Cuando Rusia comenzó a concentrar sus fuerzas en la frontera con Ucrania hace casi un año, Moscú exigió que nunca se ofreciera a Kiev el ingreso en la OTAN. Sin embargo, Ucrania, que se independizó tras la disolución de la Unión Soviética a finales de 1991, llevaba tiempo aspirando a entrar en la alianza militar internacional.
Lo cierto es que, hasta que Rusia no invadió el país, la idea de que Ucrania y Georgia se unieran a la alianza ya se había planteado en 2008.
La corrupción del gobierno ucraniano, las deficiencias de su sistema de defensa e incluso la falta de control sobre sus fronteras internacionales se consideraban obstáculos que no podían superarse.
Sin embargo, la exigencia de Moscú de una garantía legal de que se le negaría la adhesión a Ucrania continuó.
Ahora la situación ha cambiado. Es probable que Ucrania sea invitada a unirse a la alianza, y Moscú sólo tiene la culpa.
¿Viene la invitación de Ucrania a la OTAN?
El martes, los funcionarios de la OTAN redoblaron un compromiso anterior que se sugirió después de que el Kremlin lanzara su invasión no provocada e injustificada, para que Kiev entrara en la alianza internacional.
“La puerta de la OTAN está abierta”, dijo el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, antes de presidir una reunión de la alianza en Bucarest, la capital rumana.
Stoltenberg se apresuró a destacar que Macedonia del Norte y Montenegro se habían incorporado recientemente a la OTAN, y añadió que el presidente ruso Vladimir Putin “conseguirá que Finlandia y Suecia sean también miembros de la OTAN”. Las dos naciones nórdicas, históricamente neutrales, habían solicitado el ingreso en la OTAN en abril, preocupadas por la posibilidad de estar en el punto de mira del Kremlin.
Stoltenberg, que anteriormente había sido Primer Ministro de Noruega, también se apresuró a afirmar que “Rusia no tiene derecho a vetar” qué naciones pueden ingresar en la OTAN, y añadió: “También nos atenemos a eso en lo que respecta al ingreso en la OTAN”.
Dijo además que cualquier expansión de la alianza no se vería obstaculizada por las exigencias de Moscú, y rebatió la postura del Kremlin de que la seguridad rusa está en juego.
“El presidente Putin no puede negar a las naciones soberanas que tomen sus propias decisiones soberanas que no son una amenaza para Rusia”, dijo el jefe de la OTAN. “Creo que lo que le da miedo es la democracia y la libertad, y ese es el principal reto para él”.
Sin embargo, Ucrania no entrará en la OTAN a corto plazo.
El problema es que Rusia controla la península de Crimea, que se anexionó ilegalmente en 2014, mientras que las tropas rusas y los separatistas pro-Moscú controlan ahora partes de las provincias del sur y del este del país, lo que hace difícil evaluar las verdaderas fronteras de Ucrania.
Más ayuda en camino
Kiev debe centrarse únicamente en derrotar a Rusia, y sólo cuando la guerra haya terminado Ucrania podría pasar a la siguiente fase para solicitar la adhesión formal.
Sin embargo, los ministros de Asuntos Exteriores de siete países nórdicos y bálticos también se comprometieron esta semana a proporcionar más ayuda militar, económica y humanitaria para ayudar a Ucrania a resistir los ataques rusos en el campo de batalla, así como los continuos ataques con misiles que han tenido como objetivo ciudades e infraestructuras civiles ucranianas.
Estados Unidos anunció recientemente un paquete de ayuda de 53 millones de dólares para comprar piezas eléctricas para la maltrecha red eléctrica ucraniana. Estonia ha ido aún más lejos en sus muestras de apoyo, y ha pedido a los miembros de la OTAN que se comprometan a aportar el 1% de su PIB al gobierno de Kiev en concepto de apoyo militar.
Si Putin esperaba dividir a la OTAN invadiendo Ucrania, ha sido un fracaso espectacular, al igual que la campaña terrestre rusa.