En el barrio residencial de Baka, Asher Street es conocida por su tranquilidad, con familias que habitan pequeños edificios y un fuerte sentido de comunidad entre los vecinos.
Los residentes han manifestado preocupación por la propuesta de construir una torre de 26 pisos en esta calle. Temen que la adición de 180 unidades de vivienda, amplios espacios comerciales, un hotel y un estacionamiento subterráneo altere de manera negativa el carácter del vecindario. Más de 500 personas ya han firmado una petición exigiendo a la municipalidad una solución alternativa.
“Este plan establece un precedente peligroso para la destrucción de barrios históricos”, afirma el documento firmado por los vecinos. Esta situación, aseguran, será una lucha que se extenderá por muchas calles de la ciudad a medida que Jerusalén continúe con sus planes de expansión vertical.
De acuerdo con un informe filtrado a la prensa, aunque Jerusalén cuenta actualmente con apenas 30 edificios que superan los 18 pisos, se proyecta la construcción de casi 500 nuevos rascacielos, lo que añadiría alrededor de 60.000 apartamentos a la ciudad. A pesar de esto, la mayoría de las nuevas unidades serán de lujo, aunque se espera que algunos edificios incluyan apartamentos más pequeños para jóvenes y estudiantes.
Para Yoel Even, ingeniero encargado de la planificación urbana, la construcción de estos rascacielos responde a una necesidad evidente de espacio habitable. “Edificar en altura es parte de la renovación natural y continua de Jerusalén”, explicó. “La ciudad no tiene terreno disponible para expandirse, por lo que construir en altura es la opción más eficiente para aumentar la oferta de vivienda sin dañar áreas preservadas”.
Aun así, en las últimas semanas se han aprobado diversas licencias de construcción, lo que ha generado una creciente alarma entre los habitantes de Jerusalén, que ven cómo una oleada de proyectos sin precedentes podría transformar drásticamente el paisaje de la ciudad.
Mientras que los planificadores urbanos aseguran que Jerusalén avanza hacia la modernidad y prosperidad, muchos ciudadanos temen que, en lugar de progresar, la ciudad esté siendo encaminada hacia una transformación irreversible.
Expansión vertical de Jerusalén plantea retos para su carácter histórico
Además de Jerusalén, las principales ciudades de Israel están experimentando una expansión hacia el cielo, aumentando unidades habitacionales en áreas congestionadas.
A pesar de esta tendencia, los planificadores municipales han considerado durante mucho tiempo que este tipo de desarrollo contradice el carácter histórico de Jerusalén. A comienzos del siglo XX, las autoridades británicas impusieron la obligación de cubrir las construcciones con piedra local y limitar su altura para preservar el aire de la antigua Ciudad Santa.
Incluso después de la independencia en 1948, el municipio resistió la construcción de rascacielos. Durante las décadas de 1970 y 1980, proyectos como las Torres Wolfson en Rehavia y el edificio Clal en el centro generaron controversia.
Sin embargo, las presiones para crear más viviendas, junto con el aumento de precios, han cambiado la visión urbanística de la ciudad. Proyectos polémicos como Holyland, cuya Torre 1, de 32 pisos, es el edificio más alto de Jerusalén, han contribuido a esta transformación.
La implementación del tren ligero en 2011 también fue un factor determinante, ya que llevó a la adopción de una política que permitía edificaciones de hasta 18 pisos a lo largo de las vías del tren.
En 2018, la elección del alcalde Moshe Lion marcó el inicio de una política de construcción intensiva, visible en el paisaje urbano actual con numerosas grúas y andamios que señalan el ritmo acelerado de desarrollo.
El urbanista de Jerusalén defiende los proyectos que modernizarán la ciudad
Con 51 años, Yoel Even es el principal responsable de llevar adelante los ambiciosos planes de crecimiento de Jerusalén. Para él, la transformación que lidera mejorará la ciudad significativamente.
“Soy muy optimista sobre lo que viene”, expresó Even. “La renovación urbana no es solo agregar más viviendas. Queremos modernizar barrios de los años 50 y 60, incorporando nuevos edificios, áreas verdes, estacionamientos y zonas comerciales cercanas. Esto mejorará la calidad de vida para todos”.
Esta visión de futuro se sustenta en detallados procesos de planificación. Su equipo de 500 expertos utiliza tecnologías avanzadas para analizar tendencias demográficas, tráfico y necesidades topográficas, creando un plan que combina crecimiento con sostenibilidad.
Las proyecciones consideran cuántas escuelas, parques y espacios públicos serán necesarios para los nuevos desarrollos. Estos cálculos, señala Even, proporcionan un camino hacia un futuro sostenible en la ciudad.
El plan maestro también incluye mejoras en la infraestructura de transporte, que resolverán los problemas actuales de tráfico. En una década, Jerusalén contará con una red de trenes ligeros de 75 kilómetros, conectando todas las áreas de la ciudad, aseguró.
La movilidad cambiará radicalmente, y se espera que muchos habitantes dejen de usar automóviles o reduzcan su dependencia de ellos. Se construirán carriles bici en toda la ciudad, facilitando los desplazamientos sin necesidad de coche.
Las nuevas estaciones de tren cercanas al centro facilitarán el acceso a Tel Aviv y otros puntos clave del país. Además, en barrios montañosos, se planea la construcción de grandes ascensores públicos y escaleras mecánicas para hacer más fácil la travesía por las colinas de Jerusalén.
Uno de estos ascensores ya está en construcción en la Ciudad Vieja, un proyecto que mejorará la accesibilidad y que sigue el modelo de ciudades montañosas en Europa y Sudamérica.
Sin embargo, Even asegura que los límites de construcción se mantendrán en áreas clave para la identidad histórica de Jerusalén, como Nahlaot, Rehavia y el centro de la ciudad, que tienen estatus de protección. “Preservarlos es fundamental y toca nuestro corazón”, concluyó.
Críticas aumentan ante nuevos proyectos urbanísticos en Jerusalén
Aunque muchos de los proyectos que describe Yoel Even están lejos de materializarse, su confianza en el plan permanece intacta.
“Estamos creando una nueva realidad en Jerusalén”, aseguró Even. “Estamos construyendo, mejorando el transporte y el empleo, todo mientras preservamos el carácter histórico de la ciudad. Tendremos de todo aquí”.
Sin embargo, no todos comparten este optimismo. Sara Ben Shaul Weiss, miembro de un foro de activistas locales, es una de las voces críticas. “Esto va a destruir Jerusalén”, afirmó.
Según Ben Shaul Weiss, los promotores inmobiliarios están priorizando las ventas a compradores extranjeros adinerados, lo que perjudica a los habitantes locales. “Esta construcción no soluciona la crisis de vivienda; está expulsando a la clase media y llenando la ciudad de apartamentos vacíos”, argumentó.
Además, Ben Shaul Weiss cuestiona la viabilidad de los planes del municipio, acusándolo de aprobar proyectos masivos sin considerar los efectos en los residentes. “No se está planificando la infraestructura necesaria”, advirtió, destacando los problemas que traerán los rascacielos.
Entre los problemas que menciona se incluyen la sobrecarga en los sistemas eléctricos y de alcantarillado, la pérdida del sentido de comunidad en los barrios, y el aumento de impuestos y costos de mantenimiento. También advirtió sobre la falta de acceso a servicios como escuelas, parques y sinagogas, con comunidades que quedarán “apretadas como sardinas” en los edificios.
Los rascacielos crearán, según ella, “desiertos urbanos”, bloqueando la luz solar, impidiendo el crecimiento de árboles y generando túneles de viento que dificultarán el uso de los espacios exteriores.
“La ciudad no considera el daño que está causando ni las necesidades de los residentes”, añadió. “La única prioridad parece ser la rentabilidad”.
Even, por su parte, no se deja afectar por estas críticas. “Estamos invirtiendo tiempo y dinero para que todo funcione correctamente”, comentó, asegurando que si surgen necesidades de transporte o infraestructura, se implementarán en el futuro.
En Asher Street, donde el proyecto de la torre fue aprobado recientemente, los residentes han perdido la esperanza de negociar con el municipio. “Ahora, lo único que nos queda es ir a los tribunales para intentar detenerlo”, dijo un activista local.