Las inminentes elecciones de otoño pueden desencadenar un caos político como el que vio Israel entre 2019 y 2021, ya que hasta el martes ningún bloque político tiene una mayoría clara que le permita estabilizar la situación.
El primer ministro, Naftali Bennett, y su socio de coalición, el ministro de Asuntos Exteriores, Yair Lapid, anunciaron el lunes que habían agotado todas las posibilidades para estabilizar el Gobierno, y afirmaron que la semana que viene se votaría la disolución de la Knesset.
El gobierno de Bennett tomó posesión el pasado mes de junio tras cuatro elecciones en las que se produjo un empate. La coalición, que incluye un conjunto de ocho partidos de extrema derecha, liberales y árabes, ha estado al borde de la implosión durante semanas, con varios diputados abandonando sus filas.
Una vez que se apruebe el proyecto de ley, el acuerdo de reparto de poder entre Bennett y Lapid -que incluía una rotación en el cargo de primer ministro que habría visto a Lapid asumir el cargo en noviembre de 2023- entrará en vigor y Lapid asumirá el papel de primer ministro.
Varios legisladores dijeron el martes que todavía podría haber una manera de salvar el mandato de la 24ª Knesset formando un gobierno alternativo para llevarlo a cabo durante los próximos tres años, pero las posibilidades de que eso ocurra parecen escasas.
Salvo un giro dramático de los acontecimientos, las próximas elecciones tendrán lugar el 25 de octubre. Los resultados, sin embargo, pueden volver a sumir a Israel en una serie de votaciones repetidas, ya que actualmente las encuestas dicen que ningún bloque político tiene la ventaja.
Un sondeo realizado el martes por la emisora de radio 103FM, con sede en Tel Aviv, reveló que, de celebrarse las elecciones en este momento, el Likud obtendría 36 escaños en la Knesset, seguido por Yesh Atid (20), el Partido Sionista Religioso (10), Kajol-Lavan (8), Yamina (7), el partido ultraortodoxo sefardí Shas (7), el Laborismo (7), el partido haredi asquenazí Judaísmo Unido de la Torá (6), la Lista Árabe Conjunta (6), Yisrael Beytenu (5), Nueva Esperanza (4) y el partido islamista Ra’am (4).
Estos resultados dan al bloque de derechas 59 escaños en la Knesset, frente a los 55 del bloque de centro-izquierda, excluyendo a la Lista Árabe Conjunta, que no se espera que entre en ningún gobierno.
Según la ley israelí, un líder político necesita el apoyo de 61 legisladores para formar gobierno. Esto requeriría que ambos bloques cortejaran a los partidos más pequeños del otro lado del pasillo político para formar un gobierno o persuadir a la Lista Árabe Conjunta para que respalde el movimiento sin unirse a la coalición.