Cuando Rusia lanzó la invasión de Ucrania, estaba previsto que fuera una operación relámpago que arrasara la capital, Kiev. Sin embargo, la feroz resistencia de las Fuerzas Armadas de Ucrania (AFU) empujó a las tropas rusas a los márgenes y la convirtió en una guerra de desgaste que el mes que viene cumplirá un año.
En esencia, la guerra ha resultado ser un doble golpe para Rusia. No sólo ha perdido un gran número de hombres y material, sino que Moscú no ha podido fabricar armas al nivel de antes de la guerra debido a las devastadoras sanciones.
Según las estimaciones diarias publicadas por el Ministerio de Defensa ucraniano, Rusia ha perdido hasta ahora más de 3.100 tanques, más de 6.300 vehículos blindados, más de 2.100 piezas de artillería, más de 1.900 aviones no tripulados y casi 300 aviones militares, por nombrar sólo algunos.
Aunque estas cifras no han podido ser verificadas de forma independiente, se ha reconocido ampliamente que Moscú necesita más armas para una victoria decisiva.
Cuando en otoño del año pasado empezaron a circular informes sobre el inminente agotamiento de los arsenales de misiles rusos, el país adquirió cientos de drones kamikazes iraníes Shahed-136 para seguir atacando objetivos dentro de Ucrania.
Junto con los misiles de crucero rusos, estos drones suicidas causaron estragos en Kiev durante semanas y fracturaron su infraestructura energética.
No sólo Irán, ha habido informes de que Rusia ha recurrido a Corea del Norte en busca de ayuda militar.
En noviembre de 2022, Estados Unidos advirtió de que Corea del Norte estaba suministrando en secreto a Rusia un número “significativo” de proyectiles de artillería. Luego, un mes después, la Casa Blanca anunció que el grupo mercenario ruso Wagner había conseguido la entrega de un cargamento de armas de Corea del Norte.
En una línea similar, el portal de noticias británico Sky News ha informado de que el presidente ruso Vladimir Putin se está preparando para adquirir armas incautadas por los talibanes afganos durante la retirada estadounidense de Afganistán. Según el informe, Rusia estaría en conversaciones con los talibanes para reconocerlos oficialmente.
Tras derrocar a los talibanes en 2001, Estados Unidos gastó unos 67.590 millones de dólares en armar al ejército afgano y apoyar al gobierno.
Entre agosto de 2005 y agosto de 2021, Estados Unidos proporcionó equipamiento a las Fuerzas Nacionales de Defensa y Seguridad Afganas (ANDSF) por un total de 18.600 millones de dólares. Una vez finalizada la retirada estadounidense el 30 de agosto de 2021, 7.120 millones de dólares en equipamiento permanecieron en Afganistán.
Según la evaluación del Departamento de Defensa estadounidense, el material que dejaron las tropas estadounidenses incluía aviones, bombas aire-tierra, vehículos militares, armamento, equipos de comunicaciones y otros suministros.
Parte de este material de vanguardia podría desviarse a Moscú si se llega a un acuerdo con los talibanes. Rusia ha seguido colaborando con los talibanes, e incluso el año pasado exploró la posibilidad de importar petróleo de Moscú.
Aunque EurAsian Times no ha podido corroborar de forma independiente las informaciones aparecidas en los medios de comunicación, un acuerdo de este tipo podría suponer una gran ayuda para los talibanes, que han estado luchando por el reconocimiento pero han sido castigados por Occidente debido a su deficiente historial en materia de derechos humanos.
Todos los ojos puestos en las armas estadounidenses en Afganistán
Según la prensa estadounidense, se enviaron a Kabul grandes cantidades de armas, camiones y equipo militar, pero las fuerzas afganas se vieron desbordadas por el avance de los talibanes.
Según las estimaciones, Estados Unidos envió más de 22.174 Humvees, 634 vehículos blindados M1117, 115 camiones Maxx Pros y 549.118 ametralladoras, fusiles de asalto y pistolas. Las Fuerzas Aéreas afganas también recibieron 33 helicópteros Black Hawk, 23 cazas Super Tucano y 4 aviones de transporte C-130.
También se donaron 16.035 pares de gafas de visión nocturna, 162.043 radios y 8.000 camiones como material de apoyo.
Es probable que Estados Unidos desmantelara o destruyera gran parte de estos equipos porque ya no eran funcionales. Sin embargo, las cifras dan una idea del enorme tamaño del arsenal afgano, cuyos restos fueron destruidos por los insurgentes.
Además, una serie de sistemas de armamento abandonados por los talibanes pueden haber quedado inservibles debido a la falta de mantenimiento o de piezas de repuesto.
Por ejemplo, un informe anterior del Departamento de Defensa de Estados Unidos afirmaba: “Gran parte del equipo restante” que queda en Afganistán requiere “mantenimiento especializado que los contratistas del DoD proporcionaban previamente” a las fuerzas afganas “en forma de conocimientos técnicos y apoyo”.
Sin apoyo occidental para el mantenimiento de este armamento, puede que a los talibanes les resulte más fácil decidirse a enviarlos a Moscú. Según los funcionarios del Kremlin citados por el informe de los medios británicos, Putin quiere suministrar estas armas occidentales a sus soldados en Ucrania.
El canal general SVR alega: “Putin está supervisando las negociaciones con los talibanes para reconocer al régimen talibán. A cambio, los dirigentes rusos están ofreciendo un importante canje de armas y equipo militar”.
“Putin informó de que los talibanes poseen armas y equipos, incluidos los incautados tras llegar al poder en Afganistán, que son escasos para el Ejército ruso en el frente”.
“Personas iniciadas en los detalles de las negociaciones dicen que los talibanes están extremadamente sorprendidos por tales propuestas, pero que las están discutiendo en serio”.
Según el informe del DoD, incluso Estados Unidos ha suministrado a Ucrania equipos destinados a Afganistán. Cinco helicópteros Mi-17 que habían sido desplegados en Afganistán fueron entregados formalmente a Ucrania en 2022, aunque habían estado en Ucrania para su mantenimiento incluso antes de que Estados Unidos se retirara de Afganistán.
Dicho esto, si realmente se llega a un acuerdo entre Rusia y los talibanes, esto alteraría una vez más el cálculo de seguridad de una manera importante y aumentaría las tensiones entre el presidente Putin y el colectivo occidental.
Por el momento, tanto Rusia como Ucrania se están preparando para una gran ofensiva de primavera, con esta última adquiriendo armas de última generación como los tanques Abrams y Leopard-2 de Occidente.