Si hay algo que el régimen del presidente Vladimir Putin ha demostrado una y otra vez en esta guerra es que siempre puede superar sus propias atrocidades. El suceso en el que los prisioneros de guerra ucranianos fueron esencialmente ejecutados en Donetsk durante el fin de semana es el último ejemplo de ello.
El Kremlin, conocido desde hace tiempo por su dominio de la provocación y con un historial de eliminación de cautivos, culpó a Kiev del bombardeo del centro de detención donde se encontraban los cautivos, pero su explicación apenas se sostiene: Ni un solo ruso murió de milagro; los expertos que examinaron las imágenes dijeron que esto parecía un trabajo interno de los captores rusos; una conversación entre dos combatientes rusos que fue interceptada por los servicios ucranianos hacía que uno de ellos explicara que los prisioneros de guerra eran principalmente del Batallón Azov, que ha sido descrito por la propaganda rusa como nazis ucranianos; y por si fuera poco, un canal de Telegram afiliado al Kremlin ya sugirió a principios de junio que podría tener lugar una explosión en el mismo centro que finalmente fue atacado.
La gran pregunta es por qué Rusia decidió tomar este camino mientras avergonzaba a la Cruz Roja Internacional y a las Naciones Unidas, que tenían la tarea de garantizar la seguridad de los cautivos. Una de las razones parece provenir de un cálculo interno: ceder a la presión de los partidarios de la guerra en Rusia para ejecutar a los “nazis”. Al no tener Rusia ningún avance significativo sobre el terreno, esta exigencia se vio reforzada.
Pero el otro objetivo, que tiene que ver con la postura internacional de Rusia, es más importante. Horas antes de la explosión en el centro de detención, se filtró en las redes sociales un espantoso vídeo que mostraba a un mercenario ruso torturando a un cautivo ucraniano y ejecutándolo después. Es probable que Rusia quiera aterrorizar a los ucranianos. Tal vez en mayor medida, Moscú busca irritarlos contra el presidente Volodymyr Zelenski por no asegurar la liberación de los prisioneros de guerra, así como hacer que las fuerzas ucranianas se adhieran a los estándares más bajos de Rusia utilizando la tortura como medio de venganza. Esto, presumiblemente espera Rusia, mostrará supuestamente al mundo que “ambos bandos son bárbaros”, lo que hará que Ucrania pierda apoyo diplomático y militar y en la opinión pública.
¿Por qué ha sucedido esto? Porque Rusia necesita desesperadamente un alto el fuego. Sus fuerzas están agotadas y mermadas. Poco a poco, los ucranianos se están imponiendo en la región de Kherson, la única ciudad de la orilla occidental del río Dnipro en la que Rusia ha conseguido tomar el control total. Rusia ha estado desviando tropas del Donbás a Kherson, ya que se considera primordial y debe ser anexionada finalmente. Perder Kherson, que se supone que será la plataforma de lanzamiento de la próxima ofensiva si las cosas se estancan, será un golpe devastador para Moscú.