Mijail Gorbachov, que puso fin a la Guerra Fría sin derramamiento de sangre, pero que no pudo evitar el colapso de la Unión Soviética, murió el martes a la edad de 91 años, según informaron las agencias de noticias rusas citando a funcionarios del hospital.
Gorbachov, el último presidente soviético, forjó acuerdos de reducción de armamento con Estados Unidos y asociaciones con potencias occidentales para eliminar el Telón de Acero que dividía a Europa desde la Segunda Guerra Mundial y lograr la reunificación de Alemania.
«Mijail Gorbachov ha fallecido esta noche tras una grave y prolongada enfermedad», dijo la agencia de noticias Interfax citando al Hospital Clínico Central de Rusia en un comunicado.
Gorbachov será enterrado en el cementerio moscovita de Novodevichy junto a su esposa Raisa, fallecida en 1999, dijo la agencia de noticias Tass, citando una fuente conocedora de los deseos de la familia.
Rechazo al uso de la fuerza contra las protestas prodemocráticas en Rusia
Cuando las protestas a favor de la democracia se extendieron por las naciones del bloque soviético de la Europa del Este comunista en 1989, se abstuvo de utilizar la fuerza, a diferencia de los anteriores líderes del Kremlin, que habían enviado tanques para aplastar los levantamientos en Hungría en 1956 y en Checoslovaquia en 1968.
Pero las protestas alimentaron las aspiraciones de autonomía en las 15 repúblicas de la Unión Soviética, que se desintegraron en los dos años siguientes de forma caótica.
Gorbachov luchó en vano por evitar ese colapso.
Un intento fallido de revitalizar el comunismo en la Unión Soviética
«La era de Gorbachov es la era de la perestroika, la era de la esperanza, la era de nuestra entrada en un mundo sin misiles… pero hubo un error de cálculo: no conocíamos bien nuestro país», dijo Vladimir Shevchenko, que dirigió la oficina de protocolo de Gorbachov cuando era líder soviético.
«Nuestra unión se desmoronó, eso fue una tragedia y su tragedia», citó la agencia de noticias RIA.
Al convertirse en secretario general del Partido Comunista Soviético en 1985, con solo 54 años, se propuso revitalizar el sistema introduciendo libertades políticas y económicas limitadas, pero sus reformas se salieron de control.
Su política de «glasnost» -libertad de expresión- permitió críticas antes impensables al partido y al Estado, pero también envalentonó a los nacionalistas que empezaron a presionar por la independencia en las repúblicas bálticas de Letonia, Lituania, Estonia y otras.
Muchos rusos nunca perdonaron a Gorbachov las turbulencias que desataron sus reformas, pues consideraban que el posterior descenso de su nivel de vida era un precio demasiado alto a pagar por la democracia.