Los juegos de guerra y los ejercicios de simulación pueden decirnos qué ocurriría si China ataca Taiwán. Pero dicen poco sobre por qué Taiwán importa y merece ser defendido. Un nuevo estudio examina lo que perderían los estadounidenses si perdieran Taiwán, y lo que podría ocurrir después.
Lo primero que hay que saber es que Taiwán es ahora un asunto muy importante. Los líderes políticos y militares de Estados Unidos están cada vez más convencidos de que el estrecho de Taiwán es el centro neurálgico estratégico del mundo. Ningún otro punto conflictivo es tan inestable desde el punto de vista estructural, tan irritante desde el punto de vista político y tan susceptible de llevar a las superpotencias mundiales a una guerra.
Lo segundo que hay que saber es que una invasión ya no es impensable. Tanto de palabra como de obra, el presidente Xi Jinping está mostrando su intención de aniquilar al gobierno de Taiwán. Un gran número de pruebas sugiere que China se está preparando para hacer algo terrible. En Washington crece la preocupación de que ya no se trate de si Xi planea atacar Taiwán, sino de cuándo y cómo.
Pensar hasta el final
El conflicto no es inevitable, y es discutible si el alto mando chino opera o no según un calendario de hierro fundido. Por lo que sabemos, Xi está convencido de que una campaña de coacción logrará desmoronar la capacidad del gobierno taiwanés para resistirse a la anexión.
Un aspecto poco estudiado del debate sobre la defensa de Taiwán es qué pasaría después de que todo acabara. ¿Qué ocurriría si la República Popular China lograra conquistar Taiwán? ¿Cómo afectaría eso a la seguridad nacional de Estados Unidos?
Naturalmente, mucho dependería de cómo se desarrollara la guerra y de lo que Estados Unidos hiciera (o dejara de hacer), pero varias implicaciones preocupantes permanecerían constantes independientemente de cómo sucediera. Taiwán tiene un enorme valor estratégico para Estados Unidos debido a su extraordinario carácter político, sus singulares capacidades militares y de inteligencia, su papel fundamental en las cadenas de suministro mundiales de alta tecnología y su situación geográfica en el corazón de Asia Oriental.
Independientemente de la forma en que la República de China (Taiwán) fuera capturada por el Partido Comunista Chino, el mundo habría perdido una democracia líder, y la arquitectura de seguridad de la región se vería alterada. Sería un acontecimiento traumático —y probablemente catastrófico— en la historia de la política exterior estadounidense.
Cuando muere una democracia
En el momento de escribir estas líneas, Taiwán figura entre los 10 países más libres del mundo. En 2022, Freedom House otorgó a Taiwán una puntuación compuesta de 94 sobre 100 en lo que respecta a las medidas de libertad global (en comparación, Estados Unidos ocupó el puesto 83 y China el último). Estados Unidos y muchos otros países mantienen sólidas relaciones con Taiwán, que es considerado por gobiernos de todo el mundo democrático como un socio responsable y afín y un modelo de buen gobierno.
Sin embargo, si Taiwán fuera conquistado, se convertiría en un territorio ocupado gobernado por la dictadura unipartidista de China. Desaparecería el país libre e independiente que era Taiwán y surgiría un estado policial represivo.
Cabe esperar que el Partido Comunista emplee tácticas de terror contra la población taiwanesa local. Probablemente, se instalaría el complejo de vigilancia y control de masas omnipresente en Xinjiang y Tíbet. Un gobierno local delegado bajo el control directo de Pekín gobernaría las islas, y todo el territorio anteriormente administrado por el gobierno de la República de China sería duramente vigilado.
Tras perder una de sus mejores democracias, la comunidad internacional tendría la creciente sensación de que las fuerzas antiliberales estaban en marcha y el autoritarismo se extendía. La pérdida de Taiwán podría llevar a muchos gobiernos a experimentar una crisis de confianza. Los observadores podrían llegar a la conclusión de que el modelo marxista-leninista chino era superior —o al menos ascendente— y las democracias liberales demasiado débiles para resistirse al nuevo orden mundial que Pekín estaba creando.
Pérdida de capacidades militares y de inteligencia
Si Taiwán cae, sus bases militares e instalaciones de inteligencia serían ocupadas por el EPL. Cabe esperar que la armada china asiente sus buques y submarinos en los puertos de aguas profundas de Taiwán. Las bases navales de la costa oriental de Taiwán serían especialmente valiosas para el EPL, que por primera vez en su historia tendría acceso sin trabas a las aguas profundas del Pacífico.
Tras la anexión, los bombarderos chinos y las unidades de misiles con base en Taiwán podrían mantener a raya a las fuerzas estadounidenses en caso de incursiones por sorpresa. Los grupos de acción de superficie y las unidades de aviación de la Armada del PLA con base en Taiwán y las islas Penghu podrían amenazar con un bloqueo de Japón y Corea del Sur cortando sus principales líneas marítimas de comunicación. La parte superior del Mar de China Meridional quedaría “taponada”, lo que proporcionaría a los submarinos de misiles balísticos del EPL un bastión marítimo y reforzaría aún más el dominio militar chino en el Sudeste Asiático.
Estados Unidos perdería el acceso a un centro crítico de recopilación de información, y la comunidad de inteligencia estadounidense perdería su principal ventana hacia China. Taiwán es una fuente insustituible de formación en mandarín y de información de todas las fuentes sobre China. Sin Taiwán, el Pentágono y la CIA probablemente empezarían a producir productos analíticos defectuosos, dejando a los responsables políticos mal informados y propensos a cometer errores estratégicos. En caso de una invasión china de Taiwán, los fallos de los servicios de inteligencia estadounidenses podrían aumentar drásticamente.
Cadenas de suministro destrozadas
En la actualidad, Taiwán es el octavo socio comercial de Estados Unidos y un pilar de nuestra economía basada en el conocimiento. Una guerra a través del Estrecho costaría probablemente el puesto de trabajo a millones de estadounidenses y se perderían billones de dólares. La pérdida de Taiwán afectaría profundamente a la salud de la economía estadounidense y podría desencadenar una depresión económica en Estados Unidos y en todo el mundo.
Un informe reciente afirmaba que “Taiwán puede ser el eslabón más crítico de todo el ecosistema tecnológico”, debido a su dominio en el sector de los chips, la fabricación de equipos originales, la fabricación de diseños originales y su papel como eje central para la producción de materiales relacionados con la tecnología. En otras palabras, quien controle Taiwán controlará el futuro de Internet y de la economía mundial.
Duras realidades geoestratégicas
Al apoderarse de Taiwán, la RPCh se habría labrado una poderosa esfera de influencia en Asia utilizando métodos violentos. Esto podría tener graves implicaciones para el derecho internacional, la idea de autodeterminación nacional y el principio de soberanía estatal.
La caída de Taiwán probablemente socavaría la percepción del liderazgo diplomático y militar mundial de Estados Unidos, tensando (y posiblemente rompiendo) el sistema de alianzas estadounidense y el sistema de las Naciones Unidas. China sería vista probablemente como la nación más poderosa del mundo y la principal impulsora del siglo XXI.
Los líderes experimentarían inquietud a medida que Pekín avanzara hacia su visión de un nuevo orden mundial centralizado y autoritario. La carrera armamentística nuclear se aceleraría casi con toda seguridad y podría descontrolarse. Sería una nueva era de imperios. Y la jungla manda.
Estados Unidos tiene voto
Para entender por qué es importante disuadir a Pekín de atacar Taiwán, debemos considerar detenidamente las consecuencias de un fracaso. Afrontar la existencia de escenarios desoladores es solo el primer paso. El siguiente paso es actuar para prevenir la agresión antes de que culmine en una guerra evitable.
Dada la importancia estratégica de Taiwán, el gobierno estadounidense debería considerar más detenidamente las ventajas de establecer una presencia significativa de al menos 1.500 fuerzas de operaciones especiales e infantes de marina en Taiwán con fines de adiestramiento, asesoramiento y enlace. Las visitas en barco, las patrullas conjuntas en el estrecho de Taiwán y las delegaciones rutinarias de altos dirigentes de Washington a Taiwán son otras opciones de bajo coste y gran impacto que están disponibles. Solo las actividades audaces pueden alterar los cálculos de Xi Jinping y sacudir su confianza.
Lo peor que podría hacer Washington sería dar demasiado crédito a las “líneas rojas” de Pekín, que carecen de base en el derecho internacional y han sido diseñadas a propósito para garantizar que Taiwán sea cada vez más vulnerable y fácil de conquistar.
Para proteger los intereses vitales de su propia nación, los líderes estadounidenses deben frustrar los del gobierno chino. El futuro de Taiwán puede estar en entredicho, pero su caída es, sin duda, algo que Estados Unidos no puede permitirse.