro y atractivo. Según el ministerio, Tel Aviv -centro comercial y de ocio de Israel- es un gran atractivo para los emiratíes.
Los agentes turísticos afirman que, hasta ahora, apostar por Jerusalén ha sido contraproducente. La agitación de la disputada ciudad ha desanimado a emiratíes y bahreiníes, algunos de los cuales se han enfrentado a la reacción de palestinos que ven la normalización como una traición a su causa. La lucha palestina por la independencia de Israel cuenta con un amplio apoyo en todo el mundo árabe.
“Todavía hay muchas dudas en el mundo árabe”, dijo Dan Feferman, director de Sharaka, un grupo que promueve los intercambios interpersonales entre Israel y el mundo árabe. “Esperan que [Israel] sea una zona de conflicto, esperan ser discriminados”. Tras dirigir dos viajes de bahreiníes y emiratíes a Israel, Sharaka se esforzó por encontrar más ciudadanos árabes del Golfo interesados en visitarlo, dijo.
Cuando un grupo de emiratíes y bahreiníes influyentes en las redes sociales visitó en 2020 el recinto de la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado del islam, fueron escupidos y arrojados con zapatos en la Ciudad Vieja de Jerusalén, contó Hija, su guía turística.
Cuando otro grupo de funcionarios emiratíes visitó el lugar acompañado por la policía israelí, provocaron la ira del gran muftí de Jerusalén, el jeque Muhammad Ahmad Hussein, que emitió un edicto religioso contra la visita de emiratíes a la mezquita bajo supervisión israelí.
La mayoría de los emiratíes y bahreiníes que han visitado Israel dicen que renuncian a su traje nacional y al pañuelo en la cabeza para no llamar la atención.
El Waqf islámico, que administra la mezquita, declinó responder a preguntas sobre el número de visitantes emiratíes y bahreiníes y el trato que reciben en el recinto.
La ira palestina contra los emiratíes no se limita a la explanada sagrada. Los ciudadanos emiratíes que visitan y estudian en Israel afirman que sufren frecuentes amenazas de muerte y ataques en Internet.
“No todo el mundo puede soportar la presión”, dijo Sumaiiah Almehiri, una emiratí de 31 años de Dubai que estudia enfermería en la Universidad de Haifa. “Yo no cedí a las amenazas, pero el miedo impide a muchos emiratíes ir”.
El miedo al racismo antiárabe en Israel también puede ahuyentar a los árabes del Golfo. El verano pasado, la policía israelí detuvo por error a dos turistas emiratíes en Tel Aviv mientras buscaban a un delincuente que había disparado desde un coche. Algunos emiratíes se han quejado en las redes sociales de ser objeto de un escrutinio indeseado por parte de los agentes de seguridad en el aeropuerto israelí Ben Gurion.
“Si los traes aquí y no los tratas con delicadeza, no volverán jamás y les dirán a todos sus amigos que se mantengan alejados”, dijo Hija.
Benjamin Netanyahu, que la semana pasada volvió para un sexto mandato como primer ministro, se ha comprometido a reforzar los acuerdos con Bahréin, Marruecos, EAU y Sudán. Los lazos formales con Sudán siguen siendo difíciles de alcanzar tras el golpe militar y la ausencia de un parlamento que ratifique su acuerdo de normalización con Israel, negociado con Estados Unidos.
Como principal artífice de los acuerdos, Netanyahu también espera ampliar el círculo de países y alcanzar un acuerdo similar con Arabia Saudita.
Sin embargo, los expertos temen que su nuevo gobierno -el más ultranacionalista y religiosamente conservador de la historia de Israel- pueda disuadir aún más a los turistas árabes del Golfo e incluso poner en peligro los acuerdos. Su gobierno ha prometido ampliar los asentamientos de Judea y Samaria y se ha comprometido en principio a impulsar la anexión de todo el territorio, un paso que quedó en suspenso como condición del acuerdo inicial con los EAU.
“Tenemos motivos para estar preocupados por cualquier deterioro de las relaciones”, declaró Moran Zaga, experto en los Estados árabes del Golfo en la Universidad de Haifa.
Hasta ahora, los gobiernos de los países árabes del Golfo no han ofrecido motivos de preocupación.
El embajador emiratí fue fotografiado abrazando cariñosamente a Itamar Ben Gvir, uno de los miembros más radicales de la coalición, en una celebración del día nacional el mes pasado. Y durante el fin de semana, el líder de los EAU, el jeque Mohammed bin Zayed Al Nahyan, llamó a Netanyahu para felicitarle e invitarle a visitarle.
Para algunos que no pertenecen a la esfera oficial, la cosa cambia.
“Espero que Netanyahu y quienes le acompañan no pisen la tierra de Emiratos”, escribió en Twitter Abdulkhaleq Abdulla, un destacado politólogo emiratí. “Creo que es apropiado congelar temporalmente los Acuerdos de Abraham”.