Los investigadores prevén que, en caso de catástrofe nuclear mundial, queden bolsas de supervivientes, al menos temporalmente, sobre todo en países insulares como Nueva Zelanda, Australia, las Islas Salomón, Islandia y Vanuatu.
El informe ha sido publicado por Risk Analysis, una publicación académica revisada por pares.
Sobrevivir a las repercusiones nucleares
El estudio se centra en la capacidad de resistencia de varias naciones tras un escenario de reducción abrupta de la luz solar (ASRS), más que en el suceso original, como una explosión nuclear.
La capacidad de estos países para resistir los efectos en cascada de un ASRS, que van más allá de la perturbación de los sistemas agrícolas mundiales, fue un factor clave para determinar su resistencia. Por “efectos en cascada” se entienden las reacciones en cadena que probablemente provocarán los efectos perturbadores iniciales de un ASRS.
Los objetivos del estudio, según los investigadores, son señalar las civilizaciones de países insulares que tienen más posibilidades de sobrevivir a un ASRS como un invierno nuclear. A continuación se examinó la capacidad de los sistemas autosuficientes de producción de alimentos de estas civilizaciones para seguir funcionando en condiciones de invierno nuclear, así como la forma en que otros sistemas sociales cruciales se desenvolverían ante la degradación inherente que provocaría una interrupción prolongada de un ASRS.
Para evaluar la capacidad de resistencia de los distintos sistemas de la nación insular ante un ASRS, también eligieron Nueva Zelanda como caso de estudio.
Según el investigador, los países insulares, especialmente los del hemisferio sur, “normalmente sufrirían menos por ASRS. Postulan que las complejas estructuras sociales y prácticas tecnológicas de estas culturas podrían persistir en dichas islas, aumentando la probabilidad de una recuperación mundial. Con nuestra investigación sobre el umbral alimentario, los perfiles de las islas y el estudio de casos, estamos poniendo a prueba esta idea”.
El informe enumera diversos efectos potenciales de tal suceso sobre la sociedad, los alimentos, el agua, las infraestructuras, la salud y el medio ambiente.
Según el estudio, hay varias razones por las que estas consecuencias podrían no dispersarse por igual. Debido a la probabilidad de que las explosiones nucleares se produjeran en gran medida en el hemisferio norte, cerca de los principales centros de población, a los descensos más drásticos de las temperaturas y a las menores tasas de autosuficiencia alimentaria, el hemisferio norte sería probablemente el más golpeado.
Sin embargo, incluso los países que se consideran más capaces de resistir un invierno nuclear tienen sus puntos débiles. Debido a su dependencia del comercio, las importaciones de energía y la profunda interconexión de las instituciones sociales, los autores del informe señalan que Nueva Zelanda está “gravemente expuesta al riesgo de una guerra nuclear”.
Australia puede considerarse un objetivo más probable de un ataque nuclear debido a sus vínculos con Estados Unidos y el Reino Unido, a pesar de compartir muchas de las ventajas de Nueva Zelanda.
No obstante, los países insulares disfrutan de una serie de ventajas particulares, además de su ventajosa situación geográfica.
Por ejemplo, Australia produce más del triple de la energía que necesita, así como una enorme cantidad de alimentos que bastaría para alimentar a todo el país. Indonesia es totalmente autosuficiente en términos energéticos.
Muchos países insulares también obtienen buenos resultados en términos de estabilidad política y cohesión social.