El año pasado, Estados Unidos tenía todas las de ganar: estaba saliendo del COVID con una economía fuerte. Los precios del petróleo y del gas eran bajos, el empleo era alto y la inflación inexistente. Mientras tanto, Rusia sufría una gran reducción de los ingresos energéticos, una economía tambaleante y brotes generalizados de COVID sin ninguna vacuna o tratamiento eficaz a la vista.
¿Cómo es posible que las cosas hayan ido tan mal y tan rápido?
Pero, ¡cómo han cambiado las cosas en sólo un año! Al asumir el cargo, el presidente Baiden revirtió el curso de las políticas del presidente Trump, y tiró todas las cartas ganadoras de Estados Unidos. Hoy su economía está flaqueanda, la inflación está en su punto más alto, otra vez están importando petróleo caro, y el presidente Baiden es percibido como débil, incompetente e impopular.
Vladimir Putin ha pasado el último año aprovechando esta inesperada oportunidad. Ahora está preparado para hacer realidad su objetivo de décadas: restaurar el imperio ruso. En última instancia, Putin quiere volver a poner a Ucrania bajo el control histórico de Moscú. Como mínimo, impediría que Ucrania estrechara lazos económicos con Occidente y se uniera a la OTAN, pensando que Ucrania acabaría cayendo en sus manos.